SELECCIÓN ESPAÑOLA

El regreso de los hijos descarriados

Del Bosque reúne hoy a once internacionales de Madrid y Barça con la misión de restañar las heridas de los clásicos

El regreso de los hijos descarriados EFE

M. Á. BARROSO

La marejada amenazó con ser ciclónica hace apenas un mes, cuando las semifinales de la Champions pusieron el colofón a una serie de clásicos donde el fútbol cedió ante el ruido . Los protagonistas: los amigos de la selección campeona del mundo. Feas entradas, miradas que matan, palabras que duelen. En el campo y en el túnel de vestuarios. En caliente y en frío. Las propias instituciones echaron sal en las heridas con un cruce de acusaciones y de denuncias. De repente, la pax delbosquista amenazaba ruina . «Nada será igual», se apresuraron a vaticinar algunos augures. El asunto no era anecdótico: demasiadas veces la selección española ha estado sentada sobre un volcán, con tensión indisimulada entre técnicos, jugadores y medios. El cambio llegó hace poco. Los éxitos cosechados en la Eurocopa y el Mundial y, sobre todo, la «humildad y sensatez» —a decir del propio seleccionador— de esta brillante generación de futbolistas parecían argumentos a prueba de bombas. Pero no de clásicos .

Hoy, a las 11.30 horas, once de esos «hijos descarriados» de Del Bosque ha vuelto a verse las caras en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas : Casillas, Arbeloa, Albiol, Ramos y Xabi Alonso por el Real Madrid; Valdés, Piqué, Busquets, Iniesta, Villa y Pedro por el Barcelona. No fueron llamados Xavi y Puyol para que puedan recuperarse de sus dolencias físicas ( de hecho, el capitán azulgrana será operado mañana de su lesión muscular en la rodilla izquierda ). Es la primera vez que la mayoría de ellos se ven después de la guerra que se prolongó desde el 16 de abril hasta el 3 de mayo, más la resaca (Íker y Villa han coincidido en algún bolo publicitario donde cada palabra, cada gesto, fue escrutado por la prensa). Se ejercitarán esta misma tarde y mañana antes de viajar a Boston. Los amistosos frente a Estados Unidos y Venezuela quedan en un segundo plano ante el morbo del reencuentro.

Felicitaciones y recados

Las vísperas han tenido de todo, desde gestos deportivos a recaditos. Casillas se apresuró a felicitar al Barça por la conquista de su cuarta Liga de Campeones . El capitán del Real Madrid eligió su perfil de Facebook para dejar el mensaje: «Enhorabuena a mis compañeros de seleccion Xavi, Puyol, Víctor Valdés, Iniesta, Pedro, Villa, Piqué y Busquets». Sergio Ramos hizo lo propio desde Twitter: «Hola a tod@s. Quería felicitar al Barcelona y en especial a mis compañeros de selección. ¡Un saludo!». Tras la conquista de la Liga por parte de los azulgrana, el meta también dio parabién a sus rivales, aunque no personalmente porque nadie del club catalán hizo lo mismo cuando el Real Madrid ganó la Copa del Rey . El domingo, en un Camp Nou abarrotado para festejar a los campeones de Europa, Gerard Piqué cogió el micrófono y recordó: «Nosotros ni nos drogamos, ni nos tiramos ni compramos a los árbitros; solo jugamos al fútbol» .

Del Bosque tiene trabajo. Más de pacificador que de técnico. Ha dejado caer, con exquisita educación, que no permitirá que asomen cuentas pendientes . No les soltará una charla nada más llegar. Quiere desdramatizar. Cree que con el tiempo y con el recuerdo de las imágenes del Mundial las aguas volverán a su cauce. Ya ha hablado con algunos de los protagonistas de las broncas. Por ejemplo, con Piqué, que supuestamente se burló de los «españolitos» en el túnel de vestuarios del Bernabéu tras el partido de Liga («Ahora os vamos a ganar la Copa de vuestro Rey»). Aunque otra versión cuenta que Pepe se lió con él a escupitajos. El central quiso aclarar a Del Bosque que no quiso desprestigiar a ninguna institución española . Después de aquel incidente, la final de Mestalla acaparó la mayor cantidad de agravios: plancha de Busquets a Alonso, pisotón de Arbeloa a Villa, discusiones sin fin entre Ramos y Piqué, Casillas mandando callar a Xavi... Los amigos de la selección se transformaban en enemigos . Atrás quedaba la complicidad y el buenrrollismo de la experiencia surafricana que Pepe Reina, portero suplente y «humilde speaker » de la Roja, desvela en su libro «El mundo en nuestras manos». «La unión del vestuario fue clave en el triunfo». Tal vez las últimas y amables palabras vertidas en las redes sociales hayan acabado con la marejada . Pero... ¿habrá todavía mar de fondo?

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