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Baloncesto

Ricky Rubio redebuta con el Barça 13 años después

El base sumó cinco puntos, dos rebotes y una asistencia en la derrota de los azulgranas ante el Mónaco (67-77)

Lessort machaca al Real Madrid

Ricky Rubio, durante el partido contra el Mónaco efe
Pablo Lodeiro

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Noche de emociones fuertes y de derrota en el Palau. El Barcelona perdió contra el Mónaco (67-77), horrible por momentos su partido, ansioso, errático, poco contundente. Amalgama de sentimientos completada por la ilusión que supuso el redebut de Ricky Rubio con los azulgranas. El base volvió a defender los colores trece años después y su afición, que se había despedido del niño, dio la bienvenida al hombre.

Se le notó la inactividad al base, aunque su mente de general en la pista parece estar intacta. Mandó como el que más, arengó a sus compañeros cuando más bajos estaban de esperanza y protagonizó algunas acciones estupendas, aunque a cuentagotas (cinco puntos, dos rebotes y una asistencia en 11 minutos). Sonríe Ricky y el baloncesto español, aunque al de El Masnou solo le falta su primera victoria. Perdió con España ante Letonia y Bélgica y, ante el Mónaco, el resultado no fue diferente. Pero no hay ninguna prisa. Las grandes historias necesitan tiempo para ser contadas.

Comenzó muy bien el Barça, excelsa versión defensiva de los azulgranas, motivados para evitar que Mike James se convirtiese en el máximo anotador de la historia de la Euroliga en sus narices. Necesitaba 29 puntos el estadounidense para superar al mito Vasileios Spanoulis. Incluso pagó de su bolsillo asientos de primera fila para toda su familia, padres, primos y amigos cercanos incluidos. Pero solo ellos estaban pendientes del base del Mónaco. El resto del Palau solo tenía ojos para un jugador.

Marc Gasol llegó imponente al feudo catalán, abrigo largo y acompañados de sus dos hijos pequeños. Nadie quería perdérselo, los nervios se notaban en el ambiente. No era para menos. Ricky Rubio vestía el azul y el grana 13 años después. Se fue como niño prodigio, con flequillo setentero y con ganas de comerse el mundo, y ha vuelto como hombre, barba densa y tatuajes por doquier. Más maduro, con cicatrices invisibles y, por supuesto, convertido en un atleta superior.

El de El Masnou no paraba de hablar con Brizuela y Abrines, celebraba con efusividad las canastas locales aunque siempre con un ojo puesto en Grimau, por si su entrenador le daba luz verde para desembarcar. Y, transcurridos un minuto y 17 segundos del segundo cuarto, al fin llegó su momento. Ovación atronadora para el base que, en sus primeras jugadas con el Barça, se mostró muy mandón, con ganas de asumir galones lo antes posible.

Coincidió el redebut del base con un buen parcial del Mónaco, fallones los azulgranas desde la línea de tres. Movió bien al equipo, encontró al hombre liberado pero los porcentajes no correspondieron. Anotó una bella canasta eso sí, a la media vuelta y a dos metros del aro. Tiempo, hace falta mucho tiempo para que dos gigantes como el Barcelona y Ricky Rubio se cojan de la mano sin temblar, de manera orgánica. Si lo consiguen y no se sueltan, su futuro se antoja brillante.

Tras una ráfaga impresionante de Montiejunas, ocho puntos consecutivos para el lituano, el Mónaco se creció, atacó la pintura con bravura y puso al Barça contra las cuerdas. Los catalanes estaban muy frustrados, finalizaban sin contundencia. Su mal fario se reflejaba en la serie de lanzamiento de Kalinic, que acumuló un cero de siete desde el triple.

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