Fórmula 1
Pases vip a precio de oro: 27.000 euros por estar cerca de los pilotos de F1
Gran premio de hungría
Las élites inundan la Fórmula 1 y pagan 8.500 euros en Silverstone, 15.000 en Miami o 27.000 en La Vegas por una acreditación de 'paddock club'
Checo Pérez, un Red Bull en las calles de Madrid

En el céntrico hotel de Budapest, un cartel camino del desayuno anuncia la nueva moda. F1 Experiences. Es un rótulo que se repite hasta la saciedad en la Fórmula 1 gobernada desde hace un lustro por un gigante norteamericano (Liberty Media). El mundo de ... los VIP, élites sociales que pagan grandes sumas por la pulsera exclusiva, la acreditación rosa, el acceso total. La F1 ya no es hoy el planeta exclusivo, reducido hasta convertirlo en coto cerrado, que proclamaba Bernie Ecclestone, sino un mastodóntico parque temático en el que puede ingresar todo aquel que tenga dinero.
El paddock de la F1 es el campamento donde establecen sus oficinas los equipos, suntuosas estancias que se conectan con los camiones/despachos/salas de reuniones y los garajes donde se preparan los coches. El canal cerrado de trabajo para ingenieros, mecánicos, pilotos y personal de la F1.
Un lugar que era con Ecclestone una zona de seguridad, a la que costaba acceder sin invitación o acreditación pertinente. Una burbuja al estilo 'Gran Hermano' que cambiaba cada fin de semana de país o continente. Cuando Liberty compró la F1, Ecclestone dejó una frase crítica para la historia. «La F1 es un 5 estrellas Michelín, no una cadena de hamburgueserías».
En contra de ese diagnóstico, la actual propiedad de la F1 ha transformado el acercamiento a este deporte. Es posible adentrarse en él con la tarjeta de crédito por delante. Es una invasión de vips, de carteles que llevan a su espalda grupos numerosos de seguidores adinerados… Paddock Tour, F1 Experience, Experiencies Hot…
Aston Martin manejó una cifra de 400 invitados en Silverstone, la anterior carrera. Era su gran premio, la fábrica y la sede de la escudería a dos kilómetros del circuito. Pero el resto de las escuadras no se queda atrás. Todos tienen su cartel anunciador y su ristra de invitados por detrás, en Budapest, Silverstone o Austria.
El modelo parece que funciona, al decir los españoles que trabajan en la F1 en el marketing. Según fuentes consultadas por ABC, la F1 ha colgado el cartel de completos en los paddock club durante la temporada. Es la élite de la élite: cocina gourmet en estancias cerradas con vistas a la recta de meta, paseos por el 'pit lane' y el paddock, acceso a los garajes y a la ceremonia del podio, y charlas con los pilotos (Alonso, Leclerc, Norris, Bottas, Button, Mark Webber), entre otras prebendas.

Los invitados son usuarios de primer nivel económico. Una entrada individual de cuatro días para el fin de semana del gran premio de Silverstone costaba 8.500 euros. En Miami, hace un mes, la cifra escaló hasta los 15.000. Y en Las Vegas, tope de gama al final de temporada, la cantidad se dispara: 27.000 por pase vip.
La sed por el consumo de Fórmula 1 tiene que ver, al decir de la mayoría de las voces consultadas, con el éxito de la serie 'Drive to survive' (Conducir para sobrevivir) producida por Netflix.
Firmar autógrafos
Un viaje al interior de la Fórmula 1 que, después de la pandemia del Covid, ha provocado una explosión general. «La F1 no se ve como carreras de coches, sino como una serie más», dice Carlos Oñoro, el mánager de Carlos Sainz quien ha experimentado en su propia persona la popularidad generada por la serie. El representante del piloto madrileño firma autógrafos en cada gran premio, debe hacerse fotos con los invitados y comprueba cómo los seguidores de Ferrari se apostan cada fin de semana a las puertas del hotel en modo fútbol, cuando antes de Netflix no los esperaba nadie y casi ningún seguidor tenía conocimiento de la existencia de Oñoro. Su expresividad y su estilo espontáneo en el documental le han granjeado una popularidad inusitada de Australia a Abu Dabi, de Hungría a Brasil o Estados Unidos.
Entendida la Fórmula 1 como una serie más de televisión y no como un deporte de válvulas, motores o perfiles aerodinámicos de los coches, ha provocado un interés del público femenino.
Según informó Netflix la inversión inicial para producir la serie fue de cinco millones (dos para Mercedes y Ferrari y 250.000 para el resto de equipos), mientras los ingresos de la Fórmula 1 se dispararon por encima de los 2.500 millones en 2022, un incremento interanual del 20%.
A partir de ahí, todo crece en términos económicos: el interés del público asistente (5,7 millones, un 36% más que en 2019), los derechos de televisión, el reparto de dividendos a las escuderías…
Ecclestone dirigía su negocio hacia grandes fortunas de alto poder adquisitivo y edad por encima de los 40 o 50. Según recogen los datos de Netflix, el espectador medio ha pasado de 37 a 32 años. Y el mensaje ha cambiado: ahora se celebran conciertos de rap en la F1, festivales de música y el mundo digital se ha impuesto de manera definitiva.
El tejido de los coches ya no importa, sus pontones y mejoras aerodinámicas asoman en segundo plano. La Fórmula 1 es hoy una diversión para el espectador, un día en un parque de atracciones.
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