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fútbol

Dani Benítez, alcohol, drogas y excesos: «Me jode que me llamen 'Dani Beefeater'; lo que yo me bebía era vodka, no ginebra»

Alcohol, cocaína, coches a 300 km/h, depresión, golpes de su padre (con quién no tiene trato), cáncer y muerte de su madre, un divorcio, tres hijos (no se habla con uno) de tres mujeres distintas y un libro. Así fue la vida de extremos de un talento perdido

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Dani Benítez, posando para ABC pepe marín
Rubén Cañizares

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En el verano de 2009, llegó a un Granada de Segunda B que en sólo dos años subió a Primera, categoría que no pisaba desde hacía 35 años. Sus goles, sus asistencias y su estilo de extremo de la vieja escuela incluso llamó la atención del Guardiola entrenador del Barça. Pero ese fulgurante ascenso del anonimato al estrellato de Dani Benítez (7 de abril de 1987, Lloseta, Palma) escondía miserias, rebeldía y autodestrucción que acabó con su carrera en la élite con solo 26 años, tras ser castigado con 24 meses de sanción por consumir cocaína. Una vida de libro que detalla en su biografía 'Mi historia la cuento yo' (Aliar Ediciones), escrito por el periodista Héctor García, tras un intenso año de trabajo junto a Dani Benítez.

- ¿Por qué decidió hacer una biografía?

-Después de terminar de escribir mi historia, la gente seguirá opinando sobre mí. Pero lo harán tras conocer mi vida a través de mis palabras. No de comentarios de otros, ni de titulares en la prensa. Así podrán juzgarme realmente cómo soy. Solo espero que no me machaquen por ello, y sí que entiendan mis errores. Es lo que quiero para mí, pero también para todas las personas que alguna vez han estado en lo más hondo. Creo que este mundo necesita mejores personas y más amor. Y si este libro puede ayudar a conseguirlo, estaré orgulloso de ello. Quiero que el libro sea un mensaje positivo para la gente que lo está pasando mal. Un mensaje muy claro: se puede salir adelante. Pero a veces uno solo no puede, también necesita ayuda. Y ahí hay que estar con la persona que tienes a tu lado.

-¿Cómo fue su infancia en Lloseta?

-Es un pueblecito pequeño de Palma, a dos kilómetros de Inca. La familia de mi padre vivía allí y la de mi madre en Lloseta. Él es malagueño, y como tantos otros andaluces había venido a la isla a trabajar en el turismo. Mi madre sí nació en Lloseta y allí se conocieron. Estaban todo el día trabajando y yo vivía casi las 24 horas con mis abuelos.

-¿En qué trabajaban exactamente?

-Mi padre desde muy joven trabajó en la hostelería y mi madre tenía varios negocios de restauración y hostelería.

-¿Ya era rebelde en el colegio?

-Qué va. Era un chaval muy normal y, de hecho, era bastante bueno en los estudios. Lo que sucedió es que en cuarto de la ESO, con 16 años, yo ya tenía muy claro que quería ser futbolista y al final ni siquiera me saqué el graduado escolar. Pero siempre fui un niño de buenas notas.

-¿Tiene hermanos?

-Uno. Se llama Juanito, tiene diez años menos que yo y trabaja en una empresa de reparto en Mallorca. Siempre he cuidado de él, tanto a nivel personal como económico y cuando me sancionaron me vine a Palma y viví con él.

-¿Por qué no tiene relación ninguna con su padre?

-A ver. Mi padre no es que sea una mala persona, pero él siempre ha sido muy estricto. No sé ahora, porque no me hablo con él, pero antes sí lo era. O sea, si decía rojo, era rojo. Y no podía ser naranja u otro color. En esto culpo un poco a mi madre porque ella siempre me ha tenido más protegido, más consentido. Y mi padre era lo contrario, muy estricto.

