LIGA BBVA
Montanier, el cumplidor silencioso
El técnico francés, tras una temporada estratosférica e inconmensurable, abandona a una Real Sociedad de Champions

Si el objetivo es la permanencia y el sujeto lo cumple con holgura, pitos y críticas. Si el equipo despliega un fútbol brillante pero en el terreno de juego no está Rubén Pardo, pitos y críticas. Si la sala de prensa no está animada por sus declaraciones, pitos y críticas. Si hace una de las mejores temporadas de la historia de un club, pitos y críticas.
Philippe Montanier se cansó. Estaba en un zulo oscuro, sin luz, harto, desesperado. Cuando la puerta despertó un mínimo rayo de luz, el francés se escapó con astucia como si de un felino se tratase. Su ausencia dejará un mal sabor de boca a los aficionados y a la prensa, que nunca confiaron en él. Ya no podrán pitarle ni criticarle. Se espera un nuevo técnico que se exponga a ello.
Se va como vino: en silencio, sin molestar. Pero con la satisfacción de cumplir con todos los objetivos asignados en cada campaña. En la temporada 2011-12, la Real Sociedad peleaba por mantener la categoría y el estreno del francés en el banquillo «txuri-urdin» fue aceptable. El club se salvó con una amplia distancia. A pesar de recibir ataques de la prensa y silbidos de los aficionados —insatisfechos con su juego—, Montanier confió en su trabajo al frente del club donostiarra.
Solo necesitó otro año más para hacer historia, al igual que otro compatriota suyo: Raynald Denoueix. Esta temporada, el equipo ha respondido de manera sólida, sobrado de fuerza, con un fútbol bello, sin olvidar las subidas de los laterales, con un «killer», con la magia de sus volantes. En definitiva, de lo mejor que se ha visto en la Liga BBVA. Pero Montanier tenía, además de sacrificio y esfuerzo, memoria. Harto de todo el ruido acostumbrado a recibir —por realizar correctamente su misión—, huyó en cuanto tuvo la ocasión.
El Rennes francés arrebató a la Real Sociedad a su joya menos valorada. El conjunto de Anoeta intentó retener al galo con la nostalgia de la Real de 2003, aquella que estuvo a punto de ganar la Liga y descendió un año después.
En silencio, Montanier ha dado una lección. No ha necesitado ruidos ni egos. Llegó, vio, venció y se marchó .
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