Vingegaard cumple las expectativas bajo el temporal lucense

Llueve a morir en un pequeño y acogedor pueblo llamado Taboada, donde comienza esta segunda etapa de O Gran Camiño, pero esta vez la carrera no amaga con restar competitividad a la prueba. Pese al frío, las abundantes rachas de agua y los tímidos oasis de sol, la montaña lucense conoce la piedad. Tampoco parece conocerla el protagonista absoluto de la vuelta gallega: Jonas Vingegaard cumple las expectativas, revienta a Egan Bernal (Ineos) y Jefferson Cepeda (CJR) con un ataque imposible a cuatro kilómetros del fin. Vence en solitario en Chantada, suelta el manillar de su bicicleta a escasos instantes de cruzar la poblada meta, abre sus alas y muestra el danés su inmenso poderío ante los hijos de la bellísima Ribeira Sacra mientras algún rayo de sol rompe tímidamente las nubes en lo que parece una fotografía bíblica. El bicampeón del Tour demuestra que otra vez está en una forma pletórica; ya porta la licra amarilla y, dado su enorme nivel, es impensable que algún mortal pueda discutirle el liderato hasta el fin de la prueba en Tui.

24 segundos después de que el gigante del Visma volviera a dar crédito a la jovencísima carrera gallega, Bernal gana el esprint a Cepeda por media rueda. Brillante el nivel de un liviano escalador colombiano que quizá esté en el camino idóneo para volver a ser el excelente ciclista que un día fue.

No obstante, el que sufre profundamente ante las inclemencias del clima gallego es su compañero y líder del Ineos, Carlos Rodríguez. Atraviesa el final de Chantada el de Almuñécar a más de nueve minutos del prodigio nórdico bajo un rostro horrible. Si en algún momento soñó con desestabilizar a Vingegaard en Galicia, ese sentimiento fue exactamente eso, una ilusión.