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Amargo despertar de Osasuna
El Madrid le vapulea sin piedad en un partido matinal en el que los navarros solo aguantaron 20 minutos
Osasuna llegó como el octavo de la Liga. No el decimotercero o el decimosexto. El octavo. Pues bien, se ha llevado ocho con el Barça y siete con el Madrid . Cierto es que en el Camp Nou le faltaron cinco jugadores y en el Bernabéu nueve, pero con los titulares le habrían caído uno o dos menos. Es igual. Esta Liga no existe. Los equipos llegan ante los dos grandes y, salvo honrosas excepciones, se arrugan. Hasta Osasuna, que pasa por ser un equipo recio, armado y orgulloso, apareció en el Bernabéu con el espíritu apagado , dormida su historia y su clásica animadversión ante el odiado Madrid. [Así hemos contado el partido]
Los blancos de Mourinho ni conocen ni distinguen. Les da igual el que esté enfrente. Les tratan a todos por igual, ya sean nobles, plebe o clase media, les pasan a cuchillo con más o menos celeridad , depende del convencimiento en resistir que tenga el contrario. En el caso de Osasuna fueron veinte minutos, casi media hora en la que estuvieron ordenados, firmes, sin apenas salir, pero aguantando como podían sus hombres. [Estadísticas]
Rendición sin condiciones
Incluso igualó el partido con un error de la zaga blanca de esas que hace jurar en hebreo a Mou . Se fueron los madridistas a protestar al árbitro en tumulto mientras Nano, aprovechando la bobería, se la dio a Ibra para empatar el choque. Mal hecho. Tocaron los blancos a rugido leonino y se fueron a por los navarros con daga en la boca y hachas de matar bajo la bandera del ataque masivo.
En siete minutos, Pepe e Higuaín habían levantado el partido y en la segunda parte el derrumbe rojillo fue total. Las huestes de Osasuna no aguantaron. Antaño eran como los soldados españoles en Rocroi donde los sitiados contestaron a la petición francesa de rendirse con aquella famosa frase de «agradecemos su oferta, pero este es un tercio español». Empero, ayer Osasuna distó mucho de tirar de acero y morir matando . Así que arrojó las armas sin condiciones y en una situación más que deplorable.
El Madrid dominó todo el choque, con asistencias de Di María (lleva nueve), tres goles de Cristiano y un gran partido de Xabi Alonso y de Benzema cuando salió. Todos brillaron a una altura que no dejó opción a Osasuna , que rezaba para que el tormento acabara cuanto antes.
En un torbellino de velocidad, con contragolpes o sin ellos, a cámara lento o veloz, los madridistas desencuadernaron a su rival con goles de todo tipo hasta componer un cuadro en el que el arabesco y la filigrana predominaban sobre la figura, ya deformada, de un Osasuna roto por todos lados.
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