Laporta cede poco y gana mucho

Pero cuestiones más institucionales y financieras afectan también a este fichaje. Laporta ha sido siempre proisraelí, como judía es la banca de inversión que le ha prestado 2.100 millones, más de la mitad de los 4.000 en los que está actualmente valorado el club. Y en Goldman ha gustado mucho el ninguneo con que el presidente del Barcelona ha tratado al emir propietario del Al Sadd, y que no haya viajado a Doha para favorecer la fotografía entre ambos, en claro contraste con la bajeza con que el expresidente Sandro Rosell mancilló la camiseta azulgrana poniéndola al servicio del Estado criminal de Catar. Este terreno aparentemente simbólico, no es sólo simbólico, y quedar bien con Goldman, con Israel y con los judíos en general es algo sentimental para el Jan romántico que habría querido participar en la Guerra de los Seis Días, y resistir en el Éxodo con Paul Newman, pero es también y sobre todo algo estratégico para el presidente estratégico que tiene que afrontar la reconversión empresarial del club y preservar su cargo de conformidad con los nuevos dueños, además de organizar el suculento reparto de dinero y poder cuando el Barça establezca su próxima propiedad.

A pesar de la evidente crisis de juego y resultados, lo deportivo es lo menos importante en este momento de un club que da por perdida la temporada. Hay en juego aspectos mucho más relevantes, desde su transformación empresarial hasta la remodelación del Camp Nou y la urbanización de sus alrededores, pasando por la alianza con Florentino Pérez y Andrea Agnelli para, con la creación de la Superliga, tomar el control del fútbol europeo.