Bofetadas de su padre

«Tenía la mano un poco larga. Nunca olvidaré la primera, con seis años. Me dio en la cara con la mano abierta y me hizo hasta sangre»

-Continúe, por favor.

-Con el paso de los años y conforme iba teniendo más conciencia, ya me daba cuenta de que ellos se peleaban mucho. Sucedían cosas muy feas que ya no me gustaban, pero no quiero dar detalles. Así que tiré para el lado de mi madre y poco a poco fui alejándome de mi padre. Luego, cuando crecí más empezaron las discusiones mías con él hasta que después de una muy gorda dije basta. Ahí se acabó nuestra relación. Me faltaban dos semanas para cumplir los 16 años y me fui a vivir a casa de los padres de mi novia de entonces. Yo también entono el mea culpa porque ya tenía un carácter fuerte, pero él como padre tenía que haber sabido gestionar mejor esto y no sobrepasar ciertos límites.

-¿Su padre le maltrató?

-Hombre no me ha pegado una paliza de darme puñetazos, pero, por ejemplo, yo tengo un recuerdo grabado a fuego. Tenía seis o siete años y lo típico que vas por el mercadillo del pueblo y le pedía que quería una cosa. El me decía que no y que no, y acabó dándome una bofetada con la mano abierta que me salió sangre en la cara. Fue una hostia con la mano abierta, no un puñetazo. Fue una de las cosas por las que yo le cogí un poco de coraje a mi padre. Me marcó. El tenía la mano un poco larga. Odiaba que me pegara collejas y me pegaba unas collejas que hacía que me hormigueara todo el cuerpo, pero no considero que me haya maltratado. Ahora, yo sería incapaz de pegarle a mis hijos. En la vida lo haré. Hay mil formas de educar y esa no es la mejor.

-Suena muy duro.

-Claro, es que era un tema de decir, 'joder papá que me estás pegando y me estás haciendo daño'. Que yo era pequeño y no lo entendía. Y ese fue su error. Por eso, una vez que crecí, me aparté de él. Y no quiero hablar mal de mi padre. Me duele, de verdad. Y es duro decir esto, pero lo único que he aprendido de Juan, mi padre, es a no ser como él.

-Desde los 16 años hasta los 37 que cumple este domingo son 21. ¿Nunca han hablado en estos 21 años?

-Sí. Cuando mi madre enferma de cáncer en 2007, yo voy continuamente a verla y llega un punto en el que ella está tan mal, que un día me mete en su cuarto y me dice que se va a morir muy pronto. Que, por favor, arregle la relación con mi padre, que además tengo un hermano pequeño y no podía perder la relación con él. Así que yo le prometí que intentaría arreglarme con mi padre. Y eso hago cuando ella fallece, en 2009. Tenía 23 años y le pedí olvidar el pasado y llevarnos bien. Que es algo que debía haber salido de mi padre, no de mí, pero yo lo hice por mi madre. Y ahí estuvimos unos ocho meses, pero fue imposible. No hubo reciprocidad por su parte. Al final el destino era claro: él con su vida y yo con la mía. Y punto.

-¿De qué cáncer murió Antonia, su madre?

-De mama. Estuvo casi un año con quimio y radio y se puso bien, pero a los cuatro meses de estar bien le apareció un dolor muy fuerte en la cabeza. Tenía metástasis. Cinco meses más de vida tuvo. Una pena, porque era una mujer sana, que ni fumaba ni bebía.

Dinero e ignorancia

«Ganaba un millón de euros en el Granada, gastaba el doble y no sabía hacer ni la declaración de la renta»

-Su madre muere justo cuando empieza a explotar en el fútbol, en aquel Granada de Fabri que sube de Segunda B a Primera en solo dos años. Hasta Guardiola, que entonces entrenaba al Barça, se fijó en usted.

-Es que mi estilo de juego era de lo que ya no había ni hay. Era un extremo de la vieja escuela y es cierto que muchos buenos equipos se fijaron en mí y preguntaron.

