Ayudantes con la misma adrenalina que sus jefes

Sin embargo, desde hace dos ediciones, el COI se ha encontrado con un problema que aún no ha logrado solucionar: qué hacer con la figura del 'caddy' de golf, que al igual que sucede en otras disciplinas no olímpicas, es fundamental para el triunfo de sus jefes. Desde que se reincorporó este deporte al programa en Río 2016 se tomó la decisión de que estos asistentes accediesen a la villa como unos jugadores más, pero luego a la hora de los reconocimientos o los podios han pasado a ser completamente invisibles. La situación, aunque conocida y asumida por los protagonistas, no deja de ser chocante.

«Nosotros no tenemos ningún afán de protagonismo, sabemos que el golfista es el que juega y nuestra labor se limita a ayudarle a hacer el menor número de golpes posible», comenta Jesús Legarrea, escudero de Jorge Campillo en Tokio 2020 y fiel portador de su bolsa desde ese curso. Como él también es jugador profesional y llegó a disputar torneos del Circuito Europeo, sabe cuál es la función de cada uno y se siente muy orgulloso de poder seguir en activo en su nuevo puesto. «Para mí no supone ningún paso atrás ejercer de auxiliar, porque me permite seguir en el mundillo y sentir la adrenalina de los torneos dentro del propio campo y al lado del jugador; me siento un privilegiado y disfruto mucho de esta nueva etapa de mi carrera», apunta el navarro.

Esa visión positiva le ayuda mucho en su conjunción con su jefe de filas. «El que yo también sea profesional es una ventaja, porque hay veces en las que le puedo sugerir el tipo de tiro que yo haría y si al final de la vuelta restamos un par de golpes, pues genial; pero lo que está claro es que el que juega es él y lo mío no dejan de ser sugerencias para tratar de hacerle sentir cómodo en el campo», concluye.

Un paso más allá, en cuanto al reconocimiento popular. lo tienen los copilotos de 'rallies'. Ellos sí se han ganado el derecho a que su nombre figure junto al de su patrón y a subir al capó (podio de los carreristas) cuando llegan los triunfos. Dúos como Sainz-Boto o Sainz-Moya son míticos en el imaginario de los aficionados y el que ahora forman el madrileño y Lucas Cruz, empieza a serlo también gracias a sus continuados triunfos en el Dakar.

Al igual que sucede con el ejemplo anterior, lo importante es tener claro quién tiene el papel secundario dentro de la pareja. «Es cierto que estamos un poco en segundo plano, pero yo creo que cada uno ha de saber cuál es su rol y en qué situación está», explica el barcelonés. «A mí me gusta el trabajo que hago, estoy cómodo en mi posición y no es cuestión de asumirlo o no, sino de hacerlo de la mejor manera posible».

En su caso, el de un copiloto profesional con cuatro victorias totales en el desierto, sabe que lo ideal es acumular la mayor experiencia posible. «Desde que empecé a correr en 1994 hasta ahora he pasado por una diversidad de pilotos y de todos he aprendido en general más cosas buenas que malas. Y es ahora, en situaciones concretas, cuando puedes tirar del cajón y aprovechar esos conocimientos para llegar a lo más alto».

Como ingeniero informático que es, utiliza un curioso símil para determinar su relación en el habitáculo. «Somos un equipo con un mismo objetivo y no se trata de quién es el jefe y quién el esclavo. Debemos ser como un ordenador con dos discos duros en el que cada uno aporta su granito de arena para conseguir el objetivo».

¿Se podría darle un porcentaje al mérito del ayudante en un coche? «Bueno, es complicado, quizá un 30% más, aunque también depende de la modalidad. En 'rallies' normales no es tan importante, porque ya has reconocido el tramo y si te pasas una curva, el piloto puede seguir solo; pero los 'raids' son más de navegación y si te pierdes ya tienes más problemas», remata.

Al margen de los asistentes profesionales, hay quienes practican deporte a la sombra de otros con total dedicación, sin buscar los focos. Así lo vive Fran Alonso Santana, timonel de la trainera de Suances que a sus trece años dirige a sus compañeros por las regatas del Cantábrico. «Realmente es el entrenador el que coloca a los remeros en los distintos puestos y yo lo que tengo que hacer es dirigirles para que vayan más a la izquierda o a la derecha», indica con humildad este estudiante de segundo de la ESO, que tiene una función en el barco crucial.

Lo que es verdad es que todas la labores son importantes, porque si no está el que dirige, que en ese caso soy yo, pues la trainera iría para donde quisiera y los remeros no avanzarían. ¿Que si cuando estoy mandando me noto superior? Pues claro», reconoce con una sonrisa. Ese nivel de dirección es aún más obligatorio en los guías de los deportistas invidentes, que en los inminentes Juegos Paralímpicos tendrán su merecido protagonismo en París.

Uno de ellos es el triatleta Diego Méntrida, que junto a José Luis García 'Jota' participarán en la distancia 'sprint' (750 metros nadando, veinte kilómetros de bicicleta y cinco corriendo). Llevan cuatro años preparando esta cita con viajes por todo el mundo y, aunque esto le haya supuesto dejar de lado su carrera individual amateur, está más que orgulloso del cambio.

«Sinceramente, no tenía nivel para acudir a unos Juegos por mí mismo, por lo que poder vivir los Paralímpicos desde dentro con mi compañero va a ser un verdaderlo lujo. Siempre me han gustado los deportes de equipo y, como el triatlón es individual y nos complementamos a la perfección, hacerlo así es muy gratificante», indica.

Su labor como guía se basa en «potenciar el ritmo de mi pareja en cada tramo, sin tirar de él ni retrasarle, aunque donde más puedo ayudar es en el tándem, pues al ir delante soy yo el que va marcando el ritmo». El 2 de septiembre es la fecha señalada para cumplir su sueño.