Carlos Sainz: «Al crono le da igual si tienes 20 o 62 años»

Los retos de Sainz siempre parecen mayúsculos, pero el de este año aún lo es más. El Ford Raptor T1+ que llevará en Arabia Saudí todavía está aprendiendo a caminar. El vehículo ha realizado unos 10.000 kilómetros de pruebas desde 2023, algunas con el propio Sainz al volante, pero nadie sabe si será suficiente. Ganar con un proyecto iniciado desde cero, ese es el objetivo.

«Si tuviese que ir marcha atrás y hacer una estrategia de cómo empezar un coche no cambiaría nada, y eso es muy positivo. Contar con gente que conoces facilita mucho, sabes que hablas el mismo idioma». Se refiere Sainz a Malcolm Wilson, el jefe del proyecto de Ford, que es también el primero que confió en Carlos en el Mundial de rallys. «Con él sabes que hablas el mismo idioma. Se discuten cosas productivas, no sutilezas». Y luego, la experiencia también cuenta: «Aunque el proyecto sea nuevo voy a tiro hecho. Sé lo que quiero, lo que necesito de un coche, y es lo que pido. Si tengo claro que algo funciona ya no lo pruebo más».

Sainz no solo luchará contra los posibles pecados de juventud de su coche, sino contra una competencia que tampoco se lo pondrá fácil. Toyota, con tres Hilux extraduros pilotados por De Villiers, Moraes y Quintero; y Dacia, que ha transformado el Sandero en un Sandrider para entregárselo a Nasser Al-Attiyah, Sébastien Loeb y Cristina Gutiérrez. Ambos rivales montan turbocompresores frente al motor atmosférico del coche americano.

«Dacia tiene más experiencia y a nivel de fiabilidad es una ventaja. Viendo lo que pasó en Marruecos diría que nunca ha habido tanta igualdad, pero creo que tienen un poco más de velocidad. Me temo que el duelo será con Al Attiyah», reveló el español sobre sus rivales.

La historia dice que nunca un coche completamente nuevo ha ganado el Dakar. Pero, lejos de parecer un hándicap, a Sainz se le iluminan los ojos pensando en lo que eso significa: «Si no creyese que Ford es un proyecto ganador no estaría en él. El primer año de un coche siempre es difícil. Siempre hay sorpresas. Pero las estadísticas están para romperlas, y es algo que me motiva a mí y a todo el equipo». Sainz, por cierto, no quiso confesar a qué distancia se quedó de su hijo en la prueba con el Ferrari F1-75 que ambos realizaron en Fiorano, a modo de despedida para su vástago.

De vuelta al Dakar, Sainz aseguró que de momento no mira más allá de este enero. «El proyecto de Ford es a tres años, pero yo me he hecho la promesa de ir año a año. Miraré al espejo y me preguntaré si me he divertido y he dado la talla. Decidiré en función de esas respuestas», dijo el español sobre la duración del proyecto, dejando como siempre el futuro en el aire.

La narrativa de Sainz, sin embargo, ahora es otra. No hay otro tipo en el mundo que haya conquistado el Dakar con cuatro marcas distintas (Volkswagen, Peugeot, Mini y Audi), ahora se enfrenta al reto de darle a Ford su primera victoria. Suena épico. Suena imposible. En realidad, suena a Carlos Sainz siendo Carlos Sainz. De nuevo desafiando dunas y afinando motores. Demostrando que la edad no es más que un número cuando se trata de derrotar al desierto. «El que me conozca va a detectar enseguida el día que no tenga motivación o ganas. Soy el primero que tiene que darlo todo, hay un equipo de cien personas detrás. El crono no engaña. Puedes tener mucha motivación, pero si no eres rápido… al crono le da igual si tienes 20 o 62 años».