Polideportivo
La ley trans hace tambalear el deporte femenino
Asociaciones de deportistas y profesionales temen que la posibilidad de cambiar de identidad de género solo con una declaración registral rompa con la equidad en los torneos de mujeres
Qué es la Teoría Queer y qué tiene que ver con la ley Trans
![Alba Palacios, a la derecha, durante un partido de fútbol](https://s1.abcstatics.com/media/deportes/2021/02/14/AlbaPalacios-kQEB--1248x698@abc.jpg)
El borrador de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans, más conocida ya como ‘Ley Trans’, ha suscitado recelos en el mundo del deporte. A partir de los 16 años, bastará con una declaración para que cualquier persona pueda decidir ... si quiere cambiar de identidad de género. Y el artículo 39 regula que la participación en las competiciones deportivas se realizará «atendiendo a su sexo registral». Sin más pruebas de verificación ni certificados médicos. Tanto asociaciones de deportistas como profesionales señalan que esta «simplificación» para el cambio de identidad puede repercutir negativamente en el espacio deportivo en el que todavía no se ha conseguido la igualdad real respecto a los hombres. « La autodeclaración no puede ser el único factor válido . En el deporte se tiene que estudiar mucho más profundamente. No es lo mismo esta ley para un puesto en una oficina que para el deporte, donde la realidad biológica es un factor muy determinante», expresa para ABC María José López, abogada especializada en Derecho deportivo.
Lo tienen muy asumido tanto deportistas como organizaciones. Alaban que «la ley intente dar cobertura a este colectivo», pero reivindican un mayor desarrollo de la misma en un ámbito todavía con mucho en lo que trabajar. « El deporte es respeto y tenemos que respetar cómo alguien se manifiesta . Hay que dar una seguridad jurídica para todos, pero cuando hay un planteamiento en un escenario en el que hay una gran desigualdad entre chicos y chicas hay que contextualizarlo todo. Por supuesto que queremos un trato igualitario para todos, pero esto es un salto sin haber solucionado un problema grave anterior . En España hay un anacronismo histórico y una desigualdad tan real que las reglas del juego limpio no se cumplen: enormes diferencias de salarios, escasa protección por maternidad, un solo convenio colectivo, sin ligas profesionales», enumera López, quien remata: «Nos ha costado mucho todo lo que se ha conseguido hasta ahora y sigue sin haber una legislación real que, por ejemplo, equipare las ligas masculinas y femeninas. Y que ahora llegue un hombre que diga que se siente mujer, sin tener en cuenta las condiciones biológicas, lo puede situar en una posición de ventaja ».
«Si se aprueba esta ley tal y como está, tendrá unas consecuencias gravísimas. Desaparecerán el deporte femenino y mixto. Con esta ley no tienes que probar nada, simplemente decir que te sientes mujer. Y no puedes legislar sobre un sentimiento. Es como si yo digo que tengo 50 años, pero me siento de 30», habla Pilar Calvo, secretaria general de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP) .
Sostienen y subrayan que esta ley hay que trabajarla muy en profundidad, pues podría caerse en no solo no proteger a un colectivo, sino en crear todavía más desigualdades. «Son muchos aspectos los que no están contemplados. Y no podemos pensar en que como la ley está ya, nadie va a intentar saltársela. Claro que se va a incumplir. Si la gente se dopa ilegalmente, ¿cómo va a tener pudor alguno en decir 'me siento mujer' si con eso puede contar con ventajas en el deporte? Si como hombre no tengo plaza en una competición, pero sí la puedo conseguir si digo que me siento mujer... Las mujeres tenemos desventaja a la hora de competir», prosigue Calvo. Y apunta a otro ángulo: «No se ha contado con deportistas ni asociaciones. Las atletas trans que hay en nuestra asociación también dicen que para ellas es el fin. Es un despropósito absoluto. En estas condiciones muchas deportistas dejarán de competir ».
«Yo quiero una competición justa», repite tajante a este periódico Alba Palacios , primera futbolista trans federada en España. Y señala:«Tampoco hay tantos deportistas trans. Es muy difícil que se pueda crear un equipo, no hay tanta gente». Para ella la ley llega tarde, pues ya pasó por todo el proceso de médicos y psicólogos y esperó los dos años de rigor para conseguir el DNI, aunque la Federación Madrileña aceleró los trámites para que pudiera competir con su identidad sin esperar al carné. Fue un proceso largo, tedioso y con muchas dificultades que cree necesario agilizar –«sobre todo lo del DNI porque no le afecta a nadie y a mí se me hizo eterno»–. Palacios contó con la ayuda de su familia y de su entorno, pero reconoce que el camino fue complejo. No cree que muchos estén dispuestos a pasar por ello sin una razón pensada y muy meditada. «Cuesta muchísimo. Yo tenía miedo de que en mi transición no se me viera como Alba físicamente, y por cómo me iban a tratar los demás psicológicamente», concede.
