Primer plano

Mallorca, la isla que fabrica campeones

Las estrellas proliferan en Mallorca, sin que exista un nexo común más allá del clima, el entrenamiento fácil y el carácter apacible de los locales. ABC bucea en los orígenes de Marcus Cooper, Joan Mir y la Academia de Rafa Nadal

Marcus Cooper, campeón olímpico de piraguismo Alberto Vera

En las carreteras que conducen al mar en calma de Porto Petro o a la sierra de Tramontana falta el condimento que el virus impone. No hay grupos de ciclistas deslizando por el asfalto. Escasea uno de los bienes ligados a la ... sostenibilidad y el negocio que la Covid ha frenado: no hay cicloturistas. Embargada la isla por la pandemia, cerrados muchos hoteles, vacíos tantísimos restaurantes, Mallorca presenta sin embargo otro flujo de actividad que nunca cesa. El deporte. En la isla se fabrican campeones de múltiples especialidades. Rafa Nadal , por encima de cualquiera, Joan Mir, Marcus Cooper, Marco Asensio, Enric Mas, Brigitte Yagüe, Jorge Lorenzo, Rudy Fernández, Alba Torrens, Álex Abrines, y más antiguos como Carlos Moyá, Joan Llaneras o Marga Fullana, representan la pujanza de un lugar que se cita con el éxito deportivo. ABC recorre tres localizaciones en Mallorca para entender las raíces de esta explosión de talento que, según dicen los nativos, tiene mucho que ver con el clima favorable, la proximidad geográfica y el carácter apacible de sus gentes.

Marcus Cooper asoma por la hermosa localidad costera de Porto Petro en un imponente todoterreno patrocinado. Tiene 26 años y hasta hace cuatro se buscaba la vida en una modalidad de gran peso olímpico en España, pero ninguna tradición en Mallorca, el piragüismo. A Cooper Walz, padre británico y madre alemana criado en Cala D’Or, le cambió la vida en el verano de 2016. Conquistó la medalla de oro en el K1 (piragua individual) en Río de Janeiro. Pasó de ser un desconocido musculado de ensortijado pelo rubio a una celebridad en este remanso de paz de Porto Petro.

Por casualidad

«No venimos de una gran tradición en Mallorca. Surgimos Sete Benavides y yo, y algún otro. Supongo que alguno tenía que ser el primero. Se puede decir que hemos creado escuela, sí -cuenta el -. Por mi oro en Río muchos jóvenes se apuntaron al club y tuvimos que decir no, porque no había suficientes piraguas. No podíamos admitir a tanta gente. El club no estaba preparado para tantos aspirantes».

Cooper era un joven deportista rodeado de agua por casi todas partes que se decantó por el piragüismo de casualidad. «Un amigo se apuntó a la escuela y me gustó», dice. «Podía surgir esta idea en Mallorca. Siempre quise hacer un deporte que me exigiese mucho físicamente y el piragüismo encajaba. Me encanta el agua, el mar…».

El oro olímpico y su trabajo le han compensado con la máxima retribución de la beca ADO (60.000 euros al año) más una comitiva de patrocinadores que le proporcionan estabilidad económica para entrenar sin preocupaciones. El piragüista vive en Asturias , donde se producen las mejores aguas en calma de España, y viaja una semana al mes a Mallorca para relajarse y bajar el ritmo de entrenamientos.

«Ahora entreno con la selección nacional, pero no olvido mis comienzos -relata el campeón olímpico-. Las estructuras eran básicas en Porto Petro, teníamos mucha agua, el mar, y a mí me ayudó mucho un buen entrenador, Joel Badía. Aquí en Porto Petro (dice señalando al fondo) hay una zona pequeña con las aguas del mar muy en calma, los espigones que protegen a los barcos nos permitían entrenar sin olas».

A media hora del club de Marcus Cooper se alza el santuario deportivo de Mallorca, la Academia Rafa Nadal . Un imponente complejo de instalaciones a las afueras de Manacor donde predomina el color del mar. El recinto es en realidad una ciudad del tenis con aspiraciones académicas. Allí viven 140 jóvenes de 40 nacionalidades diferentes que estudian en el colegio americano con clases en inglés y entrenan en alguna de las 19 pistas rápidas o siete de tierra batida, en espera la comunidad de un nuevo pabellón de pistas cubiertas. A la Academia acuden chavales de la isla al colegio que, desde infantil a primaria, ha abierto el tenista para las familias de la zona.

El centro acoge un museo del deporte, con camisetas, zapatillas y demás trofeos de Nadal, un Renault azul de Alonso, recuerdos de Pau Gasol o Michael Jordan, el mono de Marc Márquez, la «Espada» de Induráin o un maillot rosa de Alberto Contador. El complejo gigantesco tiene piscina, centro de recuperación, gimnasio, hotel, pistas de pádel, campo de fútbol, restaurante, tiendas y un grupo de entrenadores dirigido por Toni Nadal .

Jaume Munar, en la Academia Rafa Nadal Alberto Vera

Uno de los productos de la factoría Nadal es Jaume Munar , tenista profesional, número 110 del mundo que llegó a su mejor ránking en mayo de 2019 (52). Mallorquín de Santanyi, se entrena cada día en la Academia, que califica no solo como uno de los mejores centros de España: «Estoy seguro de que puede haber algo similar en algún lugar del mundo, pero mejor no».