-Y a la vez que se iba convirtiendo en una estrella, la iba liando parda fuera del fútbol. Mal negocio ese.

-Como digo en el libro, es fácil de explicar, pero difícil de entender. Era una bola que se iba haciendo cada vez más grande y más grande, y al final tenía que explotar. No tenía relación con mi padre, mi madre, que era mi gran apoyo, se muere de cáncer cuando sólo tengo 23 años. Mi hermano era aún muy pequeño, solo tenía 13. Y, a todo esto, súmale un carácter para echarme de comer aparte. Pues claro, era una bomba. Encima, jugaba en Primera, ganaba fácilmente un millón de euros, no sabía ni hacer una declaración de la renta y siempre me gastaba el doble de lo que ingresaba. Es que yo venía de una familia desestructurada, era una cabra loca y no había nadie que me trazara una línea recta. Pues pasó lo que pasó. Me sentía como Tyson, que una vez en una entrevista dijo que envejeció muy pronto y maduró muy tarde. A mí me sucedió lo mismo.

Alcohol y mote

«Había noches que me podía beber una botella entera de vodka yo solo, pero jamás ha sido de ginebra. Me duele ese mote»

-Dinero, buenas casas, buenos coches, fama y una mala cabeza.

-Así es. Y el físico, que siempre me acompañó. Muchas veces iba a entrenar tras estar toda la noche de fiesta y el físico ahí estaba. Llegó un momento en el que el alcohol ni me afectaba de todo lo que bebía. No fui alcohólico, pero podía beberme una botella de vodka tranquilamente en una noche y no me pasaba nada.

-Ya sabe que en Granada le pusimos el apodo de 'Dani Beefeater'.

-Me jode que me llamen así; yo lo que me bebía era vodka, pero nunca he bebido ginebra. No me gusta. De verdad, me duele. Si hubiera sido de vodka ese mote... Me lo pusieron cuando ascendemos en Elche a Primera, y hay 'un hijoputa' de allí que hace un montaje con una botella de Beefeater y mi cara encima, y eso se traslada a Granada.

Dani, junto a su biografía 'Mi historia la cuento yo' pepe marín

-¿Sigue bebiendo?

-No. A día de hoy no bebo nada. Llevo años sin emborracharme.

-¿Alguna vez ha hablado con Clos Gómez del botellazo que le dio en el Granada-Real Madrid de mayo de 2012? (Le costó tres meses de sanción).

-Sé que estuvo mal, pero no me arrepiento de aquello. Y le explico por qué. Yo pido disculpas públicamente, pero ¿qué quería Clos Gómez? ¿Que, además, le comiera los huevos? Resulta que la primera vez que nos vuelve a pitar tras aquello, en el pasamanos, cuando le voy a saludar me retira su mano. Así que no, no me arrepiento.

Botellazo a Clos Gómez

«No me arrepiento. Cuando nos volvió a pitar, en el pasamanos, fui a dársela y me la retiró»

-¿Por qué le dio por coger el coche y ponerlo a 300 km/h?

-Me encantaba la velocidad. Y me compraba coches de alta gama. Me ponía la música a todo volumen y a correr. Era una desconexión total. Me iba por las tardes o en mi día libre. A Málaga, por ejemplo, y ponía el coche a 300 km/h, y los que no llegaban a eso, a 290, 280… Ahora no paso ni de 115 km/h. Lo que hacía la inconsciencia. Me podía haber matado perfectamente. Cada vez que hacía eso, me jugaba la vida.

-Y aquello estalló el 14 de febrero de 2014. El día, y la noche, de su primera raya. ¿Y también la última?

-No, mi última no. Tras dar positivo (fue el jugador elegido en el control antidoping del Granada-Betis, jugado sólo 48 horas después de consumir cocaína), me cayó una sanción de dos años, el Granada me rescindió el contrato y yo me marché a Mallorca. Ahí me separo de mi exmujer y entro en un tramo de seis, siete meses jodido, en el que consumo bastante cocaína.

