Baloncesto
Fran Vázquez, la leyenda que renunció a la selección española y ahora la entrena
El exjugador dijo 'no' a la llamada de Scariolo en 2009 y ahora es ayudante del italiano para el Preolímpico para los Juegos de París
España gana confianza con Brown antes del Preolímpico de Valencia
![Fran Vázquez, durante la entrevista con ABC](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/06/30/vazquez-ladra-Ri5N527J69b1fteeJTPcnqM-1200x840@diario_abc.jpg)
Acelera la selección española de baloncesto, necesitan velocidad de crucero los chicos de Sergio Scariolo porque, desde el 2 de julio, se jugarán la clasificación para los Juegos de París en el Preolímpico de Valencia, un torneo laberíntico, a vida o muerte y ... del que de las seis selecciones participantes, solo una viajará a la capital gala. Para tal empresa, el grupo, tras unos días en Fuengirola, Málaga, se ha trasladado al pabellón madrileño Triángulo de Oro, en pleno barrio de Tetuán. Aprieta el calor y el cuerpo técnico trabaja a destajo para que los protagonistas, los jugadores, lleguen en las mejores condiciones al duelo inaugural contra el Líbano. Pero, de entre todos los mentores, sobresale uno. Sus 2,09 metros de altura, sus manos de coloso y su voz grave intimidan como antaño, aunque su barba pelirroja, sus ojos azules y sus recurrentes sonrisas transmiten confianza. Se vuelca para que Usman Garuba cierre el entrenamiento con una buena sesión de tiro y, poco después, atiende a las preguntas de ABC. Es Fran Vázquez (Chantada, Lugo, 41 años), la leyenda que renunció a la selección y que ahora la entrena.
Hablar de Vázquez es hacerlo de uno de los mejores jugadores del baloncesto español del siglo XXI. Así lo demuestra su envidiable palmarés, en el que se encuentran trofeos como una Euroliga, tres ligas ACB, cuatro Copas del Rey y tres Supercopas de España, la mayoría de ellos conquistados con el Barcelona, donde se convirtió en un pívot temido a más no poder a pesar de su aspecto bonachón. Además, aún posee el récord de tapones de la liga española, un total de 760. Para darle perspectiva a la cifra, el madridista Eddy Tavares, dominador de las zonas de la ACB por antonomasia en los últimos años, tiene 460. «Ahora me lo creo más, pero si me dices cuando tenía 25 años la carrera que se me venía encima, me hubiese reído», relata.
Sus conquistas hablan por sí solas, pero el gallego ha tenido una carrera atípica en muchos sentidos. Por ejemplo, en 2020 se convirtió en el primer jugador de la historia de nuestro país en retirarse de manera telemática, desde su casa de Zaragoza y con la pandemia del coronavirus corriendo a campo abierto. También desechó la opción de ir a la NBA, pese a que los Orlando Magic, franquicia que tenía sus derechos en Estados Unidos desde 2005, estaban como locos por llevarlo al otro lado del Atlántico. «Ya tenía las maletas hechas para ir a jugar a Florida. Pero me surgió un problema personal y preferí permanecer en España para poder estar cerca de los míos. Hubo más oportunidades después, pero yo siempre tuve claro que este era mi lugar», reconoce con la conciencia tranquila. Pero, sin duda, su decisión más sorprendente fue la de renunciar a la selección española en 2009, un equipo del que ahora forma parte desde el banquillo.
El combinado nacional vivía por aquel entonces en la cresta de la ola, venía de conquistar el Mundial de Japón (2006) y la plata en los Juegos Olímpicos de Pekín (2008). Las listas de Scariolo, que se estrenaba como técnico aquel año, eran de difícil confección, pues leyendas de la talla de los hermanos Gasol, Calderón, Navarro, Rudy, Llull, Carlos Jiménez o Ricky Rubio eran los habituales. Y el italiano pensó que Vázquez tenía nivel para unirse al grupo. Sin embargo, su respuesta fue un rotundo «no».
El rumor más generalizado se basaba en que no se había acoplado bien al grupo y que no había digerido bien algunas novatadas de los más veteranos, pero el lucense asegura que fue por el desgaste de una exigente campaña. «Fue por cansancio físico. Ese año estaba agotado, no podía continuar la temporada con la selección». Lo cierto es que también renunció a la llamada de Scariolo en 2011 pero, en 2017, fue capitán del equipo durante los clasificatorios para el Mundial que se disputaría en China dos años después, donde España conquistó el oro, aunque con Vázquez en su casa. Este paso reconcilió a jugador e institución, un apretón de manos que lo ha llevado hasta ser uno de sus entrenadores en la actualidad. «Son decisiones que he tomado con mucho poso. Sopesé los pros y los contras y siempre he buscado la mejor decisión para mí, la que más cómodo me ha hecho sentir. Incluso he estado muchas noches sin dormir, pero siempre he estado satisfecho», argumenta.
Nueva vida en el banquillo
«Fue algo fortuito. Yo estaba trabajando con el Unicaja y me llamó Sergio (Scariolo) para ver si quería seguir con mi formación a otro nivel, aprendiendo de él y de sus ayudantes. Quería alguien como yo, sin tanta experiencia como entrenador pero sí con una perspectiva más de jugador. Y llegó el verano, recibí la llamada y me pareció fantástico», explica Vázquez cuando se le pregunta por cómo ha acabado en el lugar que tantas veces esquivó. La culminación de un nuevo sueño, pues, como asegura, estar en su banquillo es su ilusión desde hace años. «Ser entrenador surgió al final de mi carrera. Quería preparar el terreno para cuando ya no pudiese jugar y empecé a sacarme el curso de entrenador. Por supuesto, me tomé un par de años sabáticos para estar con la familia y ver el baloncesto desde fuera. Y entonces me empezaron a llamar algunos jugadores, como Yankuba Sima (ahora su pupilo en la selección). Luego empecé a trabajar con clubes para ayudar a sus interiores a mejorar los movimientos en el poste, los lanzamientos… Tecnificación, en definitiva. Al final, los entrenadores se enfocan más al aspecto colectivo, y quieren a alguien que trabaje de manera específica con los jugadores».
No le importa hablar del pasado al exjugador pero disfruta mucho más cuando se le interroga por el futuro. Su cometido como integrante del cuerpo técnico consiste en hacer trabajo específico con los jugadores, especialmente con los interiores, y le encanta. Se volvió un obseso de la bici estática durante el confinamiento y su forma es envidiable. Incluso, con 41 años, aguanta las embestidas de jabalíes como Willy Hernangómez o el ya mencionado Sima. «Intento no dejarlos en ridículo», comenta entre risas. También es cauto con el Preolímpico, un torneo «jodido» en el que un fallo «te puede mandar para casa».
No hay ni un ápice de arrepentimiento en Vázquez, es un hombre tranquilo y ansioso de nuevos desafíos. Aunque si uno sabe dónde pincharle, acaba encontrando algo de miga. «No haber jugado en el Breogán o en un equipo gallego sí es la única espinita que tengo clavada».
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