Fútbol
Una asamblea a navajazos y nóminas entregadas en bolsas: el anecdotario del centenario Rayo, un club singular
El futbolista que más veces defendió el escudo de la franja, Jesús Diego Cota, y el último presidente antes del abordaje de las SAD, Pedro García Jiménez, ofrecen a ABC una nostálgica reflexión sobre los peajes que acarrea sobrevivir en el fútbol moderno para la barriada de Vallecas
Cien años del club de la franja, el rayo que atraviesa al barrio
«Tienes aquí la historia del Rayo«, es la frase con la que Pedro García saluda a Rafael Garrido, abonado número 1 del club franjirrojo. La parte baja de su casa, a poco más de diez minutos caminando del estadio de Vallecas, es un auténtico Museo del Rayo: banderines, bufandas, camisetas, fotografías, antiguos periódicos, trofeos, cromos, pósters...
En muchas de esas imágenes aparece un futbolista con el característico pelo a tazón de los 90, el 2 a la espalda, y el brazalete de capitán: Jesús Diego Cota. El 'capi' estrecha a Rafael con un abrazo y bromea: «¿Dónde están las chuletillas y las cervezas, Rafa?». «¡Éste tío es el mejor! He llenado la nevera de cervezas para recibiros, Jesús», le responde. «¿Ves? Esto es el Rayo. ¡Una familia!», sentencia Cota.
A sus 87 años, Rafael ha contemplado con sus propios ojos toda la evolución del equipo rayista: «Yo he visto jugar al Rayo cuando aún no tenía ni franja en la camiseta«. Socio desde 1953, observa con nostalgia una foto de ese mismo año del Campo del Rodival, con las gradas repletas. »Fue un partido contra el Plus Ultra. La única vez que se llenó ese campo. Tres pesetas valían las entradas«. En esa época la Agrupación Deportiva Rayo Vallecano jugaba en Tercera División, categoría a la que había ascendido apenas cinco años antes, después de unos inicios de campos de barro y campeonatos regionales.
«Cuando yo llego al Rayo en 1985 estábamos en Segunda B y sólo éramos un equipo de Segunda. Pero logramos convertirnos en uno de Primera, aunque nos llamaban equipo ascensor. A mí esa palabra o matagigantes, no me gustaba«, rememora Cota.
Pedro García Jiménez
Empresario malagueño. Vicepresidente deportivo (1985-1989) y después presidente del Rayo Vallecano (1989-1991) antes de la conversión en Sociedad Anónima Deportiva y la llegada de Ruiz-Mateos.
Rafael Garrido
Abonado número 1 del Rayo Vallecano a partir de la próxima temporada (el actual número 1 falleció hace unos meses). Socio desde 1953, cuenta con un museo del Rayo en su propia casa.
Jesús Diego Cota
Futbolista con más partidos en la historia del Rayo: 458 entre los años 1985 y 2002 (197 de ellos en Primera). Actualmente es el presidente de la Asociación de Veteranos del club.
Lo de «matagigantes« se fraguó la temporada 1977-1978, el debut del Rayo Vallecano en Primera División, con míticos como Anero, Uceda o Héctor Núñez como entrenador: «Ese ambiente era único. El horario que gustaba a la gente de Vallecas, las doce de la mañana, sus bocadillos, sus botas de vino. Ganamos al Madrid, al Barça, al Atleti... Y yo desde chiquitito lo veía pensando: cómo me gustaría estar donde están ellos...«.
Y lo consiguió: «Un amigo me dijo que me hiciera las pruebas con los hermanos Peñalva, que esos sí que eran rayistas de verdad e historia del club, y me fui a hacerlas al campo del Urbis. Y a partir de ahí todo lo que se generó en mi vida fueron alegrías. Con 17 años estaba en la Selección española Sub 20 y debuté en el primer equipo con Caturla. Estaba en una nube«.
