El baúl de los deportes
Beckenbauer, el defensa perfecto que jugó la semifinal de un Mundial con la clavícula rota
Vídeos para la historia del fútbol: un líder que dominó todas las facetas del juego
La pedrada que tumbó a un árbitro y escandalizó al fútbol español
Seve Ballesteros regateó a la muerte… y le salvó la vida a Revilla
Terror en casa de Cruyff: «Me apuntaron con un rifle en la cabeza tras atarme y amordazarme»
![Beckenbauer, en una jugada contra Cruyff](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/01/08/beckenbauer-cruyff-efe-RIK4UxSlVWQdKNNLvjZdvZM-1200x840@abc.jpg)
Era misión imposible redactar un puñado de frases inéditas sobre Franz Beckenbauer antes de conocer su muerte. Ya estaban agotados los elogios y las descripciones de lo mucho y bueno que hizo sobre los campos de fútbol de medio mundo un jugador que ... habitaba hace tiempo en el Olimpo de este deporte.
Ahora, tras su fallecimiento, siguen quedando las palabras y, afortunadamente, las imágenes que muestran a un futbolista total. A un elegante alemán que dominó todas las facetas del juego, exhibió un enorme liderazgo y dignificó como ningún otro la posición de defensa.
En los libros de historia quedarán para siempre sus números abrumadores, sus estadísticas inigualables y sus éxitos individuales y colectivos. Y en la retina de viejos y nuevos aficionados, la exquisita perfección de un futbolista total plasmada en el abundante archivo multimedia existente. He aquí los vídeos de algunos de sus momentos y cualidades más destacados:
Derrota heroica
El 17 de junio de 1970 Italia y Alemania disputaron una de las semifinales del Mundial celebrado en México. En el minuto 90 el marcador señalaba empate a un gol. Apenas comenzó la prórroga, Beckenbauer cayó sobre el césped tras una dura una entrada del italiano Facchetti. El central alemán tiene la clavícula rota, pero su selección ya ha realizado todos los cambios, así que al defensa le inmovilizan como pueden el hombro y regresa al campo para jugar lo que queda de encuentro. Italia ganó 4-3 el llamado «partido del siglo», pero la figura heroica de aquel titán germano corriendo, defendiendo y conduciendo la pelota con el brazo en cabestrillo es mítica.
El muro de Múnich
Tanto en su club de toda la vida, Bayern de Múnich, como en la selección alemana, Franz Beckenbauer era un seguro de vida. Colocación, velocidad, visión anticipación, contundencia… El catálogo completo de un defensa inexpugnable por tierra, mar y aire. La pesadilla de los delanteros, que le temían y admiraban a partes iguales.
Cabeza arriba, fútbol de altura
Otro sello personal, intransferible y eterno: su forma de amaestrar y conducir el balón desde la cueva hacia el campo rival. Bien fuese tras un pase del portero o tras cortar un ataque contrario, Beckenbauer recibía la pelota, la cosía a su pie derecho y, oteando siempre el horizonte, la hacía circular o volar con pases de criterio y precisión.
El arte de regatear
Lo dicho: Franz Beckenbauer reiventó el concepto de «defensa» en el fútbol. Jamás hizo ascos a adentrarse en las líneas enemigas y, pese a su condición de zaguero, dirblaba con estilo más que digno. En su legendario camino dejó a unos cuantos rivales tirados por los suelos.
Pases mágicos con el exterior
En corto o a más de 30 metros. El exterior de la bota derecha de Beckenbauer acariciaba o golpeaba la pelota, en todos los casos con exactitud, y esta aterrizaba en el pie del compañero. El futbolista alemán fue un maestro de esa técnica tan difícil y poco común. Dio infinidad de pases, asistencias y marcó así más de un gol, bien en remate o incluso en el saque directo de alguna falta.
Y por supuesto, goles
En sus ya reseñadas frecuentes apariciones por los dominios rivales, Beckenbauer no se achicaba. Evidentemente, no era su mejor virtud ni su misión primordial, pero miraba de frente a la portería y, si cuadraba, buscaba la red. De hecho, en el Mundial de Inglaterra 1966 se presentó ante el mundo anotando un total de cuatro goles.
Aquella final ante Cruyff
Para terminar como al principio, otro Mundial, el de Alemania 1974. En la final, los anfitriones, comandados por Franz Beckenbauer, ganaron (1-2) al equipo de moda: la Holanda de Johan Cruyff. Beckenbauer levantó el trofeo de campeón y Cruyff fue declarado el mejor jugador del torneo. Doble ración de leyendas del fútbol.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete