La Liga
Gradas vacías, una nueva presión para los árbitros
unque suponga un alivio en según que casos dirigir sin el fervor de las gradas, el colegiado también corre el riesgo de relajarse en un estadio mudo

A poco más de 48 horas del regreso de la Liga, el deseo y la ansiedad por ver otra vez fútbol de élite en España aumenta proporcionalmente al número de interrogantes que se abren con esta inusual vuelta de nuestro campeonato. Una mini ... Liga de once jornadas, con todo por decidir, y muchas novedades. Partidos cada 72 horas, 23 convocados, 5 cambios y estadios vacíos, hecho este que ya de por sí lo transforma todo. En la Bundesliga , la desaparición de la pasión ambiental en las gradas ha afectado de manera notable a la dinámica de resultados favorables de los equipos locales. Los jugadores extrañan a su familia deportiva, que es su afición, se elimina el factor campo y el visitante aumenta sus opciones, pero nadie se ha preguntado todavía qué ocurre con los colegiados ¿Veremos matices en los arbitrajes con la ausencia de público? Las estadísticas dicen que, en algún aspecto, quizá sí.
Hace cuatro temporadas, Maite Gómez -doctora y profesora de INEF en la Universidad Complutense de Madrid- y Pablo Lago -profesor y catedrático de Universidad de Vigo-, ambos especializados en ciencias del deporte y análisis de la competición en fútbol, presentaron un revelador estudio en «Perceptual Motor and Skills» , una afamada revista dentro del ámbito académico con más de 70 años de historia. En él, analizaron distintos aspectos relacionados con el arbitraje y uno de ellos, el tiempo extra, no dejó indiferente a los docentes.
El tiempo añadido
«Analizamos los 380 partidos de la Liga 2014-2015 y cotejamos que el tiempo añadido de cada partido no solo estaba condicionado por las lesiones, los cambios o las pérdidas de tiempo. El factor campo y el nivel del equipo que jugaba como local también influía. Cuando el equipo era más potente, jugaba en casa e iba empatando o perdiendo por un gol, el árbitro tendía a añadir más tiempo del habitual. En concreto, hasta 112 segundos más que la media de tiempo añadido de esa temporada. Si era al contrario, si el equipo local era el más fuerte y ganaba por un solo gol, el tiempo extra señalado era inferior a la media. Es evidente que ambos casos daban más opciones al equipo de mayor nivel para lograr el objetivo de remontar o certificar su victoria», explica a este periódico Maite Gómez. «La presión que ejerce el público local y el alto nivel del equipo que va perdiendo es un doble sesgo contra el colegiado», añade la investigadora.
La percepción que se tiene del arbitraje en pleno 2020 no parece muy diferente a la que se tenía hace diez, veinte o cincuenta años. Un buen número de aficionados al fútbol continúa pensando que el árbitro es un juez con cierta tendencia a favorecer a los equipos de mayor nivel, deportivo y económico. Ni la llegada del VAR ni la profesionalización absoluta del gremio, cuyos sueldos nada tienen que envidiar a los de ejecutivos de grandes empresas, han hecho cambiar de opinión a estos aficionados recelosos de los arbitrajes.
«Esto es muy antiguo. Al equipo que está perdiendo siempre le parece poco tiempo añadido y al que gana, mucho. Desde hace años esta tipificado en el reglamento qué añadir según la circunstancia que suceda, y solo queda como subjetivo las pérdidas de tiempo. Puede que a veces el árbitro se quede corto o largo, pero siempre intenta ser lo más justo posible. Esos datos que me comentas están ahí y no los voy a rebatir. Son los que son, pero yo no creo que árbitros de élite estén condicionados por el público», argumenta Muñiz Fernández , catorce años pitando en Primera (2000-2014) y siete como internacional (2006-2013).
Otro estudio con resultados similares es el realizado por el matemático Ignacio Palacios-Huerta , profesor de gestión, economía y estrategia en la «London School of Economics», además de directivo del Athletic entre 2011 y 2018. Su investigación también analizó la presión social sobre los árbitros y entre sus conclusiones hay datos casi calcados al estudio de Maite y Carlos. Cuando el equipo local gana por un gol de diferencia, el árbitro da un 30 por ciento menos de tiempo extra respecto a la media. Si es al contrario, el local tiene un 35 por ciento más de tiempo adicional . En ambos casos, los porcentajes aumentan si de por medio hay un equipo y un estadio top. Otro dato constatado es que si el equipo visitante empata o pierde por un gol y logra marcar en el tiempo añadido, este se prolongará un 15 por ciento más que si el gol lo anotase el equipo local: «En los minutos finales hay mucho nerviosismo. Aumentan las pérdidas de tiempo y el tiempo que el balón está detenido. Eso es lo que, según mi experiencia, sí influye», justifica Muñiz en un asunto nada baladí. En los tiempos extra se han ganado Champions -el Bayern, en 1999; o el Madrid, en 2014, forzando la prórroga- y Ligas, como la del famoso Tamudazo en 2007.
Estas investigaciones recalcan la condición humana del árbitro y niegan cualquier intención de señalarles con el dedo . Todo lo contrario. Se buscar entenderles y ayudarles a mejorar sus prestaciones: «Si sé que las consecuencias de saltarme un semáforo van a ser sumamente graves, lo normal es que no me lo salte, pero si las consecuencias son muy pocas, es más fácil que lo haga. Beneficiar a un equipo potente tiene menos consecuencias negativas que beneficiar a un equipo pequeño, y es totalmente humano y comprensible actuar así», explica Maite.
Ahora que la Liga vuelve sin público puede que todo este baile de datos cambie de pareja, o no, y parece de sentido común pensar que sin el público el árbitro se quita un pequeño peso de encima, pero para Muñiz Fernández el foco debería estar en otra arista: «Para un árbitro pitar en campos de hasta 100.000 aficionados es una motivación. Muchas veces es el público el que te mete en el partido. Por eso, ahora el aspecto mental es clave. A nivel táctico y técnico nada va a cambiar, pero los árbitros son deportistas de élite y también les va a costar arrancar tras tanto tiempo parados. El ambiente frío puede confundir al colegiado y que se relaje, y ahora se requiere doble dosis de concentración y atención. Hay que evitar creer que estás pitando un entrenamiento», sentencia el exárbitro.
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