Lo que Red Bull esconde

Todo el mundo es optimista en enero y febrero en la Fórmula 1. No hay malas noticias en este tramo de ensayos en la probeta, de búsqueda de soluciones mágicas y margen de mejora en los coches. Mientras las carreras no decreten sentencia y los monoplazas se comparen entre sí en la pista, cualquiera tiene licencia para soñar. Los primeros entrenamientos de la pasada semana en Valencia impulsaron la abundancia -todo va bien en todas las escuderías-, pero el asunto se ha quedado a medias. Para elevar cualquier juicio a categoría, falta una pieza. Falta Red Bull.
La Fórmula 1 limitó el año pasado las horas de entrenamiento. La Federación Internacional del Automóvil (FIA) prohibió los ensayos durante la celebración del Mundial y en el recorte, cada equipo sólo dispone de 15.000 kilómetros para rodar. Cada hora de test es un torrente de datos que las escuderías aprovechan como si fuera maná cayendo en el desierto. Red Bull, una factoría que hasta el año pasado era el perejil y la salsa en las noches de la F-1 y poco más, se ha fumado los ensayos de Valencia y presentará su coche el miércoles. ¿Arrebato de chulería, tiempo perdido o sorpresa en el diseño para que no copien?
Las cámaras echaban humo en el circuito de Cheste tratando de retratar cada detalle, cada ángulo de los monoplazas en la pista. Los equipos desplegaron su red de espías por el trazado a la captura del difusor, el alerón o el pontón. Estaban todos y comprobaron que el Ferrari vuela a manos de Alonso, que los tiempos del McLaren de Hamilton y Button no estaban tan lejos, que Schumacher insuflará calidad al Mercedes y que hasta en Sauber o Toro Rosso están conformes con el rendimiento de sus bólidos.
Estaban todos, pero en todos los rincones se hablaba de Red Bull. Sobre todo, se hablaba de Adrian Newey. Este ingeniero inglés de 52 años especialista en aerodinámica y diseño es algo así como un Guardiola de la F-1. Un rey Midas que convierte en oro lo que toca. A finales de los noventa, sus bocetos se habían traducido en seis títulos mundiales y 76 victorias.
Newey lleva cuatro años en Red Bull, levantando un equipo que no pintaba nada. El curso pasado tocó la miel. Diseñó un coche competente, de morro muy alto, sin el famoso doble difusor de Brawn, y casi estuvo luchando por el campeonato con Vettel hasta la penúltima carrera. Este invierno, Ferrari, McLaren, Brawn y demás lucen un morro altísimo.
¿Por qué se no se ha presentado ya Red Bull? Contesta Pedro de la Rosa, que coincidió cuatro años con Newey. «Lo conozco bien. Siempre reserva alguna sorpresa genial en su diseño y este año no va a decepcionar. Lo mejor que tiene es que todo el mundo cree en él en los equipos para los que trabaja, desde pilotos pasando por ingenieros y jefes. Seguro que aporta algo».
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