«Defenderla con honor», recuérdenlo en Europa
Nada hay más certero que un mensaje que en el minuto uno era bandera de la ambición, y que en el noventa hubiera servido de lamento ante un nuevo oprobio continental
Gent - Betis, en directo
A veces tengo la sensación de que los jugadores del Betis salen este curso al césped del Benito Villamarín con tapones en los oídos. Que saltan al verde con vendas en los ojos. Será eso. Sólo así puede explicarse acaso que el desmoralizado equipo de ... Pellegrini no consiga tumbar y controlar a ninguno de sus rivales en este nuevo torneo, ya no digamos buena parte del encuentro, que sería una quimera; pero sí se añora ese dominio tenaz y parcial que antaño hubo y que fue suficiente para amarrar los objetivos propuestos. Praga, Rangers, Dinamo, Legia, Copenhague. Tienen para elegir, pues es algo verdaderamente sangrante cuando hablamos de Europa y es una deriva preocupante la que toma en este sentido el club, que es el 27º clasificado de 36 equipos de la tercera competición del Viejo Continente. Muy lejos a lo que le corresponde por historia y por entidad. Y por beticismo.
Porque ayer fueron más de 45.000 personas —que ustedes saben que es una cifra baja para lo que ese estadio nos tiene acostumbrados, pero a todas luces excepcional teniendo en cuenta que fue jueves—, las que pensaron un día más que era el día D en el que el Betis daría ese golpe sobre la mesa que elimine cualquier especulación sobre qué imagen realmente quiere tener en esta competición a la que tanto le ha costado llegar mes a mes y a la que despreció directamente en su primera toma de contacto seria en Varsovia. O ayer en el Villamarín, con un error que si no hubiese llegado por Bellerín, hubiera sido por el lugar de otro apellido. Que dilapide la mácula del que descree en un grupo que es capaz de hacer mucho más de lo que demuestra cuando juega con adversarios del propio continente. A este Betis hay que pedirle más, mucho más que esa posición que no responde al potencial deportivo que debe tener esta escuadra.
Ilusos serán quienes ahora nos hagan creer que el grupo hará algo distinto contra el Celje o el Mladá Boleslav, el intimidante Petroclub o el peligrosísimo HDK a lo que viene haciendo el Betis en las dos primeras jornadas de la fase de liga. Porque de momento hay pocos argumentos a los que aferrarse: Llorente, quizá, que llamó a los suyos para dar las gracias al final. El primer tiempo de Cardoso y Altimira. O el ensordecedor ruido del graderío tratando de gafar a Diks cuando fue a lanzar. Con eso sí se ganarían envites. La ausencia de tensión competitiva en muchas líneas viene lastrando sobremanera a una plantilla que no se explica qué sucede, por qué sin Isco y Lo Celso es tan difícil dar las señas de equipo en Europa que sí se demostró en liga en Pamplona hace tan pocos días. De la teoría a la práctica hay mucho, demasiado. Por eso su sabia afición sacó semejante tifo en la grada de los que jamás se aburren: 'Un sagrado juramento: defenderla con honor'. Si mis pulmones fueran verdiblancos hubiese esperado al final del encuentro para sacarlo de nuevo y pasearlo por todas las gradas para que lo vieron bien claro. Llevarlo hoy a primera hora de la mañana a la ciudad deportiva. Porque nada hay más certero que un mensaje que en el minuto uno era bandera de la ambición, y que en el noventa hubiera servido de lamento ante un nuevo oprobio en Europa.
Pellegrini yerra, por cierto, volviendo a buscar excusas donde no las hay. Se las ingenió para incidir en la rueda de prensa posterior que el Copenhague no había creado una ocasión en contra, tratando de justificar que la versión defensiva fue suficiente para convencer ante el conjunto danés: «Jugamos con dos rivales importantes en sus ligas; uno que nos ganó en un córner y éste, que nos empató de penalti». Ni venció ni convenció, y ahora se entiende entonces que el Betis no fuera capaz de pasar del empate. Esa corriente discursiva, además, puede ser hasta peligrosa, entiendo, porque si no se sabe explicar cómo encajar tantos de rivales que teóricamente no son capaces de llegar a portería, nadie quiere llegar a pensar qué hubiera sido del Betis ayer en caso de que llegasen como llegan enrabietados un trío llamado Griezmann, Julián Álvarez y Sortloth. Ese mensaje es inversamente proporcional al alegato de ambición que debe quedar instaurado en cada mente que salte al campo para defender la verdiblanca con honor. Especialmente en Europa. Júrenlo si es necesario.
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