Deporte y salud
La salud mental, el enemigo silencioso del deporte
Los trastornos de la mente siguen cobrándose víctimas. Tres psicólogos analizan su trabajo con atletas de élite: «La frustración es el secreto del dolor»
![La salud mental, el enemigo silencioso del deporte](https://s1.abcstatics.com/media/deportes/2022/06/18/simone-kNWE-U70827120852LDZ-1248x698@abc.jpg)
El lado más oscuro del deporte empieza a abrirse a la normalidad. Un enemigo silencioso que no se manifiesta en lesiones, quirófanos o prótesis, sino en trastornos, ansiedad y, en el peor de los casos, un diagnóstico de depresión. El asunto no es nuevo, pero ... en nuestro tiempo se ha verbalizado con un nombre, la salud mental. Naomi Osaka abandonó Roland Garros por el miedo a hablar en público, Simone Biles renunció a su porción de Juegos Olímpicos por el desgaste anímico, Andrés Iniesta confesó su infierno de soledad, Paula Badosa sintió la angustia por no cumplir las expectativas y este mes un campeón del ciclismo, Tom Dumoulin, ha anunciado su retirada cansado de no obtener rendimiento al sacrificio que impone su deporte. En ese escenario de erosión en la élite se eleva una figura que hace décadas parecía anecdótica: el entrenamiento psicológico. Tres especialistas en psicología y en el trato con deportistas de primer nivel analizan en ABC su experiencia con los talentos.
El ciclista holandés Tom Dumoulin se definió en su primera retirada como «una sombra de mí mismo». Antes de su explosión en el tenis, la española Paula Badosa habló de sufrimiento: «Las expectativas eran mucho más altas que el nivel que tenía. La presión me pudo, la ansiedad me superó». La gimnasta Simone Biles se refirió a «los demonios en mi cabeza» en los Juegos de Tokio. El exjugador de la NBA Alex Abrines llegó a «odiar el baloncesto». El nadador Rafa Muñoz confesó en ABC que intentó suicidarse preso del alcohol…
Filtrar a la prensa
José Carlos Jaenes fue el psicólogo que trató a Rafa Muñoz, una estrella de la natación hace más de una década con récords del mundo y medallas en Europeos y Mundiales que no supo gestionar la fama, se vio desbordado por el deporte de élite y pensó que era mejor acabar con todo. «Cuando un deportista tiene un problema de salud mental hay que evaluar si es enfocable desde la psicología del deporte o desde la psicología clínica -dice Jaenes- . Como hicimos con Rafa Muñoz, es fundamental realizar un buen análisis sobre las posibilidades que tienen para afrontar el problema. En su caso hubo que considerar los apoyos que necesitaba: la federación, la familia, la prensa… Con Rafa Muñoz hubo que filtrar los contactos con la prensa para evitar la exposición de una persona que estaba rota. Cuando una persona está enferma, no se puede permitir que todo el mundo entre en su historia».
![El nadador Rafa Muñoz](https://s2.abcstatics.com/media/deportes/2022/06/18/rafamunoz-U26658622845CVQ-510x349@abc.jpg)
¿Cómo se puede pensar en el suicidio estando en la cima del deporte? La pregunta vuela hacia el doctor Jaenes. «Esa mentalidad destructiva que tuvo Rafa son conductas reactivas, fueron consecuencias, no el origen del problema. El origen estaba en los conflictos personales, conflictos de orden, conflictos con la autoridad… N o hubo que ir a quitar el dolor de cabeza, sino a lo que produce el dolor de cabeza. Ir a atajar el origen. No nos gusta trabajar en la superficie, sino por debajo, en la situación de conflicto».
«Se trata de ayudarles a entender que la frustración es parte del sistema -asegura José Carlos Jaenes-. Un gran error de nuestra sociedad, que proviene de una mala lectura de la psicología positiva, es que todo es karma. Todo el mundo va al buenismo. Y el deporte no es buenismo, sino dureza, sacrificio. Te pones en forma muriéndote en el río o en la pista. Hay que entender que esto no es una vía fácil, sino de mucha fatiga y sufrimiento. De muchos fracasos y alguna alegría. Se trata de educarlos a manejar la frustración».
Pablo del Río es psicólogo oficial del Consejo Superior de Deportes, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Una gran parte de los atletas en ciclo olímpico pasan por su consulta. También lo hicieron tenistas de la talla de Feliciano López o Garbiñe Muguruza . «Si se da una situación de ansiedad, frustración o depresión, el objetivo es detectar la causa. Hay técnicas de respiración, relajación o ayuda muscular que rebajan la ansiedad, pero no resuelven el problema. Si me duele la cabeza, un medicamento me aliviará, pero no resolverá. Tal vez el origen sea que tenga mal graduadas las gafas».
