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Teresa Perales: vivir y, sobre todo, ganar
En silla de ruedas desde los 19 años, la nadadora zaragozana vio en el agua un medio en el que poder ser libre
Teresa Perales: vivir y, sobre todo, ganar
No era muy buena nadadora, y prefería el kárate, pero la vida le dijo a Teresa Perales que se estaba equivocando de camino. Por culpa de una neuropatía, las piernas de esta zaragozana de 36 años fueron dejando de funcionar en plena juventud. Con 19 años vio que su futuro iba en silla de ruedas y el agua fue su salvación. También lo fue para superar el que, dice, fue el peor momento de su vida, que no fue cambiar las piernas por la silla, sino la muerte de su padre, modelo para ella, cuando tenía 15 años.
Encontró en la piscina una libertad que no le daba la orilla . Podía moverse con soltura, igual que cuando utilizaba las piernas, e incluso encontró un aliciente más: descubrió que le gustaba competir y le encantaba ganar . Algo que hizo desde que comenzó a tomar parte en campeonatos europeos, mundiales y Juegos Olímpicos.
Su mayor apoyo en la piscina fue su entrenador. " Eres un diamante en bruto ", le dijo, y se lo creyó. Tanto, que apenas un año después de asimilar su nueva situación logró su primera medalla en el Campeonato del Mundo de Nueva Zelanda: un bronce en 50 metros libres preludio de una extensísima carrera que explotó en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000 y continúa en Londres 2012.
"El primer deber de la vida es vivirla", se dice continuamente. Porque Perales no solo es constante (y cabezota, como ella misma dice) dentro del agua. Fuera ha conseguido todo lo que se ha propuesto. Diplomada en Fisioterapia por la Universidad de Zaragoza , también fue profesora de la asignatura Fisioterapia en el deporte paralímpico. A su entrega para con los demás ella lo denomina "voacación de servicio" y es tan alto el suyo que se atrevió con la política.
Desde el año 2003 fue diputada en las Cortes de Aragón y ahora ejerce su labor como directora general de Atención a la Dependencia del Departamento de Servicios Sociales y Familia. Éxito laboral que compagina como puede con los entrenamientos, por lo que le queda poco tiempo para nada más. No obstante, sí dedica tiempo a arreglarse, elegir su ropa y, sobre todo, sus zapatos. Su otra gran pasión . Y cuanto más alto es el tacón, mejor.
Sus 17 medallas (la última lograda en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012) se quedan en nada cuando Perales piensa en su vida pesonal. Entró caminando en la Basílica del Pilar el día de su boda y su mayor éxito se llama Nano, su hijo de dos años y medio por quien dejó de competir, a pesar de que la nadadora no concibe el entrenamiento si el fin no es el de ganar.
En su biografía "Mi vida sobre ruedas", Perales insiste en que no hay que lamentarse por nada. Ella no tiene ningún motivo.
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