40 años del «Gol de Señor», el grito que conmovió a España en la hazaña ante Malta (12-1)
José Ángel de la Casa narraba en 1983 el inolvidable triunfo de la selección ante los malteses en el Benito Villamarín. Los futbolistas recuerdan aquella hazaña irrepetible mientras el periodista y locutor lucha contra el Párkinson
El podcast del España - Malta: El gol de la ilusión
![Uno de los goles en el España-Malta de 1983, abajo parte de aquella selección junto a José Ángel de la Casa](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/12/20/sevilla123-RepgEbPGUUnBJkCaxlQcsdP-1200x840@abc.jpg)
«Cómo se estropean los cuerpos», suspira Rafa Gordillo mientras posa con sus excompañeros de la selección sobre la hierba impecable del estadio Benito Villamarín. Se cumplen este jueves 40 años del segundo partido más recordado de la historia del fútbol español y ... los jugadores jubilados siguen sin creerse la velocidad con la que el tiempo relativiza las victorias y derrotas del pasado. Nadie quita valor, sin embargo, a aquel 12-1 a Malta que permitió a la selección de Miguel Muñoz clasificarse a la Eurocopa de 1984.
Han venido a Sevilla casi todos los futbolistas de aquel día: Buyo (que jugó por lesión de Arconada, titular en esa época), Goicoechea, Sarabia, Víctor, Rincón, el 'Lobo' Carrasco, Zubizarreta (suplente), etcétera. También Juan Señor, autor del duodécimo y definitivo tanto, propulsor del «gallo más bonito de la historia del fútbol» (como dirá Sarabia en un momento de conversación con ABC). Su responsable, el mítico locutor José Ángel de la Casa, es el verdadero homenajeado del encuentro entre periodistas y jugadores organizado por Gerardo González, ex secretario general de la Federación Española de Fútbol.
El partido contra Malta fue la mayor alegría futbolística nacional entre la Eurocopa de 1964 y aquel España-Dinamarca que creó la leyenda de Butragueño en el Mundial de 1986. El país no se había despojado del fracaso deportivo de 'su' Mundial 1982 y podía quedar fuera de la siguiente Eurocopa. Estaba obligada a vencer por once goles de diferencia y el pesimismo estaba justificado: España no había anotado más de cuatro en ningún partido de la fase previa (su última goleada era del año 1970: 7-1 contra Chipre). Tampoco había podido entrenar en el Villamarín, por la lluvia.
No en vano, como recuerda el exzaragocista Güerri (suplente aquel día), las gradas estaban medio vacías cuando el árbitro turco Erkan Göksel dio el pitido inicial. La alineación protagonista de la hazaña es conocida: Buyo, Señor, Goicoechea, Maceda, Camacho, Víctor, Gordillo, Sarabia, Carrasco, Santillana y Rincón. «Yo decía que era posible clasificarnos», insiste Zubizarreta. Pero Jesús Álvarez, reportero de RTVE aquella noche en la banda, recuerda claramente la resignación del público cuando llegó el descanso y la selección ganaba por 3-1: «Jamás pudimos imaginar el material increíble que grabaría nuestro cámara una hora después». (parte del cual se estrena ahora en un especial de 'Conexión Vintage', dirigido por Paco Grande).
Un campo embarrado
La proeza vino lógicamente facilitada por la condición 'semiamateur' de la selección maltesa. Sólo algunos de sus futbolistas habían jugado en el extranjero; entre ellos, John Bonello, el guardameta titular. Sin embargo, en el partido de ida disputado en La Valeta seis meses antes, España no lo había pasado bien: venció 2-3, en un campo de tierra, y consiguió el gol de la victoria en el minuto 85. En Sevilla, en la previa, Bonello llegó a decir que no volvería a su país si le marcaban once goles.
La abundante lluvia caída esa semana benefició paradójicamente a España (un equipo muy superior técnicamente). «El campo se puso pesado», rememora Sarabia, «y a un equipo con pocos profesionales eso le tenía que pasar factura en la segunda parte». La selección cuenta que empezó a tener fe en lo imposible cuando vieron, todos juntos, el partido que habían disputado sólo cinco días antes Holanda y Malta (5-0). «Holanda ganó sin despeinarse, podían haberles metido algunos más».
Al comienzo de la segunda mitad, España necesitaba marcar nueve goles para clasificarse: exactamente un gol cada cinco minutos. La hipótesis del amaño ha sobrevolado innumerables conversaciones en estas décadas, pero a los jugadores les molesta bastante que se mencione. «Es muy fácil», explican varios de ellos: «Recomiendo a quien lo crea que vuelva a ver el partido y mire a ver si nos dan alguna facilidad». «No he corrido más en mi vida ni he sentido más presión en mi carrera en el fútbol», asegura Sarabia: Se da la circunstancia de que Miguel Muñoz había denunciado el Malta-Holanda (0-6) de ese mismo año como «un arreglo antideportivo» y asegurado que varios directivos malteses le confesaron la venta del partido.
