Fútbol
Arsenio, retranca gallega para la construcción del Superdépor
Liga Santander
El gallego fue un técnico, el primero que dio un título al conjunto coruñés, que siempre tuvo el trabajo, la humildad y sabiduría popular como señas de identidad
El partido que era una guerra: mecherazos, petardos, tornillos y un cochinillo
![Homenaje a Arsenio en Riazor en el año 2016](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/05/05/arsenio32-RldsR3RLD1t7B8HS4PoniQP-1200x840@abc.jpg)
Los 116 años de historia del Deportivo de La Coruña no pueden llegar a entenderse sin mencionar la figura de Arsenio Iglesias, un personaje capital en el caminar de un club al que defendió como jugador y al que terminó guiando como entrenador a la celebración del primero de los seis títulos que lucen ahora en las vitrinas gallegas: la Copa del Rey de 1995.
Nacido en el seno de una familia de labradores y el más pequeño de nueve hermanos, para unos fue el 'brujo de Arteixo', otros siempre prefirieron referirse a él como el 'zorro de Arteixo', pero, más allá de apodos y motes futbolísticos, para todos acabó convertido en una de las grandes referencias del deportivismo, al que ayer le tocó llorar su muerte a los 92 años de edad. Entrañable y sencillo, una de esas figuras del fútbol de toda la vida, él fue el ideólogo, constructor y arquitecto del mítico Superdépor, el equipo que terminó culminando su obra levantando la Liga en 2000 ya con Javier Irureta ocupando el banquillo blanquiazul. «Fue el personaje de mayor influencia directa sobre el césped en los 116 años de historia del Deportivo», destacó ayer la entidad coruñesa en su comunicado de pésame.
Nacido en 1930 en Arteixo, Arsenio fue profeta en su tierra, pero también triunfó como entrenador en equipos como el Hércules o el Real Zaragoza, a los que, como al Dépor en 1971 y 1991, acabó devolviendo a Primera división. Pese a los kilómetros y la distancia que le separaba de su admirada Torre de Hércules, su corazón, sin embargo, nunca se separó ni dejó de latir por el conjunto de Riazor, con el que debutó como delantero en Primera división cumplidos los 20 años. Una categoría en la que disputó 238 duelos, aunque no todos con la camiseta blanquiazul (135) porque en la élite también lució los escudos de Granada, Sevilla y Oviedo.
Apartado últimamente de la vida pública y de una afición que le idolatraba, el deportivismo derrama ahora la misma riada de lágrimas que Arsenio tampoco consiguió contener en los ojos de una hinchada que en 1994 asistió en Riazor a uno de los partidos más negros en la historia del cuadro coruñés. Encuentro ante el Valencia en la última jornada de Liga que acabó en pesadilla por el famoso lanzamiento de penalti detenido por González a Djukic en el último minuto que privó a los gallegos de la celebración de su primer campeonato. Un año después, el brujo (o zorro, según para quién) apagó en el Santiago Bernabéu aquel amargo disgusto con la conquista de la Copa en una final ganada ante los valencianos.
En cuatro etapas diferentes
El éxito de un técnico que pasó por el banquillo gallego en cuatro etapas diferentes, aunque en todas ellas bajo un mismo patrón. Una figura entrañable, alejada en todo momento de los grandes discursos y huidizo del foco mediático. Aquella celebración en el Bernabéu fue el primer título en la historia del Dépor y también en la carrera de un entrenador que siempre tuvo el trabajo, la humildad y sabiduría popular como señas de identidad. También esa retranca gallega que le acompañó en las salas de prensa.
Como en aquella inolvidable comparecencia en la que hizo gala de su sencillez cuando un periodista le hizo una pregunta poniendo en duda la efectividad del sistema de juego con 'carrileiros' utilizado por su equipo. «Entonces con qué juego, ¿es mejor con 'diagonaleiros'?», fue la ingeniosa respuesta de Arsenio, un hombre que tenía una relación cercana con sus plantillas y que tenía una actitud paternalista con los futbolistas, a los que en ocasiones acababa tratando como a sus propios hijos.
Un técnico que pasó por el banquillo coruñés en cuatro etapas diferentes, que fue subcampeón de Liga en dos ocasiones y que aparece en las estadísticas como el preparador que más partidos oficiales ha dirigido al Dépor (566), con un balance de 250 victorias, 143 empates y 173 derrotas, con 758 goles a favor y 575 en contra.
Meses después de abandonar definitivamente el vestuario de Riazor, Arsenio puso fin a su trayectoria como entrenador en el Real Madrid, al que dirigió la segunda parte de la temporada 1995-96 tras la destitución de Jorge Valdano.
Arsenio, una figura inolvidable para el deportivismo que cuenta con un busto en los aledaños del estadio de Riazor y que fue nombrado hijo adoptivo de La Coruña. Porque el brujo o el zorro (como ustedes prefieran) dejó huella en una ciudad que venera.
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