Testosterona y algo más
Y aunque sí admite que el borrador puede ayudar a facilitar el tránsito a personas que lo necesitan, también aboga por un debate mucho más profundo en el ámbito deportivo. Que no solo se base, como indican las guías del Comité Olímpico Internacional de 2015, en rebajar los niveles de testosterona. «Yo siempre he dicho que la testosterona es lo que rige la fuerza y la recuperación después del ejercicio, pero hay otras cosas. Debe haber unos estudios que observen cómo es la competición de esa persona como hombre y cómo le afecta después el cambio . Para regularlo y hacer unas normas. Aunque tenga un bajo nivel de testosterona, hay que medir también la musculatura, por lo que creo que habría que esperar un tiempo para competir en ligas femeninas».
Se explica: «Yo dejé el fútbol masculino con 24 y no entré en el femenino hasta los 30. Cuando me hormoné no sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo. Dejé de ir al gimnasio porque no me gustaba verme fuerte. Bajé de peso, de fuerza, en todo. Si por ejemplo Gareth Bale quisiera transicionar, veo imposible que en un año se le rebaje toda la musculatura que ha desarrollado como hombre . Tendría la misma fuerza mucho tiempo después. Ahí está la queja. Es lo que hay que analizar y regular bien». Palacios explica que su aceptación como Alba fue muy buena –«entré con mucha cautela y respeto»–, pero sí recibió algunas críticas por parte de algunos equipos rivales. «Por eso ahora muestro todas mis analíticas, para que comprueben que mi testosterona es siempre igual o incluso menor que la de una mujer cisgénero (y no transgénero). Al ser el fútbol un deporte de equipo, es menos visible, pero sí que puede haber notables diferencias en modalidades individuales. Y el deporte tiene que ser sano y justo. No se pueden aplicar leyes por aplicarlas».
La abogada María José López reitera que «hay que profundizar, sobre todo, en el ámbito deportivo, donde no se ha conseguido la igualdad ni se han puesto los mecanismos para que sea efectiva desde que saliera la Ley de 2007». En su opinión, «un planteamiento de este tipo no se puede quedar en un carácter meramente descriptivo. Hay que abrir el debate e incluir a todos los estamentos , sobre todo a los que más perjudicados han estado o los que más problemas han sufrido». «Estamos buscando y trabajando por el desarrollo de la mujer y la cuota quedará minimizada según se desprende de este borrador. Trabajamos todos por la igualdad y por la protección, por eso la autodeclaración no puede ser lo único para invadir espacios», incide.
Reglas variadas por deporte
El debate lleva años instalado en las esferas deportivas internacionales. Y cada federación establece sus propias reglas de juego. Ciclismo o atletismo exigen menos de esos diez nanogramos de testosterona por mililitro de sangre establecidos por el COI; el rugby prohíbe la participación de personas trans en ligas femeninas. Estos Juegos Olímpicos de Tokio serán, en principio, los primeros en contar con dos atletas trans: Tiffany Abreu, en voleibol –que compitió en Países Bajos, Francia, Portugal o España como hombre–, y Laurel Hubbard, en halterofilia.
Ya quedaron atrás los estudios físicos de verificación de sexo, a través de demostración visual o estudio de cromosomas, como al que hacía referencia este periódico en 1977 sobre la tenista transexual Renee Richards. «Ha pasado un examen en Arkansas, dando 24 cromosomas sobre cien, con lo que fue autorizada a tomar parte, como mujer, en el torneo». Pero las normas siguen sin concretarse y los niveles de testosterona no parecen prueba suficiente. Ahí está el caso de Caster Semenya, a la que se le ha prohibido competir con mujeres porque su cuerpo genera unos índices de testosterona superiores a los requeridos. El Tribunal de Arbitraje Deportivo no aceptó su recurso, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos todavía no ha dado su veredicto.
Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó la orden para permitir la participación de los deportistas trans en competiciones escolares. Una etapa todavía más peliaguda porque las diferencias de fuerza son más evidentes y porque en el deporte estadounidense escolar hay muchas plazas universitarias y becas en juego. Como respuesta, la extenista Martina Navratilova ha tomado partido apoyando un grupo de trabajo para estudiar un «enfoque ético basado en la ciencia para establecer un punto intermedio que proteja el deporte femenino y se adapte a los atletas transgénero». Las voces que se oponen critican que la postura defiende la igualdad siempre que los deportistas trans no obtengan resultados.
Ética individual
En este sentido, Palacios apela a la ética individual. «Yo, desde luego, si arrasara en una competición porque ha pasado poco tiempo desde la transición no me sentiría bien conmigo misma. Depende de cada persona, pero yo esperé unos cuantos años porque me gusta competir legalmente . Si veo que tengo mucha más fuerza todavía y ganara siempre por este motivo no competiría, desde luego».
También, indica, hay que observar el camino inverso. «Siempre hablamos de que el deporte femenino puede verse vulnerado, pero es necesario estudiar el caso de que una mujer quiera participar en una liga masculina. Puede que los hombres no pongan pegas al no creer que pueda vencerlos, pero si esa persona se hormona para conseguir su identidad de género puede caer en el dopaje. Y eso tampoco es justo».
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