Alpinismo
La ruina del Everest
La pandemia le ha costado a Nepal, solo en el sector turístico, unos 400 millones de euros. Cifra que se irá hasta los 1.000 millones si tampoco hay expediciones en otoño
Cada año, miles de alpinistas concentran su mirada en un único punto del planeta. El más alto del mundo. La cima del Everest , que aguarda paciente para cumplir sus sueños. Fuente de ilusión para un puñado de aventureros y, al mismo tiempo, sustento ... económico para la mayoría de habitantes de Nepal. La pandemia del coronavirus vació esta primavera el campo base y no parece que vaya a dar tregua en la segunda mitad del año, lo que dejará al Sagarmatha –como lo conocen los nepalíes– sin expediciones comerciales por primera vez en años. Un desastre para el país, cuya subsistencia va ligada estrechamente al turismo de montaña y un palo también para los cientos de deportistas que deberán aplazar sus sueños para la próxima temporada.
Los rebrotes han obligado a las autoridades nepalíes a posponer la llegada de vuelos procedentes del extranjero hasta el 1 de septiembre y eso, en la práctica, supone el fin de las expediciones comerciales al Everest. «Será muy complicado que alguien pueda subir este año –solo un grupo de chinos hizo cumbre en primavera con un permiso especial del gobierno de su país–. Si los turistas pueden entrar al país a partir del 1 de septiembre, entonces puede que se reabran algunas zonas de montaña para hacer trekking y algún ochomil como el Manaslu puede estar disponible, pero no creo que se pueda ir al Everest», explica a ABC Mingma Sherpa , una de las leyendas del alpinismo de Nepal.
Él es uno de los cientos de trabajadores del país que llevan meses sin poder desarrollar su labor y que ven en la más que posible cancelación de la temporada un golpe directo a su subsistencia. «Como país dedicado mayoritariamente al turismo de montaña, creo que estamos directamente afectados por todo lo que está ocurriendo en el mundo con el coronavirus . La mayoría de los alpinistas, sherpas, porteadores y guías están atravesando por graves problemas. Todos ellos estaban acostumbrados a trabajar durante las dos temporadas de montaña que hay a lo largo del año y ganaban el dinero suficiente para subsistir el resto de los meses. Sin esos ingresos, lo están pasando mal », señala Mingma, primer alpinista de su país en ascender los catorce ochomiles del planeta.
Como responsable principal de «Seven Summits Treks» –una de las agencias de montaña más importantes del país–, Mingma tiene claro que lo que está ocurriendo es una tragedia sin precedentes para la economía de Nepal, que comenzaba a ver la luz cinco años después del trágico terremoto de 2015 que acabó con la vida de 10.000 personas. «Intentamos ayudar a nuestros trabajadores como podemos, dándoles apoyo mientras continúe esta situación anómala con el virus, pero no sé cuánto podremos aguantar», apunta.
Su drama se vive de cerca también a miles de kilómetros de distancia. Los que están acostumbrados a viajar al Himalaya cada año sufren con todo lo que está ocurriendo. Es el caso de Sergi Mingote , que a estas alturas debía de estar preparando su asalto al Makalu o el Cho Oyu, dos de los siete ochomiles que le quedan en su reto de ascender las catorce cimas más altas del planeta en solo 1.000 días. «Para nosotros se trata de aplazar el sueño, pero para ellos esta pandemia es algo mucho peor. Muchos quizá no morirán de Covid-19, pero morirán de hambre», afirma el alpinista.
Según un informe de Naciones Unidas, la pandemia le ha costado a Nepal, solo en el sector turístico, unos 400 millones de euros . Cifra que se irá hasta los 1.000 millones –alrededor de un cinco por ciento del PIB– si se confirma también el fin de la temporada de otoño. «Echamos de menos las montañas. Es muy duro para una persona acostumbrada a pasar siete meses al año de expedición, no poder trabajar en todo un año. El único lado positivo es que podemos descansar y que también le estamos dando un descanso a la montaña », señala Mingma Sherpa en un intento por agarrarse al único aspecto positivo de toda esta situación.
Nueva altura de la cima
No piensa como él su gobierno, que a pesar del parón en la actividad turística decidió no llevar a cabo una labor profunda de limpieza en el Everest y su entorno con la que podría haber dado trabajo a cientos de personas. En cualquier caso, el mero hecho de haber mantenido intacto el entorno durante un año permitirá a la naturaleza regenerarse antes de la que se espera que sea una temporada récord en el Himalaya si se consigue erradicar la pandemia antes de la primavera de 2021.
Antes, se espera que los gobiernos de China y Nepal anuncien de manera conjunta las conclusiones de los estudios científicos llevados a cabo en los últimos meses sobre la altura del Everest. Cima que ha quedado sumida en el silencio en 2020. Vacía por el coronavirus y huérfana de sueños.
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