La labor social del Rayo
«El año que subimos a Primera estando yo (1989) -interviene Pedro García- ascendieron todas las categorías inferiores. Éramos la cuarta mejor cantera de España y una de las que más internacionales tenía. Eso se ha perdido«. Cota apostilla lo que suponía la cantera del club franjirrojo para el barrio: »La labor social que hacía el Rayo no estaba pagada con dinero. Yo soy un chaval de la cantera, me he criado aquí, en los 80 las drogas estaban en la calle y el Rayo hacía que los chavales estuvieran jugando al fútbol en vez de estar bandeando por ahí...«.
En aquellos años la vida en Vallecas no era precisamente idílica, algo que se reflejaba incluso en las Asambleas de Socios. Alguna de ellas terminó con navajas de por medio. «Hay historias incontables así -asegura el antiguo mandatario-. Cuando llego a presidente quería gestionar todos los recursos y había muchos lobbies alrededor que con el nombre del Rayo ganaban más dinero que el propio Rayo. Y quise puntualizar algunas cosas: si tú estás ganando de aquí, también tendrás que poner algo. Y a muchos no les gustaba, alguna vez hubo algún exaltado y se liaba».
Los billetes, en bolsas de basura
Eran otros tiempos, en los que las formas de pago eran poco ortodoxas y los billetes se transportaban en bolsas de basura. «Las bolsas de basura nadie te las va a robar. Mejor así que en un maletín. Pedro venía tan normal, con la bolsa colgada del hombro y ya está», recuerda Cota. Aunque el ex presidente rayista, que sí reconoce haber traído habitualmente «un millón de pesetas en el bolsillo envuelto en papel de periódico para pagar primas«, matiza la historia: »Eso fue un partido que una brigada de Hacienda vino a por las taquillas. Entonces, 30 ó 40 socios del Rayo no les dejaron pasar y fueron recogiendo en bolsas de basura todo lo que habíamos recaudado, unos 30 millones de pesetas. No dejaron que los de Hacienda se lo llevaran. Y con ese follón de bolsas, de 30 millones no se perdieron más de 2.000 pesetas. El comportamiento de los socios fue ejemplar«.
La manera de fichar tampoco tenía nada que ver con la actual y en Vallecas se vivieron contrataciones antagónicas a lo que hoy es el fútbol de élite. «En Segunda fichamos a dos rumanos, Sabou y Viscreanu, que estaban como refugiados en un albergue de Cruz Roja. Nos avisó un amigo que teníamos en la Policía, les hicimos las pruebas y vieron que podían valer poniéndoles en forma«, relata Pedro García.
Pero Cota desvela que el desenlace de estos dos jugadores fue muy dispar: «Sabou no pagó al club con buena moneda. Le cedimos un año al Castilla y luego tenía que volver. Pero en esa época simplemente pidiendo el cambio de residencia podías cambiar de equipo y lo solicitó para fichar por el Tenerife. El Rayo siempre ha sido muy generoso socialmente, les dimos todas las posibilidades para que triunfaran, casa, familia... Y lo de Sabou fue un chasco. En cambio Viscreanu se convirtió en un vallecano más. Y después del fútbol pasó momentos muy delicados y aquí en la Marisquería El Faro le dieron trabajo para ayudarle. Eso habla de hasta qué nivel Vallecas te da cobijo«.
Y en un vallecano más también se convirtió uno de los grandes mitos del rayismo, Wilfred Agbonavbare. «Entonces entrenábamos en el Parque Sindical, o en Somontes, no, más abajo...», intenta contextualizar el presidente. «Entrenábamos en todos los sitios: en el Pozo, en Somontes... ése era el Rayo de entonces», aclara Cota. «Le trajo un representante que le pedía un tanto por ciento por sacarle de Nigeria. Y cuando llegó aquí, ya no quería irse más. Yo siempre decía que Wilfred, que en paz descanse, era uno de mis niños. Yo le llevaba a entrenar todos los días, a él y a Callejo, en una Renault Express de mi padre. Y le decía: no soy tu padre. Y él me decía: Cota, tú mi mejor amigo. Y le llevaba a todos lados, mis padres tenían una frutería y le dábamos fruta. El Rayo Vallecano era una familia y eso es lo que se está perdiendo hoy en día».
