LIGA BBVA
Al Madrid se le cierran los ojos
El equipo de Mourinho no fue capaz de abrir el juego y se estrelló ante el buen orden de un Levante que sólo aspiró a cerrar su puerta con cerrojos
![Al Madrid se le cierran los ojos](https://s2.abcstatics.com/Media/201009/25/cirstiano--644x362.jpg)
Al cuarto de hora el Levante no había salido del área. Bueno, había salido un poquito, asomando la nariz para ver si existía mundo más allá del cuarto de cancha. Mourinho se queja de que los rivales se achican ante el Barcelona. Sí, puede ser, lo es de hecho, pero también se empequeñecen ante el Real.
Diez hombres y medio por detrás del balón porque incluso Stuani, su último delantero, buscaba refugio de vez en cuando entre sus centrocampistas para sentirse abrigado y ver si robaba algo. Porque esa fue la misión del Levante: robar y a ver si soltaba una contra, pero sólo por si acaso, que no era cuestión de mirar de cerca a Casillas, una aventura lejos de las posibilidades levantinas.
Así que el Madrid vio que ancha era Castilla, en este caso el Ciudad de Valencia. Ancho hasta los tres cuartos. Allí esperaba el Levante entero, con una línea de cuatro y, muy, muy pegadita, otra de cinco para cerrar caminos y llenar de chinas el camino del Madrid hacia Reina.
Eso era muy problemático para el Madrid, pero hay diferencias. También se le plantan así al Barcelona y, sin embargo, crea muchas más ocasiones de las que creó el Madrid en esta ocasión. Hubo una causa fundamental: la escasa movilidad del Real en la ofensiva. La coge uno, el que sea, y los demás le miran, pocos se mueven sin balón y muchos con él, hasta que les cierran los caminos con candados y siete llaves. El Levante, muy concentrado en su concha de tortuga, llenó de minas los senderos blancos y casi todo el equipo se perdió.
Todo cerrado
Sólo Di María y algunos destellos de luz que ofreció Ozil abrieron pequeñas brechas en el escudo levantino , casi inexpugnable. Mientras hubo pulmones, el Levante apenas pasó apuros. Mucho dominio blanco y escasas ocasiones, lo que demuestra que le falta genialidad en el medio campo para desarbolar cerrojos. Está Ozil, la habilidad de Di María y poco más, enfebrecido como está Cristiano, que lo sigue intentando y sigue sin encontrarlo.
Unos metros más arriba de Khedira, más precisión en las llegadas de los laterales, un paso atrás de Ozil para ver más huecos... Detalles que, juntos, creaban un mundo, un muro ante el que el Madrid se estrelló de forma casi continua. Hasta que no desfalleció el físico local, no tuvo más ocasiones el Madrid que, aun así, siguió ciego, con cien vendas que obturaban su camino.
A los problemas que les planteó el Levante, más numéricos que otra cosas, el Madrid añadió su ceguera propia, con todo el mundo entrando por el centro y nadie por las alas, aligerando el sofocón del rival, que veía como así se le facilitaba juntar las líneas para defenderse mejor.
No le quedaba otra a Mou que abrir el campo. Y lo abrió metiendo a Pedro León y pegar con cola a Marcelo en la banda, lo que no había hecho antes. Cristiano buscó, se ofreció, peleó todo e intentaba encontrar el menor resquicio para marcar el gol que desatascara el encuentro. En vano. Un detalle fue significativo: 75 por ciento de posesión de balón y apenas tiros a puerta u oportunidades claras. Nada. Se le bajaron todas las persianas ante un equipo que lo único que hizo fue defenderse con orden, sin más. Mal asunto.
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