El Baúl de los deportes
Resacón en Mónaco: aquella movida con Schumacher y la juerga final de Alonso
El 28 de mayo de 2006 el piloto español ganó por primera vez el mítico gran premio del Principado centroeuropeo
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![Fernando Alonso cruza el primero la línea de meta del GP de Mónaco de 2006](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/05/25/montecarloEFE-RcByhBxrmOsT3UhBrBS6o0M-1200x840@abc.jpg)
Lo que pasa en Mónaco, se queda en… la retina y las hemerotecas de todo el mundo. El Gran Premio del Principado es el más famoso y especial de la Fórmula 1 desde el mismo nacimiento del campeonato mundial en 1950. Todo lo que acontece el último fin de semana de mayo en el diminuto país centroeuropeo (dos kilómetros cuadrados de superficie) tiene enorme repercusión, pero hay ediciones en las que confluyen factores extraordinarios que las convierten en inolvidables. La del año 2006 fue una de ellas.
Era la séptima fecha del calendario y en ella se volvían a citar dos colosos que luchaban por el título. Fernando Alonso, joven campeón en 2005, lideraba la clasificación a lomos de su Renault. Sumaba 54 puntos, 15 más que Michael Schumacher, piloto de Ferrari y legendario heptacampeón mundial (1994, 1995, 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004). El alemán ya había ganado cinco veces en Mónaco; el español, ninguna. Y no es necesario explicar lo que significa para cualquier piloto subirse a lo más alto del podio en Montecarlo.
Hasta el año 2021, el fin de semana automovilístico monegasco era un poco más largo que los demás. Las dos primeras tandas de entrenamientos libres se celebraban el jueves, así que el viernes los pilotos tenían libre. En realidad, ese día descansaban al volante, pero afrontaban una agenda repleta de citas promocionales y saraos varios programados por los jefes de la F1, los patrocinadores y los que conforman el poderoso entramado político—económico de este deporte global.
Porque el GP de Mónaco era, y es, otra cosa. Así lo dibujaba José Carlos Carabias en ABC el 26 de mayo de 2006: «Por 18.000 euros de nada, cualquier pudiente está autorizado a ver desde una terraza el tránsito de fórmulas 1 bajo sus pies. En la curva del Casino, frente al puerto más famoso del Mediterráneo, es posible ver a los monstruos de ahora, Alonso, Schumacher, Raikkonen, deslizarse a toda mecha bajo el balcón. Sólo hay que pagar por el capricho, pero, total, estamos en Mónaco, sede de príncipes y princesas, del antiguo linaje Grimaldi, y aquí no hay problema. Cualquier cosa vale con tal de aparentar».
«Esta es la carrera más famosa del mundo del motor y la más prestigiosa»
Fernando Alonso
Ganador del GP de Mónaco 2006
«El Mundial para este fin de semana en Mónaco, el circuito antediluviano, el más alejado de las nuevas tendencias, el que prohíbe adelantar. Pero, sin lugar a dudas, el escenario más reconocible de la F—1, el que ha convertido a esta pequeña colonia de 198.000 habitantes en un destino idolatrado. Mónaco equivale a Fórmula 1, al túnel, el Casino, la piscina y, sobre todo, los yates… Mónaco es todo eso, el efluvio de los euros, ver y ser visto. Y además, una carrera de coches… Hoy Mónaco saluda a los visitantes con otra identidad. Es el Gran Premio del 'glamour', si como tal se puede entender a la apariencia de riqueza, y la abundancia. Se emplean 6.500 neumáticos en proteger la pista, se utilizan 33 kilómetros de raíl para guardar los accesos, se cobran 50 euros por una cerveza y un perrito. Y, sobre todo, es el único que permite transitar los viernes a los coches por el trazado del domingo».
Pilotos probadores
Hace 17 años, en la parrilla había 22 bólidos correspondientes a once escuderías. Por aquel entonces, en los entrenamientos libres se permitía la participación de los pilotos probadores. Estos, ansiosos en busca de un asiento oficial, intentaban aprovechar esa oportunidad. Lo daban todo. De ahí que dos de ellos, Alex Würz (Williams) y Anthony Davidson (Honda), marcasen los dos mejores tiempos del jueves en 2006. Alonso quedó cuarto y Schumacher, décimo.
