El Madrid hace un destrozo

No hay nada que anime más que entrever un resquicio que deja pasar la luz de un título. Ese 0-0 del Barcelona ante el Athletic hizo pensar a los blancos que los azulgrana pasan de la Copa, como ya hicieron el año pasado. Eso, más el intento de apaciguar la tormenta pasada ante el Sevilla hizo que el Madrid saliese con el traje de pantera. Y no era rosa, sino salvaje. En tres minutos había metido dos zarpazos que habían roto al Levante por todos los costados. Apareció Benzema con un rugido de furia y entre él y Ozil —el primero con un arranque de potencia y calidad y el otro con el temple y talento que le caracterizan— descosieron al rival, que se vio condenado.

En diez minutos de ira y arrojo poco contenido el Madrid había despachado la papeleta con ese afán de Copa que lleva arrastrando años. Si el Barça cae en Bilbao las papeletas de un buen triunfo que salve la temporada (si falla lo demás) son muy altas. Así que el Madrid no cejó en su empeño a pesar de que el Levante, valiente él lo intentó.

El equipo de Luis García viene de una travesía del desierto como pocos han visto. Meses sin ver un euro, jugadores (que no son millonarios) pasando apuros económicos, un futuro incierto y promesas incumplidas hasta que se asentó el equilibrio. Eso, quieras o no, crea un callo que luego se refleja en el campo. Apretaron pues los levantinos buscando a Caicedo, que es un tesoro que están a punto de agarrar con dedos de garfio en cuanto le suelten al City un mísero millón de euros.

En eso estaban, en complicar las cosas al Madrid con su valentía incondicional cuando su zaga la pifió dos veces, una detrás de otra. Primero falló Cerra y Benzema, que iba por el campo dando dentelladas en busca de gloria y redención, clavó el tercero. En el siguiente Ballesteros, que tiene la mala costumbre de olvidar el fútbol para meterse en cualquier rencilla que vea por el verde, erró también y Benzema sirvió en bandeja de oro y platino el cuarto a Cristiano.

Se podía decir que en el 4-0 el Madrid no había tenido rival, pero eso no es totalmente cierto. El equipo jugó bien merced al acierto de Mou al colocar a dos jugones como Granero y Xabi Alonso juntos, algo que dio más hilazón y creatividad al equipo. Es cierto que el Levante estuvo algo blando en acciones puntuales, pero plantó cara hasta que dos acciones individuales le sacaron del partido y de la eliminatoria.

El 4-0 despeñó al encuentro. El Levante se despertó con muy mal humor y convirtió el choque en una caja de mil aristas en que cada jugada había codos, patadas subterráneas y roces continuos. No quería más castigo el equipo de Levante y sacó a sus dragaminas a repartir cera. Ahí empezaron a repartir los Ballesteros, Robusté, Del Horno y demás para que Turienzo mirara al cielo con un desdén intolerable.

Con un resultado así el Madrid lo intentó. pero saltando vallas porque no era cuestión de jugarse las piernas por tonterías. Solo Di María, que no conoce el temor y está en un estado enfebrecido que le hace ir contra gigantes, siguió creciendo y creciendo propiciando la demolición total del rival total con cuatro goles más que crucificaron al Levante.