Felix Baumgartner, un salto estratosférico
TERRA INGOTA
Se arrojó en paracaídas en caída libre desde 38.969 metros, batiendo el récord del mundo de altura y velocidad
Heinrich Harrer, siete años en el Tíbet
![Felix Baumgartner durante su salto estratosférico, que fue seguido por millones de personas en todo el planeta](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/11/26/DAMBin-RkgDsPd8VjSskBtw3tKr3UK-1200x840@abc.jpg)
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha viajado para descubrir los límites de la tierra que hollaba. Pero fue en el siglo XX cuando se lanzó a la carrera del espacio. En 1969, una nave tripulada de la NASA llegó a la Luna. Uno de los ... hitos en este afán por ir más lejos y más alto se produjo el 14 de octubre de 2012 cuando el austriaco Felix Baumgartner saltó en caída libre desde una plataforma en la estratosfera desde una altura de 38.969 metros.
Baumgartner había sido paracaidista en el Ejército y era conocido por proezas como arrojarse desde la mano del Cristo Redentor de Río de Janeiro. Jamás nadie había saltado desde una altura de 35 metros, lo que le supuso batir el récord del mundo en distancias cortas de esta modalidad.
El aventurero austriaco estuvo casi cinco años preparando el salto que fue retransmitido en directo por las cadenas de televisión de todo el mundo. Nunca se había intentado nada tan arriesgado. El récord estaba en manos de Joseph Kittinger, un militar estadounidense que había recorrido en paracaídas 31.300 metros en 1960. Muchos consideraban la marca imbatible. Kittinger, que todavía vivía, le ayudó a prepararse.
Aquel día Baumgartner consiguió tres récords. El primero, saltar a una altura de casi 39 kilómetros. El segundo, alcanzar una velocidad en caída libre de 1.357 kilómetros por hora. Y el tercero, superar la barrera de la velocidad del sonido, que es de 340 metros por segundo.
Subió a la estratosfera en Roswell (Nuevo México) a bordo de un globo de helio dentro de una cabina. Al llegar a la cota marcada tras un ascenso de un par de horas, se concentró durante unos minutos antes de saltar al vacío desde la plataforma. Quince cámaras de televisión filmaban sus movimientos.
«Al lanzarme tuve un problema de energía en mi visor. La salida fue perfecta, pero luego empecé a girar. Más tarde, sentí la fuerza de la aceleración. Era realmente brutal. Pensé durante unos segundos que iba a perder el conocimiento. Fue realmente un salto mucho más difícil de lo que pensaba», declaró al tocar tierra. Su aventura duró cuatro minutos hasta que su paracaídas se desplegó y habían transcurrido nueve cuando aterrizó.
Muchos científicos le habían aconsejado que no saltara porque creían que giraría violentamente en la estratosfera y que no podría mantener el control. Igualmente le advirtieron del tremendo choque al toparse con la atmósfera. Le dijeron crudamente que las posibilidades de que todo saliera mal eran del 50%. «La verdad es que no noté nada al entrar en la atmósfera. Cuando aterricé en medio del desierto, sentí el alivio de estar vivo», afirmó.
Uno de los retos mayores fue el diseño del traje a presión, muy laborioso. Baumgartner no se adaptaba porque sufría claustrofobia, lo que requirió la ayuda de un psicólogo. El proyecto, que fue patrocinado por Red Bull, estuvo parado durante ocho meses a causa de la demanda en un tribunal de California de Daniel Hogan, que reivindicaba la paternidad de la idea. El juez desestimó la reclamación.
A principios de 2012, todo estaba ya listo para el intento. Baumgartner realizó un primer ensayo en marzo a 21 kilómetros de altura. En julio, saltó a 29 kilómetros, superando ya los 1.300 kilómetros por hora. Tres meses después, logró su récord, que ya no está vigente. Alan Eustace, un ejecutivo de Google, lo batió en octubre de 2014 al arrojarse desde 41.400 metros.
El aventurero austriaco estuvo casi cinco años preparando el salto que fue retransmitido en directo por las cadenas de televisión de todo el mundo
El paracaidista austriaco, que lleva tatuado en un brazo el lema «Nacido para volar», vino al mundo en 1969 en Salzburgo. A los 18 años se alistó en las fuerzas especiales del Ejército tras haber participado en demostraciones de salto desde que era apenas un adolescente. En 1999, se lanzó desde las Torres Petronas en Kuala Lumpur (Malasia), batiendo el récord de salto desde el edificio más alto del mundo. En 2007, lo superó al arrojarse desde un rascacielos de Taipei a 500 metros de altura.
Hoy, a los 54 años, está retirado. Abandonó el Ejército y montó un negocio de venta y reparación de motos. Pero todavía sigue diciendo a sus amigos: «El aire es mi verdadera casa, el único sitio donde estoy a gusto». Hace dos años, confesó: «Soy un ser humano con miedos. Entonces sentía pavor al saber que todo el mundo me estaba mirando». Superó la prueba con valor y dignidad.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete