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España abre cien candados

Los goles de Llorente y Silva dan la victoria a La Roja frente a Lituania en partido clasificatorio para la Eurocopa

España abre cien candados

JOSÉ MANUEL CUÉLLAR

Hay facturas que no hay más remedio que pagar. Lo mismo que a Brad Pitt le niegan ser buen actor por guaperas, a España le niegan el pan y la sal por campeona del mundo, y no le regalan ni el aire para respirar. Desde que ganó la Eurocopa nadie le da nada, sólo cerrojazos con un descaro inusitado, cerrojos de tres candados y, desde que ganó el Mundial, cerrojos de seis.

Y ya nadie le da la cara. Claro que a España le da igual. Sabe lo que hay y lo que tiene que hacer, y se pone a lo suyo con persistencia, paciencia y mucha confianza. Da igual que falte gente importante (Xabi, Cesc, Torres, Xabi Alonso), todos juegan igual y ante la falta de estos cuatros, Cazorla, Silva, Iniesta y Villa tomaron los galones.

Fue un partido de vía única, con todos los lituanos, enormes, rocosos, ordenados y pegajosos poniendo cola en las camisetas rojas para que nadie se fuese. Aun así, a pesar de la falta de huecos, del embudo continuo de los lituanos, los de Del Bosque los encontraron, fallaron al final, alguna vez de forma incomprensible como la de Villa, a un metro y a puerta vacía, pero es igual. A veces da lo mismo ganar, perder o empatar. Lo importante es tener signos de identidad, dominar los partidos de la A a la Z, sin pausa, con fe en el juego propio.

Así jugó España, dominándolo todo, aburriendo a Casillas, teniendo cinco, seis ocasiones, con tenacidad y sin dudar un solo momento. Un partido parecido a aquel España-Suiza que inauguró el Mundial y que casi nos tumba, pero con más oportunidades aun.

Un ariete feroz

De Lituania apenas se supo. Feroz defensiva y aguantar como podía, con más fortuna que otra cosa, pero sin más argumento que una zaga numerosa y ordenada. Quizás a España le faltó algo de velocidad en la circulación de balón en los últimos metros pero nada de eso podía frenar a España, que acabó marcando en una jugada iniciada por Silva, continuada por Sergio Ramos y cabeceada por Llorente, que siempre acaba derribando esos aviones.

A Lituania no le sirvió ni el mínimo segundo en el que Ramos y Puyol se miraron a la cara y dejaron de ver el balón, una décima que aprovecharon los lituanos para ver espejismos en el desierto, que no fue más que eso. En un pis pas llegó Llorente, que es una mole inteligente, no una mole basta, para poner las cosas en su sitio. Llorente está en otra galaxia: va de cine por arriba porque mide casi dos metros, va de cine por abajo porque no es nada torpe con los pies, va de cine en los desmarques porque lee el fútbol y ve la espalda de los zagueros y va de cine en todo porque es muy bueno, pero que muy bueno, un ariete de los que ya no quedan. No es que salvara los muebles, es que puso la casa entera, y con un diseño vanguardista.

Desde él y a partir de él, todo fue más fácil ya para España. Eso, y el desfondamiento lituano, que se hartó de buscar sombras rojas para no encontrar ni a ellas ni al balón, escondido por los pequeñitos españoles. Un aquí la escondo y por aquí te la hurtó que les mareó tanto que hasta llegó Silva, otro enanito, y le metió un cabezazo a la escuadra que ponía las cosas en su justo sitio. No hay manera de hacer frente a España, ni abierta ni cerrada, para todo hay soluciones, con las figuras o sin ellas...

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