Deportes
Exilio o parón, la nueva realidad del deporte en Israel
Sin ligas locales por la guerra con Hamás, la dificultad de los clubes para competir altera el calendario europeo
El islamismo radical está creciendo en el deporte francés

La guerra lo devora todo, también el deporte, y si la invasión rusa de Ucrania envió a un oscuro lugar al gran fenómeno de masas de nuestra época, la situación en el conflicto entre Israel y Hamás no ha sido diferente. Acostumbrados a vivir ... en burbujas, los atletas de élite de Israel fueron, durante unas horas, meros ciudadanos que veían caer bombas sobre sus hogares el pasado 7 de octubre. Su papel en la sociedad les permitió abandonar el país con rapidez o contar con medidas de seguridad superiores, pero quizás el miedo y la adrenalina que les proporcionaba la situación no les permitió ver que su profesión se estaba congelando. Porque, a día de hoy, el deporte israelí vive sus días más complicadas.
El rey fue de los primeros en claudicar. Jerusalén y Tel Aviv, ciudades que albergan a los grandes equipos de fútbol israelíes, resultaron castigadas durante las ofensivas de los terroristas palestinos, e inmediatamente los partidos de liga de ese fin de semana fueron suspendidos. Una situación que no ha cambiado hasta la fecha, pues ningún duelo se ha disputado y, salvo sorpresa, no se hará en los próximos meses.
«Estamos ante uno de los momentos más difíciles de la historia de Israel», señaló Erez Kalfon, presidente de la competición, cuando fue preguntado por el futuro de la competición, dando a entender que, como es lógico, el fútbol ha pasado a un segundo plano. Mientras, en el ámbito internacional, el Maccabi de Tel Aviv seguirá en la Europa League y el Maccabi Haifa, en la Conference League.
Algo más de organización ha necesitado la selección nacional masculina, inmersa en clasificarse para la Eurocopa del próximo verano. Cuanto estalló el conflicto, la UEFA, organismo al que Israel pertenece desde 1994, pospuso los encuentros ante Kosovo y Suiza, que se disputarán el 12 y el 15 de noviembre respectivamente.
En el segundo de ellos, los pupilos de Alon Hazan debían jugar como locales, pero, ante la imposibilidad de hacerlo en su tierra natal, los jugadores fueron evacuados con cierta demora y este mes llegarán a la ciudad húngara de Felcsut. Allí ejercerán de anfitriones en el Pancho Arena, también ante Rumanía, con los que cerrarán la fase de clasificación. Una situación similar a la que vivió la selección ucraniana el año pasado, cuando tuvo que jugar en Polonia sus partidos de clasificación para el Mundial de Qatar.
«Los liberales, que han acusado falsamente a los húngaros de antisemitas, deberán permanecer en silencio de ahora en adelante», sacó pecho el primer ministro Balázs Orbán tras conocerse la noticia. Lo cierto es que Hungría podría acoger un acontecimiento histórico, pues Israel nunca se ha clasificado para una Eurocopa y, por primera vez, podría conseguirlo. Es tercera con 11 puntos (pasan dos selecciones) tras Rumanía (16) y Suiza (15), aunque los primeros tienen dos partidos disputados más que los israelíes y los segundos, uno más.
El Maccabi de Belgrado
Aunque desde el prisma español sea el fútbol el deporte número uno, en Israel es el baloncesto el que más pasiones levanta y el Maccabi de Tel Aviv, cinco Copas de Europa, la joya de la corona. El equipo fue evacuado a Chipre cuando los combates afloraron. Allí, una vez establecido, fue informado por la Euroliga (la liga nacional también se canceló y solo se disputó un encuentro, el Nes Ziona 77-73 Hapoel) de que si quería seguir en la competición debía buscar un estadio que pudiese albergar sus partidos como local. Y Belgrado se convirtió en su nueva casa.
Puede sonar extraño, porque Partizan y Maccabi cuentan con una intensa rivalidad al tratarse de dos de los equipos más laureados de Europa y con dos de las aficiones más calientes del continente. Sin embargo, la sorprendente hospitalidad de los serbios viene porque ellos mismos sufrieron un conflicto bélico, la desintegración de Yugoslavia. En 1991, con el fuego consumiendo los Balcanes, la FIBA comunicó a sus equipos que debían buscar en seis días una nueva sede. Y así nació el Partizan de Fuenlabrada, uno de los conjuntos más históricos que se recuerdan.
El equipo madrileño, que por aquel entonces estrenaba el pabellón Fernando Marín, envió un mensaje a los de Belgrado para que estos se instalaran durante el conflicto. Y el desenlace no pudo ser más épico ya que los chicos de Zeljko Obradovic, quien a día de hoy sigue siendo el entrenador del conjunto, consiguieron su única Copa de Europa tras batir al Joventut de Badalona en una asfixiante final (71-70).

De hecho, en muchos de los partidos locales del Partizan en Belgrado se pueden ver camisetas entre los aficionados con el lema 'Partizan de Fuenlabrada', y ambos equipos homenajean todos los años por todo lo alto aquella alianza (el último, en la cancha abierta de la fortaleza de Kalamegdan, simplemente espectacular).
No sabemos si el Maccabi, que jugará como anfitrión en Euroliga en el Alexander Nikolic Hall (antigua Sala Pionir), tendrá la misma suerte que sus amigos balcánicos, pero parece que la guerra no le ha afectado en exceso. En su primer partido tras el estallido de la contienda, se impuso en casa del Milán (90-98) gracias al maravilloso baloncesto del español Lorenzo Brown, 20 puntos y 12 asistencias para el base ante los italianos. El próximo día 9, ante el Bayern de Múnich de Pablo Laso, volverá a jugar en Euroliga por primera vez en su nueva casa, aunque aún está por ver si será a puerta cerrada o con público.
Incógnitas
La mítica Pionir no solo acogerá al Maccabi, también al Hapoel de Jerusalén en la Champions, pero sin público, mientras que el resto de equipos israelíes en competición continental (Hapoel Shlomo Tel Aviv, Beni Ofek Dist Herzliya, Irona Ness Ziona y Hapoel Galil Elion) no han encontrado una nueva casa y sus duelos se siguen aplazando. El único femenino, Elitzur Landco Ramla, ha sido apartado de la Eurocup al no presentar una alternativa y ante la negativa de sus competidores de acogerlo alegando cuestiones de seguridad.
Solo los grandes emblemas de Israel, selección y Maccabi, han conseguido un trato de favor en las horas más oscuras del deporte israelí, donde las victorias, las derrotas y los entrenamientos han sido sepultados por el exilio, el miedo y la inactividad, pues en tiempos de guerra ningún balón bota con fuerza.
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