Juego de despachos
El bucle infinito del fútbol español
La Federación Española mantiene su querencia por la parálisis y el desprestigio ante la organización del Mundial 2030
Enroque corto en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas
Los periódicos del sábado recogían por fin las primeras filtraciones sobre el aparente malestar del Gobierno: el Consejo Superior de Deportes (CSD) dice no querer a Rafael Louzán como presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF). El organismo presidido por José Manuel Rodríguez Uribes ... reconoce así el fracaso del ente que creó con orgullo la pasada primavera ('Comisión de Supervisión, Normalización y Representación para tutelar la Real Federación Española de Fútbol'), presidido por Vicente del Bosque, para limpiar la reputación político-administrativa del deporte más popular de nuestro país.
Tampoco existen demasiadas señales de que el fútbol español, en su conjunto, haya asimilado genuinamente las advertencias recibidas hace un mes largo: «Si el proceso electoral no va hacia adelante y la RFEF sigue sin presidente en los próximos meses, la FIFA y la UEFA van a actuar». La designación 'in pectore' de Louzán, cabeza del balompié gallego, como futuro presidente asombra por la contumacia con la que los presidentes futbolísticos autonómicos (los llamados 'barones' territoriales) prefieren asumir un grave riesgo reputacional, tras años de esperpento institucional, antes que permitir un cambio en el reparto del poder y los dineros.
Louzán es un gestor experimentado que concitó un amplio respaldo tras la inhabilitación definitiva de Pedro Rocha el pasado miércoles; está, no obstante, condenado a siete años de inhabilitación por prevaricar cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra. La sentencia no es firme, y su recurso de casación está en manos del Tribunal Supremo. Pero ni siquiera habrá que esperar a que el Supremo confirme o anule su condena, dentro de unos meses, para que se despejen las nubes que cubren la Ciudad del Fútbol de Las Rozas: la probabilidad de que el político gallego sea denunciado por Miguel Galán y/o el CSD en diciembre, el día después de su eventual toma de posesión, es altísima. Tanto la última Orden Ministerial sobre la materia como los propios estatutos de la Federación prohíben que cualquier persona inhabilitada para cargos públicos pueda presentarse a la presidencia federativa. (La reciente Orden Ministerial del CSD es más suave: sólo exige que la sentencia sea firme).
El berenjenal y el ridículo federativos alcanzarían con estas denuncias una nueva dimensión prenavideña, coincidente con la aprobación final de la organización del Mundial 2030. (Aderezada además con ribetes de alta política, dada la íntima vinculación de Louzán con el PP gallego). Varios de sus homólogos regionales aceptan en privado que no se trata de un candidato idóneo, pese a su experiencia y conocimientos, debido al potencial deterioro institucional reincidente. Pero tampoco les importa demasiado: el elegido tiene que ser, sí o sí, «uno de los nuestros». Antes la muerte que el aperturismo.
Han transcurrido sólo tres días desde la nominación oficiosa del candidato gallego, avalado por Javier Tebas, pero la figura de Louzán parece hoy menos inapelable a los demás aspirantes a presidir la federación deportiva más importante de España. «Si lográsemos los 21 avales para poder competir -piensan- cualquier escenario sería por fin posible». Las videollamadas no les dejan ni un segundo libre este fin de semana. Louzán, mientras tanto, proclama su inocencia y asegura que su nombre quedará limpio para siempre en 2025. El CSD amaga, pero contiene la respiración. FIFA y UEFA observan en silencio. Quedan tres días para reunir los famosos avales y lo único seguro es que la 'normalización' nunca llegó. Quizá si alguien se hubiese atrevido a redactar una Ley del Deporte útil o una Orden Ministerial efectiva, aseguran los expertos en Derecho, habríamos salido de este bucle infinito, tedioso y poco edificante.
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