Cuando se vuelve a ver el encuentro, queda clara la fe extraordinaria que tenía un gremio en la victoria de España: los recogepelotas. Carrasco opina que fueron un ingrediente necesario. «He repasado el partido con detalle, y se jugaron casi 28 minutos por cada parte, cuando lo normal era jugar entre 24 y 26 minutos. Fue también gracias a ellos, había uno cada cinco metros; no recuerdo haber vivido nada así durante mi carrera». Buyo, siempre al borde de la risa, se pone serio para recordar que los jugadores no felicitaban ni siquiera al compañero que metía el gol (anotaron cuatro Santillana y Rincón, dos Maceda, uno Sarabia y el definitivo, Señor): «Cuando nos pusimos 8-1 en el minuto 64, la concentración era sobrehumana».
Buyo jugó fuera del área casi todo el segundo tiempo. Para entonces España era ya (en palabras de Carrasco) «una fábrica de centros. Entramos en un estado de locura… Ni el mejor guionista del mundo hubiese podido concebirlo. De verdad, no es por exagerar: si hubiésemos tenido que llegar a los 14 goles, hubiésemos llegado. Estábamos como locos, Malta estaba absolutamente indefensa, los arrasamos (con todos mis respetos)».
Delirio en el Benito Villamarín
Fue en el minuto 84 cuando llegó el gol de Juan Señor, 'Juan II de España' (Carrasco dixit), que había fallado un penalti en el primer tiempo del partido y querido que se le tragase la tierra. Hoy es uno de los futbolistas más sonrientes: «Qué emoción me produce esto... Sinceramente, éramos una piña verdadera; trabajábamos todos para todos. Por eso fue posible la gesta. Cuando te propones algo y todo el mundo tiene esa energía, puedes conseguir cosas aparentemente imposibles».
1983, el primer año de Gobierno de Felipe González, había sido muy complicado para España: ETA asesinaba todas las semanas y el ambiente económico venía convulsionado por la expropiación forzosa del grupo Rumasa. Por si fuese poco, el mismo mes del partido dos catástrofes habían sensibilizado adicionalmente a la población: primero, el accidente de Barajas entre un avión de Iberia y otro de Aviaco que costó la vida a 92 personas; después, días antes del partido, la muerte de 80 personas en la discoteca 'Alcalá 20', también en Madrid.
El 12-1 a Malta quedó como la gran gesta deportiva de una generación a la que seis meses después, en Francia, sólo la mala suerte le privó de conquistar la Eurocopa. Manuel Delgado Meco, expreparador físico de la selección, lo tiene muy claro: «Aquellos jugadores eran buenísimos y también podían haber ganado un Mundial. Si no lo hicieron, ni tampoco en los años 90, fue por detalles».
Cuando concluyó el partido, el Villamarín sufrió una invasión de campo. Futbolistas y aficionados celebraron hasta el amanecer («fue un festival», en palabras de 'Poli' Rincón, que logró escamotear el balón y quedarse con él). RTVE interrumpió la programación habitual. Algunos periódicos europeos expresaron dudas sobre el resultado, pero el seleccionador holandés, Kees Rijvers, reaccionó con nobleza: elogió el juego español y afirmó: «Los milagros también existen en el fútbol». (No había querido ver el partido en directo). Los malteses consideraron la derrota con una gigantesca humillación y Bonello fue criticado incluso por sus compañeros. El presidente de su Federación sólo pudo aguantar en el palco hasta el décimo gol. Aquella derrota motivó una reestructuración completa de la gestión deportiva en el archipiélago mediterráneo.
«Fue la hazaña más importante del fútbol español», explica con voz débil pero animosa José Ángel de la Casa, invitado a Sevilla como coprotagonista de aquella noche mágica (su celebración del gol de Señor es hoy un politono de móvil). De la Casa dejó TVE en 2007, tras más de 30 años de servicio, precisamente antes de la Eurocopa de 2008. Le habían diagnosticado párkinson. Hoy toma una veintena de pastillas al día y vive en un pueblo de Toledo, alejado del ruido. Su sola presencia humedece los ojos a varios de los héroes del 21 de diciembre de 1983. Algunos mantienen un físico extraordinario, otros están casi patizambos por el estrés óseo del fútbol. Se estropean los cuerpos, como dice Gordillo, pero no el recuerdo. A lo sumo, quizá, se embellece un poco.
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