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Manolo Preciado, un luchador con una vida personal marcada por la fatalidad

El entrenador había perdido a un hijo en un accidente de motocicleta, su anterior esposa murió víctima de un cáncer y el año pasado falleció su padre

Manolo Preciado, un luchador con una vida personal marcada por la fatalidad

S. D.

Manolo Preciado era un luchador. En el fútbol y en la vida. No se arrugaba y no entendía otro modo de reaccionar a los mazazos de esta perra vida que apretar los dientes y seguir peleando. La vida le pegó duro y una y otra vez él se rehizo.

El primer drama familiar del entrenador cántabro se produjo hace nueve años, cuando la que era su esposa , Puri, murió víctima de un cáncer. Preciado tenía entonces 45 años. Pero lo más duro estaba por venir. En el verano de 2004, su hijo Raúl, de quince años, sufrió un accidente de moto en el que perdió la vida. Preciado volvió a levantarse.

El año pasado, en el mes de mayo, ya curtido en desgracias, Preciado tuvo que afrontar la muerte de su padre. Un varapalo más que motivó que José Mourinho , con el que había mantenido un abierto enfrentamiento público, le llamara para darle el pésame. Manolo, que no era rencoroso, lo aceptó sin dudar.

El desaparecido entrenador cántabro es un ejemplo de cómo la filosofía del deporte puede inspirar actitudes de tesón y de coraje fuera de las canchas. Una frase suya, cruda y sincera, como era él, sintetiza cómo vivió Preciado y por qué en la hora de su muerte está concitando el reconocimiento general: «La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción». Descanse en paz.

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