«Hay que sentir la pertenencia al Atlético»

Llegó Diego Simeone y decretó el final de la tristeza, como si fuera un cambio de estación de obligado cumplimiento en el calendario. Se presentó el argentino como entrenador del Atlético con nuevo porte (traje y corbata negros sobre fondo blanco de camisa), pero el mismo espíritu de siempre de su época de jugador. Con la sala vip del Manzanares engalanada con los mejores recuerdos del club —el senado de socios veteranos, ex jugadores de tronío y un aforo repleto— y medio millar de aficionados reclamando paso a las puertas del estadio — no hubo un altercado por la presencia de la policía —, Simeone impregnó la estancia de un vocabulario perdido, al menos hasta que los resultados le lleven la contraria: ardor, pasión, orgullo, identidad, agresividad, velocidad... Conceptos olvidados en un club sin referentes que cree haber encontrado un líder en su nuevo técnico. Si la paciencia no irrumpe como siempre, tiene un año y medio para refrendar su mensaje.

Hace siete años que Simeone se fue del Atlético y dos que visitó el Vicente Calderón por última vez . Fue en un partido contra el Villarreal que se jugó al estilo rojiblanco (0-2 para empezar a hablar y remontada colchonera hasta un 3-2). El argentino aterriza ahora con tres compatriotas de la mano: Germán «Mono» Burgos, que será el segundo entrenador, Óscar Ortega, preparador físico, y Pepe Pasqués, su jefe de prensa particular. Y, sobre todo, vuelve con una filosofía: «Me gustaría un equipo agresivo, fuerte, aguerrido, contragolpeador... Que se identifique con la historia de esta camiseta que nos enamoró».

En los últimos tiempos inciertos y sombríos, el ADN del club también se sintetiza en dos brasas: problemas y presunta rivalidad con el Madrid. Las dos preguntas en formato tópico cayeron sobre Simeone al primer vistazo. Y el argentino pasó elegante y contundente sobre ambas . «No vivo de fantasías ni de ilusiones, sino de la realidad. Y solo me interesa el próximo partido con el Málaga», expresó a propósito del Madrid. «Reyes es un gran jugador, igual que Falcao, Arda, Diego o Arda Turan. Quiero jugadores que quieran estar... Y una unión entre la exigencia del club y su mejor rendimiento», dijo sobre el posible regreso del atacante a Sevilla.

Para quien lo quiso entender, Simeone dejó caer mensajes constantes entre líneas. Por ejemplo, que la confección del equipo no le pertenece —«la gran plantilla que se planificó a principio de temporada al que tendremos que adaptarnos»—. También que, lejos de imponerse el cuarto puesto y la Champions como objetivo , su propuesta real es «acabar bien la temporada». O que puede haber fichajes en el mercado de invierno (se habla del argentino Sosa y en Inglaterra se especula con una presunta oferta a Fernando Torres): «Tenemos hasta el 31 de enero, ¿no es así?».

De forma inteligente y con el ánimo de demostrar que había hecho los deberes, recitó casi al completo a todos los integrantes de la escuadra, línea por línea. «Quiero estar cerca del plantel, charlar con ellos y construir a partir de lo bueno que se hizo, que no todo fue malo».

A pesar del mediocre rendimiento del Atlético con Manzano, el club ha dado de alta a 400 socios más para la segunda vuelta de la Liga. Y Simeone, cuyo apellido se ha coreado siempre en el Calderón, sabe que la afición pesa en la entidad: «Los jugadores deben tener sentido de pertenencia al Atlético. La pasión viene de arriba a abajo. Y debe ser al revés, de abajo a arriba».

En una época de bustos parlantes sin preguntas, Simeone contestó a todo. Incluida una cuestión sobre su relación personal (¿problemática?) con Caminero, director deportivo sentado a su izquierda: «Nunca tuve ningún problema con él. Con unos compañeros te vas a cenar y terminas siendo amigo, y con otros, compartes objetivo. Con José Luis compartí objetivos: ganar».