«La Academia cuenta con unas instalaciones espectaculares -explica Munar-. Tiene lo que necesita una persona para desarrollarse como tenista, pistas, gimnasio, centro de recuperación. Tengo a mis entrenadores aquí, estoy en mi tierra a veinticinco minutos de mi casa, comparto tradiciones. Todo es más fácil en Mallorca».

Entrenamiento todo el año

Munar es pasajero del planeta, como todos los tenistas, más de medio año danzando por países, continentes, aeropuertos y hoteles. El tenista eligió su deporte cuando fue reclutado por el Centro de Tecnificación del Deporte Balear, una especie de CAR en Palma de Mallorca. Era eso o el fútbol. Se trasladó luego al CAR de Sant Cugat, pasó a entrenar con el Real Club de Tenis Barcelona y a los 21 años, recién inaugurada la Academia Nadal, regresó a su tierra.

«Soy muy mallorquín, me encanta estar en casa, pero me siento muy ciudadano del mundo. Llevo desde los 14 años viajando 30 semanas al año. Respirar este aire, estar con mi gente, te da la vida. Así trabajo mejor en el día a día». El Centro de Tecnificación recreó su infancia con futuros deportistas de élite. Munar es íntimo amigo del ciclista del Movistar Enric Mas , quinto en el Tour y en la Vuelta esta temporada. También coincidió con el piloto Joan Mir . «¿El éxito de los deportistas mallorquines? Hay una parte de casualidad, obvio. El clima ayuda mucho, puedes entrenar casi todo el año en buenas condiciones. Hacer deporte a 15 grados, salvo un par de meses, y trasladarte a la otra parte de la isla en menos de una hora, favorece al deportista. Influye también el carácter, somos gente sencilla, y desde pequeños nos inculcan el trabajo. Si haces algo, has de hacerlo al cien por cien».

Uno de los directores técnicos de la Academia es Joan Bosch, antiguo entrenador del primer español número uno mundial del tenis, Carlos Moyá . Así explica su visión de los deportistas baleares: «La proximidad es importante, en menos de una hora estás en cualquier sitio. El clima es magnífico, tenemos mar, montaña, no necesitamos tantas pistas indoor porque no llueve todos los días… Es un sitio perfecto, deduzco que esto hace afición. Y si hay medios, los deportistas llegan. El carácter mallorquín es si yo quisiera, podría haber sido. Es sencillo, cree en los proyectos de los demás porque lo sueles conocer, es muy tranquilo, le gusta ir a la playa, volver a casa. También tenemos un buen aeropuerto, conexión con las grandes capitales sin pasar por Madrid o Barcelona. Y a Rafa, que ha influido para que los políticos nos ayuden mucho más. Si sale un premio Nobel de medicina, los gobiernos lo tendrán en cuenta para promocionar su modalidad».

La tienda de Juan Mir en el centro de Palma ya era una referencia del patinaje y las técnicas de deslizamiento antes de que su hijo Joan se erigiese este invierno campeón del mundo de MotoGP. La familia se buscó la vida para encauzar la proyección del joven piloto de 23 años, también campeón de Moto3 en 2017.

«En Mallorca solo hay un circuito de velocidad, en Llucmajor, que es privado, muy pequeño (poco más de un kilómetro) y no está homologado para carreras nacionales. Joan hizo lo que hace la mayoría aquí, entrenar en campos de tierra…», describe Juan Mir. ¿Campos de tierra en un piloto de velocidad? «Sí -confirma el padre del campeón-. Yo tenía algún conocido, que me cedió algún campo de tierra para que Joan entrenase la derrapada, la conducción, la técnica en la moto… Contraté una apisonadora para alisar la tierra y listo. Cada uno se buscaba la vida para practicar… Así va esto».

Los clientes entran a la tienda en busca de patinetes, ruedas o patines y Juan Mir muestra un carácter afable en su vitalidad expansiva. «Una vez él fue campeón balear, busqué a un entrenador de motociclismo. Igual que un preparador de tenis. Nos fuimos con Daniel Vadillo. Aquí solo estaban Jorge Lorenzo y Pedro Vallcaneras, que es piloto de enduro y campeón del mundo. Con Lorenzo no tuvimos ninguna interacción. Yo tengo un primo, Joan Perelló, que corrió en moto3 con el número 36 y él nos ayudó en muchos detalles. Nos dejaba motos, entrenábamos en su casa. Joan se fijó en su técnica y lleva el 36 por él».

Juan Mir, padre del campeón del mundo de MotoGP Alberto Vera

El motociclismo es un deporte caro, que exige sacrificios económicos y de tiempo a las familias. Los Mir no han sido una excepción. «Joan ha llegado por talento, no por su papá millonario. Ya véis lo que hay. Tengo dos tiendas especializadas en deslizamiento en Mallorca. Y no me puedo volcar solo en Joan, tengo una hija. El esfuerzo de la familia fue muy grande, y no solo económico. Se lo dije a Joan: “o te lo tomas en serio o no estamos dispuestos a sacrificarnos por un capricho”».

Mallorca los une y todos los protagonistas encuentran un nexo común, el sol, el clima. «No sé si es el clima, que tenemos más opciones que otras comunidades para entrenar mejor -dice papá Mir-. También hay que decir que los baleares somos gente tozuda y constante. Cuando buscamos un objetivo, no paramos hasta conseguirlo».

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