Tras el viernes de asueto deportivo, ABC ya avisaba de lo que se jugaba el sábado sobre el asfalto monegasco: «La primera línea de la parrilla es la victoria». Y ampliaba la previsión: «Ganan, sobre todo, los que exprimen su talento el sábado. En las últimas diez ediciones, sólo dos pilotos vencieron sin salir desde la primera línea: Montoya (2003) y Coulthard (2000). Lo demás consistió en éxitos de los dos mejores del sábado. Raikkonen, Trulli, Michael Schumacher y Hakkinen certificaron la teoría que hoy intenta aplicar Alonso. El asturiano nunca triunfó en el Principado y quiere estrenarse: 'Es necesario tomar riesgos en la contrarreloj. Si sales en la primera línea y acabas la carrera, es casi seguro que estarás en el podio. Si no te clasificas entre los cinco primeros, puedes olvidarte de subir al cajón'. Un concepto que no comparte Schumacher, más veterano y experto en lides monegascas. 'Sin la pole también se puede ganar. Lo esencial es disponer de una buena estrategia y de un coche rápido. Se puede ganar saliendo desde el tercer, el cuarto, el quinto o el sexto puesto. Más no'».
Horas después, el piloto germano se desmintió a sí mismo de forma estrepitosa. Lió la mundial en el suspiro final de la sesión de clasificación: «Todo sucedió en la última vuelta de la clasificación, con el cronómetro a punto del cierre y Alonso buscando su mejor giro en pos de su primera pole en Montecarlo. Schumacher había marcado el mejor tiempo, pero el español recortaba distancias. Le había quitado tres décimas al paso por el segundo sector (cada vuelta se divide en tres parciales) y enfilaba la primera pintura de la parrilla. El alemán pensó rápido y la maniobra quedó sellada para la memoria de la Fórmula 1. Para la hemeroteca de los duelos entre Ascari y Fangio, Clark y Stewart o Prost y Senna.
«En la curva de La Rascasse, noventa grados frente a los yates, con la sala de Prensa encima del guardarraíl, en un punto donde los pilotos quitan tres marchas al virar hacia la derecha y la velocidad se reduce a 120 kilómetros por hora, Schumacher decidió aparcar su Ferrari. En una maniobra totalmente sospechosa, de apariencia perfectamente calculada, movió a izquierda a derecha el volante y simuló un trompo que no llegó a producirse. El Ferrari número 5 no rozó la valla. Se quedó a un palmo, como los grandes conductores que cuadran el coche ante el bordillo por la simetría de los espejos. Alonso venía por detrás y se vio penalizado por una argucia legal, una más de las muchas que brotan como setas en el interminable reglamento de la Fórmula 1. Un coche detenido en pista equivale a bandera amarilla, y ésta impide a los pilotos mejorar el tiempo en ese sector por el peligro que supone para la integridad de los demás».
«El asturiano tuvo que frenar por ley —no podía correr—, además de esquivar al germano en la curva. K.O. para la pole. Segundo porque así lo quiso su enemigo. Michael Schumacher pensó en todo mientras conducía a más de doscientos por hora. Dejó en fuera de juego a Alonso con una artimaña que supera con mucho la treta del ratero, la maquinación del manipulador. Fue digna de Maquiavelo. Se trata del primer accidente de la historia en el que no hay ningún daño. El coche salió intacto de La Rascasse, empujado por los asistentes. El piloto no sufrió un rasguño. Tampoco dio una vuelta de giro completa al volante en el típico trompo, sino dos tímidos desplazamientos para evitar que el Ferrari chocase. El monoplaza se caló y la pregunta se vuelve instantánea. ¿Cómo es posible si todos los bólidos tienen un sistema anticalado? Tampoco metió la marcha atrás, adaptada ya a los fórmula 1 desde hace tiempo. Además de a Alonso, la sutileza del teutón perjudicó a Fischella, Webber y Raikkonen, que también buscaban su mejor registro. Una pequeña obra de arte en honor de todos los pícaros del mundo. 'Se me bloqueó el coche y acabé fuera de la trazada. Intenté retroceder, pero no pude y se paró', se justificó Schumacher».
En la última vuelta de la clasificación, el heptacampeón mundial alemán aparcó su Ferrari en plena curva para impedir que Alonso hiciera la pole
No coló. Después de una inacabable reunión de seis horas, los comisarios de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) consideraron que la acción de Schumacher había sido deliberada y, por tanto, antideportiva. Le sancionaron anulando todos los tiempos realizados en la clasificación y, en consecuencia, fue relegado al último lugar de la parrilla de salida el domingo.
Alonso: «Mejor no digo nada»
El escándalo fue mayúsculo. Curiosamente, el más sereno fue el más perjudicado, Fernando Alonso: «Mejor no digo nada, porque si comento algo se va a volver en mi contra. Habría logrado la pole de no haber sido por el problema en la última vuelta, seguro. El rendimiento de los neumáticos Michelin ha sido fantástico. Tengo mi opinión de lo que ha sucedido, pero no quiero decirla aquí. Ver cómo se echa a perder mi mejor vuelta por un accidente de otro piloto no es nada agradable, pero supongo que estas cosas pasan en Mónaco».
