Un épico Brizuela ahuyenta la crisis del Barça en Mónaco

El buen momento del escolta no fue la única noticia que arrojó el duelo, pues Willy Hernangómez no sumó ni un solo minuto. El madrileño, fichaje estrella de los catalanes en el verano de 2023 y uno de los mejores pagados de Europa, acabó enfrentado con su anterior técnico, Roger Grimau, y ahora parece que mientras Peñarroya permanezca en el cargo, su participación será testimonial. Sus caras en el banquillo visitante eran un poema.

Sin alardes y ante un gélido Mónaco, el Barça se presentó con buena nota en el Principado. Los azulgranas centraban su juego en el gigante Fall, que también barría todos los balones que amenazaban con atravesar su aro. Ante la tiranía del senegalés, sus compañeros comenzaron a encenderse, bien Parker y Punter en el uno contra uno, mientras los locales sobrevivían a base de triples y gracias a la violencia con la que Papagiannis finalizaba en la zona. Dos mates del griego parecieron apretar el marcador, pero el Barça consiguió cerrar el primer cuarto con una ventaja de ocho puntos (17-25).

Fue Brizuela el que recogió el testigo de Fall como líder. Cuando el vasco entra en ebullición, parece que no hay defensa capaz de frenarle. Además, Strazel intentó desconcentrarle utilizando artes dialécticas, acción que tuvo como consecuencia 11 puntos del escolta en sus nueve primeros minutos sobre la cancha. Parecía irreal, una fantasía azulgrana, pero los catalanes estaban dominando al líder de la Euroliga con una facilidad pasmosa. Un triple de Abrines elevó su supremacía hasta los 14 puntos y hasta Peñarroya fue capaz de deshacer el ceño fruncido que le acompaña en las últimas semanas.

Metu y Anderson dotaban de un físico prodigioso a los visitantes pero el ritmo del encuentro comenzaba a descontrolarse, un camino que el Barça debía evitar a toda costa pues, con espacios, la fantástica plantilla de Mónaco, liderada por Mike James y Calathes, podía hacer auténticos estragos. Dos triples consecutivos del primero redujeron la diferencia a ocho. Apretaron los dientes los azulgranas, pero sus rivales estaban desatados y, tras una buena batería de canastas, 10-0 de parcial, llegaron al descanso a solo cuatro puntos de los catalanes (41-45).

Tras la reanudación, el Barça seguía descolocado, daba demasiadas facilidades a un Mónaco que olía sangre. Un triple de Strazel, que había anotado en los tres intentos anteriores, proporcionó a los locales la primera ventaja de la noche (57-54).

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Parecía que los catalanes se desinflaban sin solución pero, con mucho corazón, consiguieron darle la vuelta al electrónico. Metu, pese a que había sido sometido por Papagiannis en la primera parte, comenzó a imponerse al heleno, pero fue un error infantil el que dio esperanza al Barça: en la última posesión del tercer cuarto, un jugador local tocó un triple de Punter que claramente no iba a entrar, lo que se tradujo en tres puntos para los visitantes antes de iniciar el último periodo (60-66).

Como en el inicio, fue un fantástico Brizuela el que aupó a los suyos. Cinco puntos consecutivos del donostiarra y un triple de Punter, que había estado muy desacertado en la primera parte, permitieron a los de Peñarroya soñar con una victoria improbable. Hacían mucho daño al contrataque ante un Mónaco evaporado y desquiciado. Blossomgame cometió una antideportiva ante Anderson y, de la nada, la ventaja azulgrana, después de otra genialidad de Punter desde la larga distancia, era de 16 puntos.

No se daban por vencidos los locales y al Barça le entraban las prisas que siempre le acechan en los finales de partido. Parece que los azulgranas tienen miedo a ganar, a dar el golpe de gracia a un rival herido. Dos pérdidas seguidas y la expulsión de Punter por cinco faltas personales les generaron aún más dudas. Sin embargo, había un hombre que quería ser héroe y Brizuela, con un espectacular triple, ahuyentó a los fantasmas y permitió al Barcelona darse un respiro en la profunda crisis que atraviesa.