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baloncesto

El día en el que Europa sepultó a Norteamérica

mundial 2023

Alemania y Serbia jugarán la final tras batir a Estados Unidos y Canadá, las grandes favoritas del torneo

España vuelve a la casilla de salida 

Estados Unidos suma su segundo Mundial consecutivo sin oro. El último, en 2014 AFP
Pablo Lodeiro

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Agonizaba el Mundial de baloncesto y las sorpresas parecían ya pasadas con la actual campeona, España, apeada en la segunda ronda y con la gran revelación, Letonia, convertida en un bello sueño de verano. Tranquilidad cercenada en las semifinales del torneo, dos partidos que parecían la antesala de la gran final entre Estados Unidos y Canadá, las favoritas, pero que acabaron en drama norteamericano. Serbia primero y Alemania después convirtieron el viernes en un carrusel de emociones que finalizaron con los dos equipos europeos clasificados para la gran final.

Ambos conjuntos hicieron efectivo el discurso de que, en el baloncesto, no ganan las individualidades, sino que son los grupos bien cimentados y comprometidos los que alcanzan la gloria. Sin desmerecer a Serbia, brillante su partido ante Canadá, la gran gesta del día, y puede que del año, fue la protagonizada por los teutones ante Estados Unidos. No sabemos si el partido de baloncesto perfecto existe, pero desde luego, los pupilos de Gordon Herbert, estuvieron muy cerca de firmarlo.

Salieron a la cancha desbocados, acribillando a los estadounidenses desde la línea de tres (espectaculares Obst y Franz Wagner, 24 y 22 puntos respectivamente), con el claro mensaje de que, si era necesario, llevarían la guerra hasta el fin del mundo. Y así fue. Su ventaja en el marcador no paró de aumentar pese a los esfuerzos de Edwards (23 puntos) y Reaves (21) para evitar la debacle. Alero y escolta consiguieron reducir la diferencia en el marcador de 12 a solo tres puntos y, en un final agónico, por si aún sobraba alguna última página para escribir del épico duelo, Alemania, con un triple de Obst y dos grandes defensas corales, certificó el bombazo del Mundial.

«Tenemos jugadores que se preocupan los unos por los otros. Es un grupo especial lleno de seres humanos especiales. Ningún crédito para mí, todo para ellos», explicaba Herbert. Incluso España se coló en las razones por las que Alemania había conseguido el triunfo. «Perdimos contra ellos en el último Eurobasket, donde éramos anfitriones. Definitivamente, eso ayudó a que nos juntásemos este verano para competir juntos de nuevo» , comentaba Franz Wagner.

 

Fiesta alemana y tristeza estadounidense que, una vez más, sumaba una nueva decepción internacional, segundo Mundial consecutivo sin oro (el último fue en 2014). «Esto ya no es 1992. Los jugadores se han vuelto mucho mejores en todo el mundo, el baloncesto es un deporte globalizado. Ganar un Mundial o unos Juegos Olímpicos ya no es fácil», aseguró Steve Kerr, técnico de los Estados Unidos, tras la derrota.

Milagro serbio

Los balcánicos, competitivos y enrabietados hasta la médula cuando saltan a una cancha, no tenían grandes esperanzas dada la gruesa lista de bajas que acumulaban para el torneo: Micic, Marjanovic, Nedovic, Teodosic, Kalinic y, sobre todo, Nikola Jokic, brillante campeón de la NBA con los Denver Nuggets, convertían los presagios en un bolo de difícil digestión. Sin embargo, los guerreros anónimos, aquellos jugadores que no portan la marca del astro, nombres como Dobric o Milutinov, bien liderados por el maestro Bogdan Bogdanovic (23 puntos) y por el veterano técnico Svetislav Pesic, consiguieron soterrar a Canadá, que acabó asfixiada. «Somos serbios y nunca debes enfrentarte a nosotros en un torneo», desafió Marinkovic.

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