La salvación del Rayo
Y al año de llegar el portero nigeriano, la familia que desembarcó en Vallecas fue la de Ruiz-Mateos. Un proceso trascendental en la historia del Rayo Vallecano, que de no haber encontrado quien asumiera la deuda, habría supuesto la desaparición del club. «Ruiz-Mateos llegó al Rayo por intereses políticos y convencerle de que pusiera el dinero y de que se quedara fue lo más difícil que me he encontrado en mi vida«, asevera Pedro García. »Si hoy el Rayo está cumpliendo 100 años es porque se salvó cuando se transformó en SAD y fue gracias a mí. Me lo decían el otro día. Si no, no los habría cumplido como no los cumplió el Murcia, el Almería, el Hércules, el Málaga, el Huelva... Nadie más estaba dispuesto a poner los 611 millones que en esos momentos suponía el capital social y no podía dejar escapar a Ruiz-Mateos«.
¿Y cómo vivieron esos momentos de incertidumbre los futbolistas? «Fueron años trágicos, con encierros porque no se pagaba, con muchas confusiones. En realidad no sabíamos lo que podía ocurrir como SAD. Al convertirse en una verdadera empresa teníamos el miedo de que se perdiera esa cercanía y ese sentimiento hacia la afición y los jugadores».
La cercanía de la familia Ruiz-Mateos
Pero Cota desvela que José María Ruiz-Mateos era una persona cariñosa en el trato: «Era un tío genial. Con todo el mundo se acercaba, les regalaba una insignia del Rayo, te hacía bromas: Cota, ¿qué nota le pones a esa camarera? (dice imitando el característico acento de Ruiz-Mateos). Y su mujer, María Teresa Rivero, era aún más cariñosa. Hacíamos reuniones en su casa de Somosaguas y la propia presidenta nos ponía una taza de café... En mi restaurante en el estadio repartían una chocolatada con churros y ella venía con todos los nietos, pusieron un autocar en la Cabalgata de Reyes y daban caramelos a los niños por todo Vallecas, firmábamos autógrafos en los centros comerciales. Y todo eso hace mucho, eso a la gente de Vallecas les llena. No sabían nada de fútbol, pero pusieron todo lo que tenían«.
Incluso llegó a Vallecas un fichaje de relumbrón como Hugo Sánchez, del que Cota revela que no fue sencillo integrarlo en el equipo: «Fue al que más trabajo nos costó porque era un hombre muy especial. Como venía del Real Madrid, llegó aquí y no hablaba con nadie. Pero jugando a los chinos con Onésimo y con cuatro compañeros más, le conseguimos involucrar. Y terminó haciendo 16 goles esa temporada con 35 años que tenía«.
Durante esos años el Rayo protagonizó cuatro ascensos y tres descensos y el mayor hito fue llegar a disputar la Copa de la UEFA en la temporada 2000-2001. «Yo siempre decía a los periodistas que un día jugaría la UEFA con el Rayo y se reían de mí. Pero lo hicimos. Es verdad que fue como premio al Fair Play (ese Rayo terminó 9º en Liga), pero verme en Europa con el equipo de mi barrio fue un sueño«.
Sin embargo, la mala fortuna se cebó con el capitán rayista, que se rompió la tibia en el debut y se perdió toda la temporada: «Fue agridulce. Pero hice todos los viajes con mi muleta y mi escayola, me fui a Moscú (Lokomotiv), a Dinamarca (Viborg), a Burdeos (Girondins)... con el orgullo de pertenecer al Rayo y de ver a la gente de Vallecas con esas caras de ilusión. Incluso gente del Madrid y del Atleti viajaron con el Rayo por Europa. Y decíamos: vamos a aprovechar que estamos de moda y vamos a quitarle unos pocos abonados al Madrid y al Atleti«.