-¿Considera que fue drogadicto?

-No, no tenía una adicción a la cocaína. Tenía una adicción en general. Alcohol, cocaína, fiesta... Gasté más de 100.000 euros en todo ese tiempo y, además, me engañó el socio que tenía en el negocio de coches de alquiler que abrimos en Mallorca.

Consumo de cocaína

«La raya por la que di positivo fue la primera, pero no la última. Los siguientes seis meses me gasté más de 100.000 euros en adicciones»

-¿Sufrió depresión?

-Sí, sí, totalmente, aunque en ese momento no fuera consciente. Llegó un momento en el que me quería morir.

-¿Qué le fastidió más: los amigos que le dieron la espalda o las mentiras que se contaron de usted?

-Las mentiras duelen, porque duelen, pero me dolió mucho más el tema de los amigos. No tengo trato ninguno con casi nadie de los futbolistas con los que coincidí. Solo algo con Diego Mainz, Lucena e Íñigo López. Me alegra cuando les veo y hablo con ellos. Pero ¿sabe cuántos compañeros me han escrito por este tema del libro? Ninguno. Cero. También asumo mi culpa. Yo siempre he ido mucho a mi bola. No he sido el típico amigo que te estoy diciendo todo el día que te quiero.

-¿Se le cerraron muchas puertas tras el positivo?

-Todas. Y eso duele. Casi nadie en España se acordó de mí tras los dos años de sanción. Hubo una oportunidad en el Huesca que no salió, otra en el Alcorcón pero justo me lesiono... Acabé jugando en Chipre y a partir de ahí me fue bien. La gente no lo sabe o no quiere saberlo, pero seguí jugando al fútbol e hice buenas cosas, aunque me metieran mucha caña a nivel social. Y si no sabes como llevarlo, es jodido. Sobre todo por mi familia. Dos de mis hijos ya son hoy mayores...

Desprecio social

«Me metieron mucha caña y se me cerraron todas las puertas del fútbol en España»

-Tiene un divorcio y tres hijos, de tres mujeres distintas.

-Sí. Francis, de 16 años. Candela, de 12. Y Triana, de 3 meses. Con Francis no me hablo. Los detalles del por qué los cuento en el libro. Candela es la hija de mi ex mujer, con quien guardo muy buena relación. Triana es la pequeña, hija de mi actual novia. Y curiosamente, las tres madres de mis hijos se llaman Mari Carmen.

-¿Cómo le explica a un hijo todas las locuras que hizo?

-Candela es una niña muy lista e inteligente. Yo lo he hablado con ella, pero reconozco que es un tema muy duro para tratarlo con un hijo. Afortunadamente, ella me ve como un padre normal. Lo que a mí me fastidia es no haber hecho las cosas mejor para que mi hijos tuvieran hoy la vida, a nivel económico, prácticamente solucionada. Les tocará trabajar, como a su padre.

Dani, posando para ABC pepe marín

-Ahora usted sigue jugando al fútbol en Granada, en el Arenas de Armilla, equipo de Tercera RFEF, y a la vez trabaja de director comercial en Agrobeta, una empresa de fertilizantes y abonos ecológicos y de cannabis.

-Llevo desde 2021 en el Arenas y todas las temporada digo que me retiro, pero no lo hago. Juego por placer, no por dinero. En Agrobeta es donde me gano la vida. La empresa es de mi amigo José Alvarado y juntos también acabamos de montar otro proyecto. Somos unos locos de los animales. Se llama Faunny, y es una empresa dedicada al bienestar de caballos y mascotas.

-Director comercial, futbolista y ¡estrella de TikTok!

-(Risas) Esos son los directos en la cuenta de mi novia. Hacemos el tonto y a la gente le gusta, pero ya le he dicho que lo dejo, que no hago más. No tengo tiempo para tantas cosas.

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