BALONCESTO

Joaquín Rodríguez deja dinero en caja con su fichaje por el Casademont Zaragoza

LEB ORO

El uruguayo tenía una cláusula de 50.000 euros si se marchaba a un equipo de la Liga Endesa que no compitiera en la Euroliga

Joaquín Rodríguez: «Volvemos a estar al borde del abismo, pero el equipo se siente cómodo ahí»

Gent - Betis, en directo

Joaquín Rodríguez, en la pista central del pabellón San Pablo maría guerra

El sentido abrazo que Joaquín Rodríguez le dio a Bruno Savignani al ser retirado de la cancha por última vez, ya con el quinto partido ante el Movistar Estudiantes visto para sentencia el pasado 30 de mayo, era el abrazo del adiós. Una simbólica despedida del Betis. La temporada se acababa para el equipo bético, tras llegar mucho más lejos de lo que nadie pensó, y el excelente escolta uruguayo abrochaba de esa forma su etapa como jugador verdiblanco en el club que lo había puesto a sus 24 años en el escaparate del concierto europeo. Con el potencial que atesora, demostrado un partido tras otro al erigirse como uno de los líderes del conjunto de Savignani, se daba por descontada su marcha de Sevilla para volar más alto. La LEB Oro, que desde la próxima campaña se denominará Primera FEB, se le quedaba pequeña y se había ganado el derecho a probarse en una categoría superior.

No le iban a faltar pretendientes de la Liga Endesa, siempre vigilantes a lo que sucede en la LEB Oro. Su destino, como se ha hecho oficial este martes, es el Casademont Zaragoza. Los aragoneses han apostado por los servicios de este perimetral charrúa oriundo del departamento de Mercedes que, cualidades baloncestísticas aparte, cuenta con el plus añadido del pasaporte español, lo que le facilita su encaje en plantillas de la ACB. El Betis Baloncesto recibirá a cambio unos 50.000 euros más impuestos, la cantidad estipulada como cláusula de rescisión o buyout, que es el anglicismo que se emplea con asiduidad en el universo baloncestístico.

El contrato, por tres años con la entidad verdiblanca, contemplaba ventanas de salidas para ambas partes (club y jugador) al término de la misma para resolverlo. Aunque de haber llegado un club de Euroliga el Betis se habría embolsado el doble del importe citado, la operación se considera buena para todas las partes. Para el jugador, porque ve colmado su deseo de dar el salto a una categoría superior en un equipo importante de la Liga Endesa, y para el Betis, porque la apuesta por sus servicios le ha salido redonda. Ha cumplido Joaquín Rodríguez con los tres requisitos que siempre se buscan en el mercado: bueno, bonito y barato. Una suerte de mirlo blanco. Antes de hacerlo en el Betis, el uruguayo no había jugado en Europa. Como debutante en LEB Oro, ha estado muy por encima de las expectativas, ofreciendo un rendimiento tan regular como sobresaliente y muy superior en parámetros al de otros jugadores de la categoría con un salario superior.

La dirección deportiva verdiblanca, que se movió bajo el principio de la máxima austeridad el pasado verano antes de la llegada del Grupo Xoy, tenía al uruguayo encartado y convencido de moverse al Betis desde el Obras Basket de Argentina, pero no fue hasta el desembarco del grupo azteca cuando se pudo acometer el fichaje. No pudo jugar hasta la jornada quinta, cuando logró el pasaporte, para desde ese momento ir de menos a más en un crecimiento que acabó siendo exponencial.

Crecimiento exponencial

Lejos de venirle mal, la salida de Frazier le abrió más espacio y protagonismo en la rotación que asumió con absoluta naturalidad, con madera de líder, conformando una sociedad perfecta con Eddy Polanco en el perímetro. Joaquín hizo un esfuerzo importante a nivel económico para llegar al Betis y abrirse paso en Europa. Cambió la primera división argentina por la segunda española y cobrando apenas un tercio de lo que percibía en el Obras. La apuesta, por tanto, fue doble: del Betis por el jugador y del jugador por el Betis. De haberse quedado en Sevilla, sus emolumentos habrían crecido mucho en la siguiente temporada, aunque habrían estado plenamente justificados por el rendimiento del jugador.

Se marcha con un hijo sevillano y, seguro, que con la ciudad y el Betis en el corazón. Quizá sea un hasta siempre o un hasta luego, que el baloncesto da muchas vueltas, tantas como la noria de la vida. Nunca se sabe lo que puede suceder en el futuro. En sus 35 partidos como verdiblanco, Rodríguez ha promediado 14,2 puntos (50% en tiros de dos, 37% en triples y 80% en el tiro libre), 4,4 rebotes y 3,5 asistencias para una valoración de 14,5 créditos. El Betis Baloncesto pierde mucho sin él, pero también es cierto que todos ganan con esta operación y el club verdiblanco se posiciona en el mercado como un equipo trampolín para otros jugadores de similar perfil que quieran buscarse la vida en Europa.

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