Fútbol sin fútbol
Mientras el plan quinquenal da frutos, no queda otra que incorporaciones baratas, la multipropiedad, los libertos o los melones por calar
El fútbol sin fútbol es una de las mayores atracciones en las temporadas por nacer. El aficionado se ilusiona con los fichajes por concretarse y las caras que no quiere volver a ver, no hay partidos que se citen con la tristeza los fines de ... semana y el inicio de la competición está tan lejano aún que los objetivos no parecen ninguno inalcanzables. Se puede uno bañar cuantas veces quiera sin necesidad de mojarse.
Aquí y ahora la actualidad deportiva verdiblanca se centra en el Betexit, en el dejen salir antes de antes de entrar. Unos, por propia voluntad, como ese Miranda a la boloñesa o un Guido aún sin saber donde se tomará el mate; otros, previo acuerdo mutuo, como Abner, a punto de entrar en la jaula del Lyon; William José, Espartaco brasileño en el circo futbolístico ruso o Chadi, nuevo 'cristalero' del Palace; varios, esperando destino en la sala de espera, como Fekir, al que se anima a acercarse a la Meca, o Borja Iglesias, necesitado de un nido en el que pueda renacer como Ave Fénix del cenizo alemán.
Sin ese paso no se dibujará con nitidez el futuro del plantel para una dirección deportiva que mira para arriba a un consejo que sí juega mientras los demás descansan. A la ampliación de capital sólo le queda un cuarto para completarse, al tiempo que se renegocia la elefantiásica deuda que lastra las operaciones. El club vive por encima de sus posibilidades financieras, pero sin ese riesgo no se pueden acometer empresas ambiciosas en lo deportivo, que al final, de salir bien, y sólo si salen bien, palían las desventuras económicas. Puro funambulismo al que aboca el humillante reparto de dinero en el fútbol español.
Con buen criterio, los gestores se han puesto líneas rojas (las verdes, por demasiado finas y curvas resulta peligroso transgredirlas) en las fichas a pagar, pero para dar un salto de calidad se necesita no sólo ahorrarse las más generosas sino traspasos que generen plusvalías importantes. Mientras el plan quinquenal da frutos, no queda otra que incorporaciones baratas, la multipropiedad, los libertos o los melones por calar.
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