Fútbol
Unión Berlín, rival del Madrid: el equipo que salió a flote vendiendo la sangre de sus aficionados
Champions
Club superviviente de la antigua Alemania Oriental, evitó la desaparición gracias a una masa social leal y comprometida que les ha permitido crecer hasta alcanzar la Champions por primera vez
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![Entrenamiento del Unión Berlín previo al partido con el Real Madrid](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/09/19/union-berlin-RzrrlBN0cowanu3hCn2poBO-1200x840@abc.jpg)
Christian Arbeit es el portavoz, el director de comunicación y el speaker del Unión Berlín. Además de una muestra de sus capacidades, esa acumulación de títulos da una pista del club en el que trabaja, uno muy pequeño por más que ahora vaya a jugar ... la Champions League. La historia de Arbeit empieza como lo hacen los grandes amores en el fútbol, con una visita al estadio en 1986 de la mano de su padre. Eran otros tiempos, ese Berlín era el Berlín oriental y, por lo tanto, parte de la RDA. El club hoy es visto como el más independiente dentro del régimen, una especie de bastión rodeado de equipos como el Dinamo, asociado a la policía secreta, la Stasi.
«A veces se nos pinta como un equipo rebelde, pero quizá eso es excesivo. Lo que sí es cierto es que había otros equipos más queridos por las autoridades, especialmente en Berlín, y nosotros teníamos que luchar por nosotros mismos para mantenernos», explica Arbeit.
José Miguel Villarroya, autor del libro 'Fútbol en una nación dividida', también matiza esa imagen de club contestatario: «El tema del Unión como equipo crítico es un mito que se ha ido creando tras la caída de la RDA. Todos los equipos eran del régimen, porque no eran clubes privados como se entiende en Europa, pertenecían a empresas y estas eran estatales, el Unión estaba asociado a los sindicatos. Aunque es verdad que al final del régimen se acuñó la frase que decía que el Unión no estaba contra el régimen, pero los que estaban contra el régimen sí estaban con el Unión».
Al caer el muro todos los equipos de la RDA sufrieron para sobrevivir, la mayoría todavía penan por las categorías inferiores del fútbol alemán. Ese también fue el caso del Unión, pero esa imagen de resistencia y una afición muy leal sirvió para transformar el club.
Cuando lo más probable era una desaparición por quiebra, sus hinchas se aliaron para salvarlo. «Hay un episodio importante en 2008 o 2009 cuando los aficionados reformamos el estadio. Yo trabajaba en una productora de cine y me acerqué para ver en qué podía ayudar, la gente se cogía días de vacaciones para sumarse a la construcción. Fue una experiencia fantástica, muchos aficionados que estaban en paro consiguieron trabajo de jardineros o de técnicos. Fue un proyecto social que tuvo un impacto enorme en la comunidad», explica Arbeit. La construcción del estadio An der Alten Försterei es uno de los mitos más extendidos del Unión Berlín, como también lo es una campaña de donación de sangre para salvar al club. En Alemania se paga por esa práctica, los aficionados donaban sangre y luego transferían el dinero al Unión.
Aquel estadio que reformaron como un proyecto social es bastante particular, puede albergar 22.000 aficionados, pero solo 3.600 están sentados. Por eso mismo, no se jugará allí la Champions. «Casi todos los asientos se quedarían para la UEFA y para el rival. No hubiésemos podido acoger a la gente mayor que lleva décadas con nosotros. Además tenemos más de 60.000 socios y muchos de ellos tienen problemas para ir a los partidos, siempre vendemos todas las localidades. Hemos pensado que esta quizá será la única vez que jugaremos la Champions, y por eso hemos decidido jugar ante la mayor gente posible e ir al Olympiastadion. Nos ha dolido, porque hubiese sido muy divertido ver a un club como el Real Madrid en un estadio tan pequeño y recogido, pero teníamos que tomar una decisión», cuenta Arbeit.
Lejos de su casa, el club pierde uno de sus mayores activos. «El día del partido el estadio es como un centro social. Se viene por el club y por nada más. Venimos a cantar al equipo desde dos horas antes, no hay show previo, solo un poco de música, tú vas a hablar con tus amigos, nadie te vende nada, nadie te cuenta nada. Yo presento a los equipos 20 minutos antes del comienzo, nada más. En Alemania hay muchos eventos en las previas, actos con patrocinadores y mucho ruido, nosotros no hacemos esas cosas, para nosotros un partido es un evento muy serio».
La historia de la Cenicienta no es un mito. En 2005 el club decaía en la cuarta división alemana. «Cuando ascendimos a segunda, en 2009, nos planteamos cómo podíamos mantenernos. A los seis años pensamos con un poco más de ambición, en el modo de acercarnos a un ascenso. Fuimos poco a poco, cuando no tienes mucho dinero tienes que tener mucho cuidado con tus decisiones», relata. Solo en 2019 se logró el ascenso a Bundesliga. Desde entonces encadenan éxitos, este es el tercer año que juega en Europa. A diferencia de otros crecimientos meteóricos, alimentados por dueños millonarios y fuertes inversiones, aquí no sobra el dinero. El éxito del club se cimienta en dos nombres: «Para nosotros fue un gran acierto contratar a Urs Fischer como entrenador y a Oliver Ruhnert como director deportivo, que era solo un ojeador»
«Fischer es un pragmático, no es de esos que dice 'esta es mi idea de fútbol y si no tenemos estos jugadores no podremos hacerlo bien', tampoco nosotros podíamos darle muchas opciones cuando llegó. Su idea de fútbol atractivo es ganar partidos y eso cuadra con el club porque aquí nunca hemos venido por ver el mejor fútbol sino por la lucha», destaca. En ese cambio a la Bundesliga se buscaron jugadores expertos, como Subotic, y algunas apuestas arriesgadas, como Max Kruse, futbolista con más talento que cabeza. «Es un gran jugador, pero está bastante loco, supimos llevarlo y nos impulsó a otro nivel. Desde entonces no tenemos miedo a preguntar a ningún jugador si quiere venir». El club ahora tiene fama de resucitar carreras y de encontrar talento donde otros no lo ven.
La transformación del club ha llevado al equipo a jugadores como Robin Gosens, Kevin Volland o Leonardo Bonucci. El italiano es un central histórico que bien se podría haber ido a Arabia o a Estados Unidos, pero ha preferido tener una experiencia singular en Alemania. «Los jugadores ya nos conocen, somos el club loco de Berlín. Leonardo vio que nos lo tomamos en serio. Cuando eres una leyenda en la Juventus no tiene sentido irte a otro club en Italia, pero experimentar esto, ir a un club especial en su primera Champions, fue quizá lo decisivo para él. Hace años soñábamos con hacer cosas así. Algunos jugadores siguen siendo unos románticos», culmina Arbeit.
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