Bastante menos tranquilo se manifestó Flavio Briatore, jefe de Alonso en Renault: «Lo que ha hecho Schumacher va contra la esencia del deporte, va contra todo. Si tiene algún problema conmigo, que venga aquí y me lo diga. Aunque claro, el problema lo tiene él en la cabeza. Un hombre que ha sido siete veces campeón del mundo nos quiere hacer creer que ha cometido ese error, que no lo ha hecho aposta. Por favor, que no se piense que esto es un cuento, que somos Blancanieves y los Siete Enanitos. Es increíble lo que ha hecho».
Schumacher apenas se inmutó: «No he hecho trampa. El coche se caló. Dormiré muy tranquilo esta noche porque si de algo soy culpable es simplemente de haber querido mejorar mi tiempo. Estaba tirando al máximo porque me había dicho por radio que estaba yendo una décima más lento que antes, pero el coche no se comportaba tan bien y en las curvas 6, 10 y la Piscina ya tuve algún problema. Llevo muchos años aquí y sé que tengo enemigos y también algunos amigos, así que puedo sobrellevar esta situación».
Después de la tormenta llegó un chaparrón de alegría que inundó las primeras páginas de los periódicos. El domingo 28 de mayo de 2006, según publicó al día siguiente la portada de ABC, «Alonso logra su primer triunfo en Mónaco». Y en páginas interiores, escrita para siempre, la crónica de una victoria inolvidable: «Ayer venció el asturiano. Lo hizo por su mérito y por las carencias de los demás. Un abandono y un K.O. técnico. La costumbre de Raikkonen de romper motores y el nerviosismo de Schumacher, autor de una trampa flagrante el sábado y de una espectacular remontada el domingo. De último a quinto... A Fernando hay que ganarle. Y en ese tipo de duelos, no concede una sola ventaja... Schumacher se obligó a una exhibición en pos de sumar puntos. Una cuesta arriba que inauguró desde el garaje. No quiso salir desde la última raya, sino lanzado por el callejón. Desde ahí levantó una tarde excelsa. En las dos primeras vueltas del circuito imposible, en el que se prohíben los adelantamientos casi por decreto de la tradición, el alemán se había merendado a seis pilotos... Y así siguió, de charco en charco. Apurando cada frenazo y persiguiendo sombras por el suntuoso paseo marítimo de Montecarlo. Escaló y escaló... Y acabó quinto».
«Durante cincuenta vueltas, el Mundial revivió el duelo del pasado, los dos herederos frente a frente en correcto orden del escalafón… En la vuelta 42, Alonso y Raikkonen habían doblado a quince pilotos, un tercio de la parrilla. Ni cuando se encontraron a siete coches por delante, con Fisichella histérico porque no le sobrepasase su jefe de filas, la pareja se puso nerviosa. Arremetieron contra todo y limpiaron la pista con una precisión estimable. Hasta que Raikkonen, que tanto exprime su monoplaza, repitió una imagen habitual. Su coche varado y echando humo. Se acabó el duelo y la carrera. Alonso contemporizó, encendió la calculadora porque salían las cuentas. Diez puntos más, aun a costa de dejarse adelantar por Schumacher (que iba con vuelta perdida) y Fisichella, y de nuevo rumbo al título».
La carrera estuvo marcada por la lluvia intermitente, lo que hizo que las condiciones de la pista fueran resbaladizas y difíciles de manejar. Varios pilotos cometieron errores y hubo varias salidas de pista y choques. A pesar de las condiciones desafiantes, Alonso logró mantenerse en el primer lugar, mostrando sus proverbiales control y habilidad sobre mojado. El colombiano Juan Manuel Montoya (McLaren) y el británico David Coulthard (Red Bull) completaron, en ese orden, el podio.
«Una victoria siempre son diez puntos, pero esta es la carrera más famosa del mundo del motor y la más prestigiosa –reconoció el piloto ovetense—. Es buena para mí y para el equipo. Después de ganar hace quince días en Barcelona llega esta victoria aquí. Para mí estas dos pruebas son las más importantes y por tanto estoy muy contento de haber conseguido ganarlas». Feliz, salió del Principado con 21 puntos de ventaja sobre Schumacher. Y dijo lo que tenía que decir: «Todavía es pronto para pensar en el título». En efecto, hubo que esperar cinco meses. Hasta la última cita del calendario, el GP de Brasil (22 de octubre), donde Fernando Alonso se proclamó bicampeón mundial de Fórmula 1.
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