Cota se retiró un año después de esa aventura y a la temporada siguiente el equipo volvió a Segunda y, de forma consecutiva, a Segunda B. Fueron años oscuros que lastraron la imagen de los Ruiz-Mateos y las cuentas del club. Y en vísperas del regreso a Primera, la presión social les abocó a vender el Rayo a Raúl Martín Presa (5 de mayo de 2011). «Los Ruiz-Mateos tuvieron dos etapas: una muy buena, con éxitos deportivos y económicos, porque venden a jugadores por mucho dinero. Pero la crisis de sus empresas hizo que se les agotara la parcela económica. Y tuvieron que deshacerse del Rayo», detalla Pedro García.
Martín Presa y la ruptura social
Con Martín Presa al frente, la faceta deportiva mejoró notablemente (diez de las últimas catorce temporadas en Primera), pero la ruptura social con la afición y con el barrio se acentuó. «El mérito deportivo es innegable y el club está saneado. Pero la afición ha bajado los brazos, están tristes, muy desilusionados, porque no se sienten queridos, ni valorados. Una cosa es que tú como presidente tengas el 98% de las acciones y otra es que no atiendas un poco a tu gente, a los que animan todos los domingos, que se dejan todo su sueldo en viajar con el equipo. A esa gente hay que respetarla y valorarla», reivindica Cota.
Dentro de ese desarraigo, la opción de cambiar de estadio duele en lo más hondo al rayista de cuna: «Todos los equipos evolucionan, Vallecas está creciendo y el campo puede quedarse pequeño. La mayoría no queremos irnos, aunque si implica progresar… Pero es cierto que no hay otro estadio en el mundo con una foto como éste. ¿Que tenemos un muro? ¿Y qué? Es nuestro muro».
«Presa sólo piensa en el primer equipo -apunta el ex dirigente-. Creo que alguien debería orientarle sobre qué es el Rayo. Para mí el mayor triunfo que podría conseguir no es jugar en Europa, ni ganar un título, sino volver a hacer la labor social que antes comentábamos con la cantera, teniendo una organización que fuera la envidia de todos, como antes, que venían a ver cómo la teníamos estructurada».
Y el eterno capitán del Rayo resume la paradoja en la que se mueve el club: «Ahora tienen más posibilidades porque pagan los chavales de la Fundación, quieren también que paguen los de la cantera, y sin embargo va peor que nunca. No es entendible. Todos queríamos tener una Ciudad Deportiva, que nos recorrimos toda la periferia de Madrid entrenando, y ahora que tenemos todos los mimbres no hacemos un buen cesto. Es la contradicción del fútbol moderno. A mí me da mucha pena cuando me llega un socio que lleva 50 años y me dice que se quiere borrar. O chavales que me cuentan que se quieren quitar de la cantera, que para él la vida pirata lo era todo y resulta que está decepcionado. Eso es lo que no puede ser«.
«Se ha perdido ese sentimiento. Yo venía aquí a las 8 y me iba por la noche, y nunca dejaba de estar con un socio, había muchísimas Peñas y no dejé de ir a ninguna. Para los futbolistas también era una obligación que hacían con agrado. Mantenía el espíritu de lo que significaba el Rayo», rememora Pedro García.
Y Cota concluye con una reflexión que se convierte en deseo: «Antes las Peñas eran lo más importante. Ahora en cambio prácticamente no hay Peñas, no hay casi labor social, se descuida la cantera. Y estamos en Primera, sí. Pero quizá con el centenario se podía unificar todo un poco, y ni lo de antes, ni lo de ahora. Y conseguir una estabilidad, una unión, que el presidente fuera un poco más cercano...«.
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