fórmula 1
Una exigua luz entre el caos
Alonso, segundo en Mónaco, logra su mejor resultado del año en una carrera loca y fantástica
Una exigua luz entre el caos
El Principado abrió su pasarela de agua y color y se hizo el caos. Mónaco regaló una de sus más excitantes carreras, lejos del manual que impone por decreto órdago en la salida, algún accidente sin relevancia para la general y victoria del propietario de la pole. Ganó Sebastian Vettel en una secuencia que retrata a un deportista en vena lanzado hacia su segundo título. En medio de la vorágine, Alonso extrajo lo mejor de sí mismo y apuntó a la victoria con argumentos potables. Conquistó su mejor resultado del año, segundo, pero a bordo de una paradoja. Su peso específico como candidato se va difuminando en el espejo frente a Vettel. Una exigua luz en el Mediterráneo. [Así hemos contado la carrera]
No fue esta vez el coche, el imponente Red Bull que corre, trepa y vuela como si fuera Pegaso redivido. Ni siquiera el soporte técnico de un emporio que nunca erraba en diseño, estrategias, cambios, etc, etc... Sucedió que Red Bull patinó por completo en el garaje, en la única detención de Vettel y en la primera de Webber . Ni con el puntero láser ni el vertiginosa manejo de sus mecánicos... Vettel salió trompicado y con el liderato perdido. Consumió ruedas hasta casi la extenuación porque las circunstancias de carrera y los coches de seguridad le impidieron una segunda entrada, y aún así ganó. Esta vez por coraje y fe. [Las mejores imágenes de la carrera]
Vettel exigió a Alonso lo mejor de sí mismo y el español se mostró exultante en el nivel competitivo. Pero ni así. Se ha topado con un hueso. La tarde comenzó redonda para él, en una buena salida que lo metió de lleno en la pomada junto al alemán y Button, los tres protagonistas del día. Unos metros más atrás, Hamilton reeditaba alguna de sus tardes toreras y se subía por las paredes adelantando pilotos y afeitando bordillos.
Los tres mosqueteros utilizaron diferentes caminos para llegar al mismo lugar, el punto de abastecimiento en el que se jugaron la carrera en las últimas vueltas. Vettel sólo paró una vez, en la la vuelta 16 (neumáticos blandos por super-blandos y a correr). Alonso pasó dos veces por el garaje en su afán por conservar las gomas frescas y no perder ritmo . Y Button se decantó por su habitual jeroglífico. Siempre navega a contra corriente, por escaso o excesivo en su relación con el garaje. Esta vez fue constante en la visita: tres paradas y siempre ruedas nuevas.
Con Alonso en el ritmo de Vettel en el tramo más largo sin acudir al box, las opciones del español empezaron a crecer con el primer coche de seguridad por el accidente de Massa en el túnel del puerto . Presionado el brasileño, claro, por el tripulante más expansivo: Lewis Hamilton. Alonso rebasó a Button en la vuelta 49 con la tercera detención del británico y por ahí empezó a rastrear la victoria. Vettel no se escapó porque en Mónaco el Red Bull no era esa trituradora de costumbre y el escenario de la carrera se dispuso a gusto del consumidor y de las audiencias que persigue Ecclestone. Tres pilotos, tres campeones del mundo, con opción al triunfo en un tren inigualable: Vettel, Alonso y Button, en el mismo segundo a 16 vueltas del final . Equipados, eso sí, en orden inverso a su capacidad resolutiva. Button llevaba las mejores ruedas y Vettel, las que estaban casi destrozadas.
Fue un final magnífico, electrizante porque se adivinaba la ambición de Alonso frente a Vettel, sus ganas de sacarse espinas y frenar al pujante alemán. Amagó un par de veces con meter el hocico en la curva de Santa Devota, pero se contuvo sin espacio para la gestión. Y cuando el aire se cortaba con un cuchillo, llegó el atasco . Una interminable cadena de coches, ocho o nueve doblados, delante de los tres aventureros.
Aquello acabó muy mal. En la aproximación para superar a la caravana, Petrov se fue contra las protecciones y el morro del Toro Rosso de Alguersuari saltó por los aires . Coche de seguridad, la ambulancia y una bandera roja. El ruso fue trasladado al hospital con un fuerte golpe en el tobillo.
El mando a distancia de Ecclestone resolvió por sorpresa que la carrera se reiniciase después con un sprint afeitado: cinco vueltas, pero con una salida siguiendo al coche de seguridad. Un hermoso caos que no alteró el gobierno establecido. Venció Vettel y la exigua luz del segundo puesto de Alonso no parece suficiente para volver a soñar con una pelea por el título.
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