A falta de goles, tarjetas

Con el castigo de ver una cartulina amarilla, pero sin sin el premio del gol, que es para lo que han nacido. Que Leo Messi y Cristiano Ronaldo, los dos mejores jugadores del mundo, acabaran el partido amonestados es prueba suficiente de la tensión vivida durante el clásico. Lo curioso es que no se las ganaron por una patada a destiempo ni por siquiera por una airada protesta al árbitro. Bajo un disfraz marrullero irreconocibles para ellos, especialmente en el caso del astro argentino, dos acciones impropias de la calidad de las estrellas que más brillan en la Liga provocaron que Iturralde les dejara de recuerdo su tarjeta de visita.

Cuando el Madrid naufragaba en el césped del Camp Nou, un empujón del portugués a Guardiola —después de que el técnico azulgrana le negara el balón— provocó una tímida reacción blanca. Convertido durante la primera media hora en chófer del autobús madridista, la tangana que se montó despertó a los suyos, que se acercaron a tirones a la portería de Valdés, territorio hasta entonces vedado.

Antes del descanso y en un papel que no le sienta nada bien, Messi protagonizó una fea acción al buscar por la espalda a Carvalho para reprocharle una entrada. El «hombrazo» involuntario del portugués fue exagerado por el actual balón de oro, pero Iturralde no se dejó engañar y le amonestó.

Un borrón para un jugador que anoche fue socio de honor para Xavi Hernández. Convertido en falso «9», el argentino cayó al centro del campo para recibir el balón y buscar con sus pases la espalda de la defensa. Jugada de libro en el cuarto gol del Barça, cuando aún faltaba más de media hora para el final. No fueron finalmente ocho como ocurrió, como desafió Cristiano, pero los cinco goles recibidos en el partido más esperado duelen igual a la afición blanca.