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Carlota Castrejana saltó en los despachos a la final de triple

EFE Carlota Castrejana observa junto a los jueces la plastilina de su salto

MANUEL FRÍAS

HELSINKI. Carlota Castrejana saltó de la indignada desilusión a la final de triple salto de hoy cuando el Jurado de Apelación de la Federación Internacional de Atletismo aceptó la reclamación que ella misma había presentado al considerar que el primer salto que le dieron como nulo había sido válido. La riojana cuando invalidaron un primer salto largo, que no había dejado marcas en la plastilina, protestó con insistencia a la juez para que reconsiderara su postura. «De no haber estado tan segura no hubiese montado este pollo», dijo antes de conocer el veredicto final. Según la versión de la atleta, «la juez me había dicho que había pasado medio pie, pero lo cierto es que allí no se veía ninguna marca».

Según la normativa de la IAAF, tanto en longitud como en triple, se consideran válidos los saltos en los que el pie del saltador no deja huella en la plastilina. Castrejana, en vista de que la mencionada juez de batida no rectificaba, reclamó dentro de la pista por lo que, siempre según la normativa de la IAAF, se midió el salto y se llevó la tabla con la plastilina hasta el Jurado de Apelación para que decidiese. El brinco había sido de 14,20 metros. Con la calificación ya terminada, se conoció la rectificación por parte del Jurado de Apelación. Carlota estaba, por primera vez en su carrera, en la final de un Mundial. Se lo había ganado a pulso.

Va a ser una final sin una favorita clara ya que la rusa Tatyana Lebedeva sólo hizo un salto porque está lesionada y decidió reservarse para hoy. La sorpresa la pueda deparar la jamaicana Trezia Smith, que llega con una mejor marca de 14,91 y tres saltos más por encima de 14,80.

Los tres de 1.500, adelante

Casado, imparable; Higuero, por lo pelos

El esperado pleno en las series de 1.500 se alcanzó con ciertas dificultades, ya que hubo que esperar hasta el final para comprobar que Higuero salvaba el compromiso. Arturo Casado, el chaval que está camino de convertirse en el auténtico heredero de Fermín Cacho, ganó su serie con enorme facilidad. Corrió como un veterano en su debut internacional a alto nivel. Algo encerrado durante gran parte de la carrera, supo salir para sellar la clasificación con un tiempo de 3:41.64. Reyes Estévez tampoco tuvo problemas y, aunque se dejó ir en los últimos metros, acabó cuarto, con un registro esperanzador (3:39.93).

Mucho peor estuvo Higuero, que se metió en las semifinales en la repesca por tiempos, después de acabar octavo en su serie (3:37.40). Aunque en su descargo hay que resaltar que fue la más rápida, Juan Carlos no estuvo fino.

La nómina española de destacados la cierran Mayte Martínez y Mario Pestano, que pasaron ronda con relativa comodidad. La corredora de 800 mostró la misma capacidad de sacrificio de siempre. Con 2:07.34 se coló en unas semifinales en las que tropezará con la dificultad de que sólo las dos primeras tendrán cabida en la lucha por las medallas. El lanzador de disco (65,04) superó el registro necesario para estar en la final al segundo intento. No precisó más.

Iván Rodríguez también sigue adelante en 400 vallas. Con 50.22 fue sexto en su serie y se metió por tiempos. Engordar para morir, porque en la próxima ronda sus opciones tan escasas como su ilusión.

El capitán encabeza la decepción

Manolo Martínez, eliminado en peso

Lo había anunciado -«no estoy en condiciones de pelear por las medallas»-, pero fue mucho peor de lo que cabía suponer. Totalmente descentrado acabó decimosexto con un lanzamiento de 19,55 metros, marca impropia de un campeón como él. Habrá que esperar a que se recupere de la enfermedad que padece para volver a ver al excepcional atleta de años anteriores.

Manolo, con su conocida sinceridad, no ocultó su decepción: «Lo he hecho mal porque tenía que haber estado por encima de 20 metros. En el calentamiento me encontré mal, como con agujetas, y en competición, igual».

Ruth Beitia y Marta Mendía fallaron lamentablemente. Las dos saltadores de altura vuelven a casa con un pobre 1,88 en la mochila. Aparentemente están capacitadas para mucho más, pero la alta competición pasa factura.

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