Fútbol
Racismo en las gradas: los diferentes mecanismos de sanción en las grandes ligas
La Premier, por ejemplo, empuja al aficionado a denunciar anónimamente a los individuos que demuestran actitudes discriminatorias en los estadios
Brasil, por su parte, ha aprobado la resta de puntos al equipo de la hinchada agresora
Javier Tebas: «Son mis peores días como presidente y como persona. Yo no soy racista»
Balotelli en el estadio del Hellas Verona, donde fue insultado racialmente en 2019
Ha tenido Vinicius que señalar a un aficionado de Mestalla que le comparó gestualmente con un simio para que al fin un vendaval mediático mundial agite a un mal endémico que sigue despierto en España desde que el fútbol es fútbol. El joven ... brasileño rozaba el llanto mientras escuchaba como le gritaban mono más de uno y más de dos hinchas del Valencia; y de poco o nada importa que provocara al personal y deseara el descenso de los del Turia. El ojo público -después de que Ancelotti dejara una rueda de prensa para la historia y el mismo Vinicius avivara una campaña contra esta lacra en la que incluso participó Lula da Silva- se indigna ahora con los insultos racistas, como si se tratara de una peligrosa corriente novedosa. Sin embargo, siempre estuvo aquí.
Roberto Carlos, Wilfred o Eto'o, por poner algunos nombres entre la gran amalgama de ejemplos, sufrieron insultos por su color de piel en épocas pretéritas. Pero, de igual manera, pese a la Ley contra la violencia, el racismo la xenofobia y la intolerancia en el deporte vigente desde 2007, en tiempos muy recientes también futbolistas como Marcelo, Iñaki Williams o el hombre del momento, Vinicius, son víctimas de esta barbarie.
El protocolo contra el racismo en los campos nacionales es similar al propuesto por la FIFA y la UEFA. Es decir, cuando el árbitro percibe cánticos de esta índole, para el partido e insta al club local a que este reclame por megafonía el cese de los insultos. Si estos siguen, se para el encuentro por un corto periodo de tiempo (como ocurrió en Mestalla, donde De Burgos Bengoetxea detuvo el duelo durante diez minutos) y, si aún así estos persisten, el colegiado tiene la potestad de poner fin al encuentro. La decisión es suya, en definitiva, y, hasta el momento, ningún partido ha sido cancelado por insultos racistas en LaLiga. El único partido que fue suspendido por improperios de la afición fue el Rayo Vallecano - Albacete de Segunda división en diciembre de 2019, cuando un sector de la hinchada rayista llamó nazi a Zozulia. Pero no fue el árbitro el que tomó la iniciativa: fueron los jugadores visitantes los que se negaron a salir al césped en la segunda mitad.
El juicio recientemente abierto contra el aficionado del Espanyol que llamó negro a Iñaki Williams en 2020 ha sentado un precedente, pero por norma general, resulta muy complicado encontrar pruebas directas contra individuos. Además, salvo el reciente cierre parcial de Mestalla, el insulto grupal, en masa, solía saldarse con una multa a los clubes. Pero, ¿qué ocurre en otros lugares?
En Italia, una tierra donde históricamente el norte discrimina al sur al grito de 'terrone', las medidas contra los clubes son más severas y suelen incluir el cierre de las gradas donde se produjeron los insultos racistas. Las experiencias de Lukaku en Cagliari, Balotelli en Verona, Vlahovic en Bérgamo (donde fue llamado gitano por un sector de la afición de la Atalanta)... evidencian que el conflicto no está extinto pese a también abrazar el protocolo de las tres medidas.
Por otra parte, en Alemania, hace tiempo que el racismo no protagoniza escándalos en su fútbol profesional gracias a un trabajo de educación y concienciación entre los clubes y las peñas de aficionados. Allí también se aplica el mecanismo de los tres pasos, sin embargo, lejos de sus tres principales divisiones, se suspendieron más de 900 partidos entre todas las categorías germanas por violencia o conductas discriminatorias, donde, en efecto, están englobados los insultos racistas.
La Premier League, pionera
En Inglaterra, detectar los insultos racistas durante el juego no solo es competencia del arbitraje. Así, los miembros de seguridad de los clubes tienen la misión de detectar este tipo de conductas que, en Gran Bretaña, son problemas de orden público. Pero lo que realmente caracteriza a a la Premier League es su campaña 'No Room For Racism' (Sin lugar para el racismo).
Este multifacético plan de acción implantado en la máxima división inglesa en febrero de 2021 intenta que el mismo aficionado, de manera anónima, combata el acoso tanto en las redes sociales, un lugar impersonal que fomenta el auge del racismo en los más cobardes, como en los estadios. Por tanto, el mismo hincha, por medio de una aplicación móvil de la iniciativa 'Kick it out' o mediante un mensaje de texto anónimo a determinados contactos de los clubes, señale y acuse al racista. Entretanto, esta medida ha provocado que en el último año, las denuncias por insultos de índole racista hayan aumentado en un 41%.
Brasil aboga por la retirada de puntos
En el gigante sudamericano, un país donde casi la mitad de la población es de raza blanca, aunque sí es mayoría en el sur del país, los casos de racismo en los estadios son un problema evidente en los estadios de fútbol. Pero en un claro ejercicio contra esta gris dinámica, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) aprobó en el pasado mes de febrero la retirada de puntos ante el racismo en las gradas. La medida fue aprobada por los equipos de la Primera brasileña y se extendió a la Copa de Brasil, donde compiten un centenar de equipos de diferentes categorías.
Precisamente en el sur, en Porto Alegre, el Arena do Gremio vivió un hecho terrible en 2014. El portero del Santos, Aranha, fue llamado 'macaco' por unos aficionados locales con la particularidad de que fueron grabados por la televisión, lo que motivo que la CBF expulsara al Gremio de la Copa de Brasil. Esta decisión tan poco frecuente como ejemplar desató la ira de los de Porto Alegre, que, ese mismo año, abuchearon coralmente al guardameta en el encuentro de Liga. El Gremio no asumió su culpa e, incluso, Nestor Hein, director jurídico del club en aquel entonces, tildó a Aranha de «una persona peligrosa y difícil».