El germen del conflicto, según Del Río, no es siempre el deportista, sino su entorno. «A veces se piensa erróneamente que hay que actuar sobre la persona, pero en muchos casos hay que hacerlo sobre el medio ambiente, el entorno. Familia, novio, novia, padres, entrenadores son los que generan a veces falsas expectativas. La motivación de lograr marcas o resultados pasa a ser la causa de una depresión».
«Normalmente -incide el psicólogo del CSD- se actúa primero sobre la persona. Pero después el asunto deriva hacia el entorno. La ansiedad suele estar relacionada con expectativas poco realistas, con objetivos sin base empírica en cuanto a calidad de entrenamientos, en marcas o resultados. Hay una cosa que se llama la falsa autoconfianza , deportistas que dicen voy a ser campeón del mundo, olímpico, esto y lo otro. Plantearse objetivos disparatados que no tienen ninguna base ni están sustentados en una realidad es el principal error».
El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Ricardo de la Vega ha trabajado con Clarence Seedorf en el Deportivo y en la selección de Camerún, con la delegación de Venezuela en los Juegos Olímpicos y hasta con un piloto de Fórmula 1 no español al que prefiere no citar. Su visión se divide en áreas. Una de ellas es la cognitiva. «Somos la consecuencia de lo que pensamos. Tenemos estrategias para trabajar con el deportista sobre cómo adaptarse al contexto. Si pienso más en no disfrutar ante un plan, en huir de contextos que me exponen, hay que trabajar estrategias a nivel emocional. Si tengo pensamientos disfuncionales, pesimistas o negativos, 'la que me espera con el entrenador si fallo', trabajamos la representación mental por imágenes. No son solo palabras, sino cómo nos vemos. Un futbolista puede pensar 'la voy a liar si fallo el penalti' o pensar como Sergio Ramos, que tiró un penalti a las nubes y al siguiente lo metió haciendo la paradiña. Dijo aquí estoy yo. Seguro que ese escenario ya lo había representado mentalmente».
![Tom Dumoulin](https://s2.abcstatics.com/media/deportes/2022/06/18/dumo-U06373263212Rey-510x349@abc.jpg)
José Carlos Jaenes enjuicia: «El primer problema es la frustración por no conseguir lo que uno ha soñado tanto tiempo, por lo que ha trabajado tan duro. Esto es el secreto del dolor. Ellos piensan, me he machacado, he entrenado, lo he dado todo y no lo he conseguido. Esa frustración tiene tintes depresivos, de ansiedad, de abandono, es el gran dolor del deportista. Hay que enseñarles a manejar la frustración de la manera más sana posible».
La frustración por los resultados parece el quid de la cuestión, según los especialistas. «Es bueno soñar, pero hay que soñar despierto -explica Pablo del Río-. Con realismo. No puedes pensar en ser campeón olímpico si no tienes la marca mínima. Tenemos técnicas motivacionales con programas de metas que están ajustadas a la realidad. Pero si su entorno le dice vas a ser campeón…, llegan los Juegos y no te clasificas, a ese deportista le entra una frustración de caballo. Una depresión son palabras mayores. Lo tiene que diagnosticar un profesional , y no siempre es fácil. Pueden haber alteraciones, ansiedad, frustración, pero esto lo vivimos tú y yo y cualquiera cada día. El 98 por ciento de la población siente frustración. La depresión debe cumplir una serie de parámetros que están en la DSM-IV (el libro de diagnósticos de los trastornos mentales) y normalmente lo diagnostica un psiquiatra, no la novia, el técnico o los padres».
Las conductas
Ricardo de la Vega profundiza en la vertiente de la conducta: «Somos lo que nuestras conductas hacen . Alguien puede decir que es tímido, introvertido y demás, pero en grupo es espontáneo, divertido, alegre… No es solo lo que pensamos, sino lo que hacemos. A un deportista con ansiedad se le puede graduar la exposición, adaptarlo poco a poco. Sucede con las fobias. Si tienes miedo a las arañas, yo no te puedo encerrar en una habitación con tarántulas. Pero si te enseño una imagen de una pata de araña, dices vale. Luego te enseño la cabeza. Vale. Y así, poco a poco, la percepción cambia. La persona puede pensar que no estoy tan mal al ver la araña entera».
« Algunas patologías de depresión no tienen nada que ver con el deporte, sino con situaciones ambientales, rupturas amorosas, afectivas, de familia -concluye Del Río-. Eso genera más depresiones que el deporte en sí mismo. A una persona que viene de Soria, como yo, al Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, se le vitorea, se le ensalza, es un crack. Pero a los dos años no ha avanzado, no ha ganado nada, ¿Y cómo vuelve a Soria? Pues muy frustrado. Todas las expectativas se han quedado en deseos incumplidos. Por no hablar de los padres, en el fútbol hay dos partidos, el del campo y el de la grada, con la agresividad, la exigencia, la confrontación…».
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