Fútbol
Un «basta ya» contra el racismo: «Hay mucho tonto escondido»
Los casos de Getafe y Sestao movilizan a clubes y jugadores, hartos de la impunidad de los agresores
El racismo vuelve a ensuciar la Liga: «Hay que prohibirles la entrada»
![Cheick Sarr, portero del Rayo Majadahonda, tras ser expulsado por encararse con los aficionados que lo insultaron](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/03/31/Imagenbfbfgbgf.jpg)
El sábado futbolístico en España dejó heridas profundas en varios de sus protagonistas. Llamaron la atención dos de ellos. De un lado, Quique Sánchez Flores, entrenador del Sevilla, al que se le pudo ver con el rostro desencajado en las entrañas del Coliseum de Getafe después de sacar adelante una dura rueda de prensa. Allí, el técnico defendió sus orígenes con el corazón encogido después de que su jugador Marcos Acuña fuese tildado de «mono» y a él mismo le gritasen «gitano» desde el graderío del que un día fue su hogar. «Me parece aberrante. Parte del público se cree que puede ir a un estadio a decir lo que quiera», expresó.
Poco después, en el estadio Las Llanas de Sestao, el guardameta del Rayo Majadahonda Cheick Sarr se aguantaba las lágrimas en el vestuario, con la cabeza entre las piernas, mientras sus compañeros intentaban sin éxito insuflarle un poco de ánimo. Había sido expulsado por encararse y forcejear con un aficionado del equipo local instantes después de recibir un gol que había derivado en insultos de «puto mono» y «negro de mierda». Sus compañeros le acompañaron fuera del terreno de juego y tomaron la decisión de no seguir jugando.
No hace ni una semana que, a instancias de la Federación Española, se celebró un España-Brasil cuyo fin último era reforzar el compromiso contra la violencia y el racismo en el fútbol. «Una misma piel», decía su lema. A la vista está que el mensaje sigue sin calar. Aquel encuentro tuvo como actor principal a Vinicius. Su insistente lucha en los últimos meses para erradicar esos comportamientos en los campos de fútbol había servido, en cierta manera, de asidero para organizarlo. El sábado por la noche, después de los incidentes, fueron muchos los que buscaron la reacción del delantero del Real Madrid. Y la encontraron: «Este fin de semana, ni siquiera jugaré. Pero tuvimos tres casos despreciables de racismo en España. Todo mi apoyo a Acuña y al entrenador Quique Flores, del Sevilla. A Sarr y al Rayo Majadahonda, que su valentía inspire a los demás. Los racistas deben ser expuestos y los partidos no pueden continuar con ellos en la grada. Solo tendremos victoria cuando los racistas salgan de los estadios directo a la cárcel, lugar que se merecen». Vinicius ya amagó con marcharse la temporada pasada del campo de Mestalla por los insultos recibidos, algo que en su día sí hicieron futbolistas como Roberto Carlos y Kevin-Prince Boateng.
La Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, dependiente del Consejo Superior de Deportes, lleva un registro de todos los incidentes producidos en los espectáculos deportivos desde 2002. También de sus causas. Los actos racistas y xenófobos se incluyeron por primera vez en el informe de la temporada 2004-2005. Desde entonces las propuestas de sanciones anuales no han pasado nunca de la treintena, muy lejos de otros conceptos como «agresión o insulto a policías o vigilantes de seguridad» o «promoción o participación en altercados», que superan holgadamente el centenar. Nunca se había llegado a la vía penal hasta el año pasado, en la que se abrió juicio oral contra un aficionado del Espanyol por insultar a Iñaki Williams
«Hay que poner diques a esta lacra, hay mucho tonto escondido. Esto tiene que ser un punto de inflexión»
Jorge Casado
Capitán del Rayo Majadahonda
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Ese mismo 2005, en marzo, la Federación Española de Fútbol (RFEF), la Liga y la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) firmaron el Protocolo contra el racismo en el fútbol, donde quedan recogidas las medidas a tomar en caso de que se detecten conductas racistas, xenófobas o intolerantes. ´
Siguiendo ese protocolo, el árbitro Iglesias Villanueva detuvo el Getafe-Sevilla por espacio de dos minutos y medio para que por megafonía se advirtiese a los aficionados. De haber proseguido los insultos, y previa deliberación con los capitanes y la Policía, el colegiado podría haber decidido la suspensión del partido.
En Sestao, los jugadores del Rayo Majadahonda no esperaron siquiera a que se ordenase el protocolo, tal y como reflejó el árbitro en el acta. Ahí, el colegiado Francisco García Riesgo, que no escuchó los insultos, reflejó también un intento de agresión por parte de Sarr hacia él una vez el guardameta había visto la cartulina roja. «En base al acta -asegura la RFEF-, se resolverán las cuestiones de índole disciplinaria». Es decir, la decisión de marcharse del campo, más el intento de agresión de Sarr, podrían derivar en la pérdida de puntos para el equipo madrileño (artículo 80 del Código Disciplinario de la RFEF) y en una sanción de entre cuatro y doce partidos partidos para el portero (artículos 99 y 105). En ese sentido, el club majariego expresó en otro comunicado su «profunda preocupación con la falta de sensibilidad» mostrada al expulsar al jugador sin tener en cuenta las circunstancias. «Esto tiene que ser un punto de inflexión, basta ya», denunciaba en la Cope el capitán del Rayo Majadahonda, Jorge Casado, presente como testigo en la denuncia presentada por su club ante la Ertaintza. Casado también criticó las presiones de la Primera RFEF para que regresaran al campo. «Nos han propuesto volver a jugar por protocolo y nos hemos negado. Hay que poner fin a esta lacra. Hay mucho tonto escondido detrás de un perfil».
Hasta este sábado, el único partido suspendido por un motivo similar fue en diciembre de 2019, cuando el Rayo-Albacete fue detenido por los insultos al delantero visitante Roman Zozulia, acusado de nazi por la afición vallecana. Se acabó de jugar a puerta cerrada.
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