Musa y Campazzo dan al Madrid una épica victoria ante el Baskonia

El ambiente casi bélico del Buesa, glorioso palmeo al unísono de la afición vitoriana antes del salto inicial, poco afectó al Madrid en los primeros minutos, confirmando los de Chus Mateo que están al alza, tan voraces como en sus mejores días. Un parcial de 2-9 dejó noqueados a los vascos, atascados en ataque y a merced de la superioridad física de Tavares en el otro lado de la cancha. Musa bombardeaba el aro local desde la línea de tres, fantástica noticia para los merengues la forma del bosnio, mientras el Baskonia sobrevivía a base de esfuerzo y de la potencia interior de Hall. Insuficiente su actuación en cualquier caso, pues, al final del primer cuarto, los visitantes ya vencían por 10.

El debutante Samanic revitalizó a los vitorianos y la segunda unidad del Madrid, como acostumbra, comenzó a cometer errores, tantos que su ventaja se redujo hasta tres puntos. Mientras, Forrest y Campazzo se enzarzaron en una batalla dialéctica y física descomunal. Incluso el estadounidense recibió una técnica tras lanzarle el balón al argentino cuando el juego estaba detenido.

El Baskonia era pura rabia, amenazaba con el abordaje pero, una vez más, apareció Musa, autor de 18 puntos en la primera mitad, para sacar a los suyos del atolladero. La excelente defensa individual de Hezonja complementó sus canastas y, al descanso, el Madrid aún mandaba por ocho.

Luwawu-Cabarrot estaba desatado, imparable el francés desde el perímetro, batería infinita para un Baskonia que no perdía la esperanza pese a que el Madrid sumaba de tres en tres y se mostraba imparable al contraataque. Sin embargo, los tiros vitorianos, como al principio del duelo, volvieron a ser escupidos por el aro de manera cíclica. Musa, consciente de ello, no dudó en endosarles a los locales un nuevo triple, que puso la ventaja blanca en un máximo de 14 puntos.

Aunque el Madrid rozaba la excelencia, los vascos fueron capaces de acometer su enésima resurrección gracias a su mejoría defensiva y a su colmillo en el campo abierto. La diferencia, de la nada, era solo de siete puntos cuando comenzó el último acto. Se esforzaban los visitantes en rematar la faena, pero sus rivales, gracias a Samanic y Baldwin, siempre encontraban alguna canasta milagrosa para mantener la llama de la esperanza viva. Pero, cuando más lo necesitaba el Madrid, aparecieron Garuba y Rathan-Mayes para ralentizar la remontada con sus prodigiosos físicos.

Puso toda la carne en el asador Mateo y, como casi siempre, la defensa de Tavares y la decisión de Campazzo supusieron una combinación casi imbatible. El problema fue que el Baskonia hacía tiempo que había perdido el miedo a los merengues e incluso Samanic consiguió anotar ante Tavares, un privilegio que muy pocos han alcanzado en los últimos años. Era necesario un acto de fe, una canasta que escapara de toda lógica para minar la resistencia baskonista. Y fue Hezonja, con un triple grandioso, el que puso fin a un partido simplemente espectacular.