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Los Ravens conquistan una Super Bowl en la montaña rusa
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Acostumbra el fútbol americano, el pasatiempo que derrite al personal en el país de las barras y estrellas, a deparar espectáculos impredecibles, de enorme tensión hasta el último segundo. Pura adrenalina. El guión se repitió en una increíble XLVII Super Bowl , partida en dos por el apagón del estadio , que acabó con un ajustadísima victoria de los Baltimore Ravens, coronados como mejor equipo de la NFL.
La oscuridad de Nueva Orleans acabó con la eterna calma de John, entrenador de los Ravens, el mayor de la batalla de los hermanos Harbaugh . Su impaciencia escondía el presentimiento de que aquel parón de más de media hora por culpa de un fallo en la mitad de los focos del Superdome perjudicaría a su equipo, que por entonces casi estaba celebrando la victoria con un 28-6 en el marcador . John fue incapaz de trasladar su inquietud a los Ravens, que destrozaron a sus rivales en los dos primeros cuartos para desaparecer del mapa después del apagón de la mitad de los focos del Superdome.
La remontada parecía imposible para la franquicia de San Francisco. El choque arrancó con unos agarrotados Niners, incapaces de descifrar la tormenta que se avecinaba. La tempestad llevaba escrita a fuego el nombre de Joe Flacco, quarterback de los Ravens , un tipo siempre cuestionado, especialmente desde que se incluyó en la lista de los mejores de la historia. Flacco, inspiradísimo en los playoffs, se ganó a pulso el anillo de campeón desde el primer ataque, coronado en un pase a Anquan Boldin , otra de las estrellas de la noche gracias a sus milagrosas manos, acertadas casi siempre para recoger las bombas que caían del cielo de Nueva Orleans.
Festival de los Ravens
Los dos primeros cuartos fueron un recital de Flacco; luego despertaron los 49ersLos Niners de Jim Harbaugh, el triunfante hermano pequeño, intentaron despertar. Colin Kaepernick , la gran esperanza de San Francisco con su estilo revolucionario, demostró maneras, encontró algunos huecos, pero fue incapaz de clavar el aguijón en los momentos decisivos. La horrible primera mitad de los Niners se completó con un pérdida de balón de LaMichael Jones, que arriesgó más de la cuenta, y una intercepción del propio Kaepernick, la primera en la historia de las Super Bowls para la mítica franquicia que dominó la NFL durante la década de los ochenta con aquella dinastía capitaneada por Joe Montana.
A los Ravens, en cambio, les salió casi todo . Tan superiores se veían que John, el discreto hermano mayor, buscó sangre al intentar un touchdown en lo que todo el mundo daba por hecho que sería un field goal, pero Tucker no logró anotar. Los Ravens no tardaron en aumentar todavía más el marcador en otro jugada clave. Pase salvaje, 50 yardas, de Flacco para Jones , una especie de hombre invisible para la secundaria de los Niners que recogió el balón mientras se caía al suelo, se levantó porque nadie tuvo la agudeza de placarle para acabar la jugada y acabó en la endzone para sumar el tercer touchdown de los Ravens. Y ni siquiera se había llegado al descanso.
De Beyoncé al apagón
En el intermedio brilló una imponente Beyoncé , que repasó su carrera -en directo, nada de playback- en un esperado y espectacular show en el que acabó cantando junto a sus excompañera de Destiny's Child. Fue uno de los momentos más esperados de una noche que arrancó con la emotiva actuación de 26 niños de la escuela de Newtown , compañeros y amigos de las 26 víctimas mortales del trágico tiroteo, y el espectacular himno interpretado por Alicia Keys y su inseparable piano.
Aferrados al milagro para levantar el partido, los Niners recibieron otro sopapo nada más arrancar el tercer cuarto con el espectacular retorno para touchdown, el mayor de la historia de la Super Bowl de Jacoby Jones. De ahí al apagón que dejó a oscuras una parte del Superdome -curiosamente el lado de los 49ers- y borró del mapa el «football» durante 34 largos minutos para enfado de John Harbaugh, impaciente porque se reanudara el juego para evitar que aquello despistara a su equipo.
El apagón iluminó inesperadamente a los de San Francisco, que mejoraron en defensa y comenzaron a encontrar huecos en ataque ante unos dormidos Ravens. El mundo al revés, la ventaja se esfumó después de un par de buenos ataques liderados por Kaepernick y un delicado fumble de Ray Rice. El marcador se apretó , apenas cinco puntos de diferencia con el último cuarto todavía por delante, de nuevo las espadas en alto.
Otro final de infarto
La franquicia de Baltimore logró sacar la cabeza con un buen ataque que acabó con una patada entre palos de Justin Tucker. Los Niners, crecidos, siguieron avanzando entre las grietas de la defensa de los Ravens y anotaron con una notable carrera de Kaepernick respondida ipso facto con otro field goal del equipo de Baltimore mientras el choque pasaba a las trincheras , todo por avanzar un metro más con el reloj de por medio. Llegaba la hora de los inmortales.
Parecían navegar a toda vela los Niners, que se plantaron a menos de diez yardas de la gloria a solo dos minutos de final. Faltaba lo más difícil, y resultó imposible porque la defensa de los Ravens tapó todos los huecos del mundo , incluso al límite del reglamento en el último cartucho en el que los Niners pidieron un holding, el equivalente a un agarrón dentro del área, que no pitaron los árbitros. Restaban doce segundos, un mundo en la NFL, que el hermano mayor, John Harbaugh , el tipo que siempre ha vivido en un segundo plano, finiquitó con una maniobra táctica de libro sin respuesta posible. Los Ravens conquistan, trece años después, la Super Bowl.
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