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Celta de Vigo

Nolito, el goleador que no tenía juguetes

La estrella del Celta aprendió a jugar al fútbol en una humilde barriada de Sanlúcar y desde allí ha llegado hasta la selección

Nolito, el goleador que no tenía juguetes AFP

Enrique Yunta

Manuel Agudo Durán, nombre común para cualquier ciudadano de a pie, es en realidad Nolito , sensación de esta Liga que acepta a equipos más allá del Real Madrid y el Barcelona. Entre los dos gigantes de la competición, y con los mismos puntos (18), se hace un hueco el Celta, que vive en la élite gracias a los goles de este delantero de 29 años, la bella historia de un chico humilde de infancia complicada y que aprendió a jugar al fútbol en la calle . Es un Messi de andar por casa, un Cristiano Ronaldo sin el glamour que reclaman las estrellas, un futbolista sensacional que apunta a la Eurocopa -Del Bosque está enamorado de él y de su regate en estos tiempos de escasez dribladora- y que persigue el Barça para repescarle por una millonada.

Los seis tantos de Nolito en esta Liga ( el último fue el pasado domingo ante el Villarreal cuando el reloj agonizaba ) van siempre al cielo, un homenaje eterno a su abuelo Manuel. Por circunstancias de la vida, la madre del jugador no pudo ocuparse de él y entregó el niño a los padres de ella, que se encargaron de la educación y el mantenimiento del chico. «Ellos fueron mis padres, los que se ocuparon de mí», relata Nolito , al que le recogía el abuelo Manuel (era marinero) en la puerta del colegio y se lo llevaba al parque a jugar. Creció en una barriada de Sanlúcar de Barrameda y en su casa no siempre llegaba para todos, pues su abuela tuvo once hijos y son más de treinta primos. De ahí que no hubiera abundancia ni grandes premios en los días señalados. «Juguetes, los justos. Había que comer primero antes que jugar. Mis amigos tenían tres regalos y yo tenía uno, si llegaba. Y para compartir. Lo primero era comer y vestirse», explicó recientemente a ABC, encantado con su familia y con la vida que ha llevado.

Un viaje a la esperanza

En su caminar hacia la gloria, Nolito ha desfilado por un sendero de espinas . Empezó en el Algaida de Sanlúcar, dio el salto al Sanluqueño y jugó en el Mestalla y en el Écija antes de vestir la camiseta del Barcelona. En el filial azulgrana maravilló a Luis Enrique y llamó la atención de Pep Guardiola, que le reclamó para el primer equipo de vez en cuando, pero el goleador entendió, pese a los intentos del club catalán por retenerle, que necesitaba salir viendo la enorme competencia para triunfar en el ataque del Camp Nou. Optó por el Benfica -se fue con la carta de libertad- y regresó a España para estar medio año en el Granada, último escudo a defender antes de terminar en Vigo . Desde 2012, es el héroe de la ciudad gallega y la gran esperanza para asentarse entre los equipos de la burguesía.

Nolito habla con gracejo andaluz, es educado en el cara a cara, no puede vivir sin su flamenquito y asegura que es muy feliz en el Celta , al que solo cambiaría por el Barcelona en el caso de que el rumor se convierta en oferta sin olvidar que le quedan tres años y medio de contrato. Hoy, a las 16 horas, Balaídos coreará su nombre, como cada tarde de fútbol, después de entonar La Rianxeira porque llega el Madrid, una justificada jornada de fiesta mayor . «Uno no sabe cuál es el mejor momento de su vida, pero estoy feliz, me encuentro muy bien», resume. Soñó con ser como Romario, el delantero que más le gustaba siendo un crío, pero prefiere ser simplemente Nolito, el gol de la calle.

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