Victoria para el Thyssen: el Pissarro expoliado por los nazis se quedará en Madrid
Después de casi dos décadas de batalla judicial, una de las joyas del Museo Thyssen-Bornemisza, reclamada por los herederos de la coleccionista judía expoliada se quedará en la capital
El futuro del Pissarro del Thyssen cayó en manos del Tribunal Supremo de California en mayo del año pasado
Después de casi dos décadas de batalla judicial, una de las joyas del Museo Thyssen-Bornemisza, reclamada por los herederos de la coleccionista judía expoliada por los nazis, se quedará en Madrid. El cuadro 'Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia', ejecutado por el impresionista francés Camille Pissarro en 1897, permanecerá en propiedad de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, después de que un tribunal federal de apelaciones de California diera este martes carpetazo al caso: dictaminó que la ley que se debe aplicar es la española, que ya había decidido que la Colección Thyssen-Bornemisza es la propietaria legítima del cuadro.
El tribunal tuvo que aplicar la legislación estatal californiana sobre elección de jurisdicción en un caso en el que había un conflicto de intereses sobre qué ley debería aplicarse al fondo del asunto, es decir, sobre quién es el legítimo propietario de la obra: la de España o la de California. En el primer caso, como ha ocurrido, la obra permanecería en las galerías del museo madrileño. En el segundo caso, impondría la restitución a los demandantes, los herederos de Lilly Cassirer, una mujer judía a la que los nazis obligaron a malvender el cuadro para obtener un visado y huir de la Alemania bajo Adolf Hitler.
La cuestión se decidió por un análisis de «perjuicio comparado», según establece la legislación californiana cuando se trata de dilucidar qué jurisdicción saldría peor parada si no se le atribuye el caso.
«El tribunal concluyó que, bajo los hechos de este caso, los intereses gubernamentales de España quedarían más perjudicados por la aplicación de la ley de California que los intereses gubernamentales de California por la aplicación de la ley española. Por lo tanto, aplica la ley española», escribieron los jueces en la sentencia.
«Aplicando la ley española, el tribunal mantiene que la Colección Thyssen-Bornemisza obtuvo título preceptivo del cuadro por el artículo 1955 del Código Civil español», mantiene la sentencia sobre la obra, una pieza importante del museo madrileño, valorada en cerca de 40 millones de euros.
La decisión fue unánime de los tres jueces -Consuelo Callahan, Carlos Bea y Sandra Ikuta- pero con una nota añadida de Callahan: está de acuerdo con la decisión, pero considera que «España debería haber devuelto el cuadro voluntariamente».
Los herederos de Cassirer todavía podrían interponer un recurso a la instancia superior, el Tribunal Supremo de EE.UU., aunque el alto tribunal ya devolvió en su día el asunto al tribunal de apelación para que decidiera sobre qué jurisdicción aplica sobre la propiedad del cuadro.
Tras la publicación de la sentencia, Evelio Acevedo, director gerente del Museo Thyssen-Bornemisza, mostró a ABC su «enorme satisfacción» por una decisión judicial que «ratifica unánimemente los pronunciamientos anteriores».
La sentencia apunta ser el final de un episodio turbulento para el cuadro y para el museo español, que empezó cuando un nieto de Lilly, Claude Cassirer, se enteró de la existencia del cuadro y que se exhibía en el Thyssen-Bornemisza. Exigió su devolución, como han hecho multitud de herederos judíos con obras expoliadas durante el Holocausto, pero el museo siempre defendió había adquirido el Pissarro de manera legal.
La obra dio varias vueltas hasta llegar a Madrid. Lilly la vendió por debajo de su valor de mercado a un marchante de arte que era miembro del partido nazi, Jakob Scheidwimmer. Después, lo compró otro coleccionista, Julius Sulzbacher, a quien se lo confiscó la Gestapo.
Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1950, ya como residente de EE.UU., Lilly acudió a los tribunales de Alemania para buscar la restitución del cuadro. La heredera aceptó una compensación de 120.000 marcos en 1958, una cifra que correspondía con el valor de mercado de aquel momento y con la que puso fin a sus reclamaciones.
El Pissarro siguió cambiando de manos hasta que el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza lo compró en 1976 de una reputada galería neoyorquina, Stepehn Hahn Gallery, para su colección privada. Esa colección acabó siendo adquirida en 1993 por el estado español a través de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza
Ante la negativa del Thyssen a devolver el cuadro, Claude Cassirer acudió a la justicia estadounidense, donde interpuso una demanda en 2005. Tras su fallecimiento en 2010, sus dos hijos, David y Ana, han persistido en la reclamación.
Después de una pelea millonaria en los tribunales, con innumerables apelaciones y retrasos, el juez de distrito californiano que trató el fondo de la cuestión determinó en 2019 que la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza es la legítima propietaria del cuadro con arreglo a la legislación española, ya que consideró que ni el barón Thyssen-Bornemisza ni la Fundación tenían conocimiento en el momento de la adquisición que fuese robado o que existiese probabilidad alta de que lo fuera.
El último cartucho de los herederos de Cassirer fue recurrir al Tribunal Supremo, que devolvió en 2022 el asunto al juzgado de apelaciones que decidió dejar, de forma quizá definitiva, el paisaje urbano de Pissarro, los tejados de pizarra, las calles mojadas de París, los reflejos de la luz de la tarde, el cielo encapotado, en las paredes del Thyssen.
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