El turismo de masas en Grecia: Saturno devorando a sus hijos

Aunque el turismo supone alrededor de un 30% del PIB, la convivencia con las hordas de visitantes no es fácil para los griegos

Venecia fracasa en su esfuerzo para frenar el exceso de turismo

El turismo de bodas convierte a Santorini en un negocio redondo con copias 'fake'

Santorini y la Acrópolis, dos de los mayores atractivos turísticos de Grecia abc

Agosto, primera hora de la mañana en el corazón de Atenas los autocares turísticos colapsan las estrechas calles de los barrios de Koukaki, Acrópolis y Filopapo. La Acrópolis, que ha abierto sus puertas hace dos horas para los turistas que pueden permitirse una ... visita privada, se prepara para recibir al público general. En la entrada principal todo está listo; los guardias de patrimonio toman posición; la taquilla abierta; las neveras del chiringuito que hay delante de ésta a rebosar de botellas de agua y el puesto de primeros auxilios preparado para atender cualquier tipo de emergencia mientras los turistas que llegan en los autocares ascienden a buen paso por la calzada de Pikionis.

Aquellos que se olvidaron de adquirir la entrada por internet comienzan a formar una larga cola en la taquilla: «nos han dado la franja horaria de las 12 y son las 8 de la mañana», protesta una turista británica. A pesar de la crítica esta turista desconoce que todo ha mejorado desde que se impusiera el sistema de franjas horarias y se limitase el número de visitantes diarios en la Acrópolis: las colas en la taquilla y en la entradase han reducido sustancialmente y los visitantes no tienen que esperar durante horas bajo las altas temperaturas de la capital griega. La imagen en la entrada dista mucho de aquella, no tan lejana, con colas gigantescas que rodeaban buena parte del perímetro de patrimonio de la Humanidad.

Hoy, y gracias al cambio en la gestión del monumento, los flujos están perfectamente controlados: por la puerta de la derecha entran solo los visitantes que tienen pase para la siguiente franja horaria, mientras que por la izquierda salen aquellos que ya han visitado el monumento patrimonio de la Humanidad. Las personas que esperan son pocas y los flujos circulan rápido y de 8 a 11 de la mañana en los meses de julio y agosto la Acrópolis cuelga el ` sold out´ y es prácticamente imposible conseguir una entrada a no ser que la visita se realice con una tour operadora. Sin embargo, aún hay muchos turistas que desconocen que hay que adquirir previamente la entrada por internet si se quiere acceder a la Acrópolis durante esas primeras horas de la mañana, cuando la ciudad recibe miles de visitantes llegados en crucero y que pasarán escasas horas en la capital griega. Según datos de la Autoridad Portuaria de El Pireo, en 2023 hubo un aumento del 68,6% en el total de pasajeros de cruceros respecto al año 2022 y se atendió un total aproximado de 1,5 millones de pasajeros llegados en 760 cruceros, mientras que este año atracarán y partirán desde el principal puerto del país más de mil cruceros.

El tiempo va pasando y los turistas que esperan a que llegue la hora indicada por su entrada esperan pacientes en la raquítica sombra de un árbol o la que proyecta la caseta que hace de taquilla. El calor empieza a apretar y los trabajadores del chiringuito no paran de servir zumos y cafés fríos. En el puesto de primeros auxilios ya han atendido los primeros casos de lipotimia del día.

María, a cargo de la coordinación nos explica que durante una mañana suelen atender unos 25 pacientes con esta dolencia. «Lo que más nos preocupa es que no suelen ser personas mayores sino jóvenes que, o bien han desayunado fuerte en el hotel antes de emprender la dura subida a la Acrópolis, o que han consumido bebidas alcohólicas adquiridas aquí al lado, en el chiringuito». También atienden infinidad de torceduras y roturas de tobillos. «En verano muchos visitantes suelen venir con chanclas, zapatos de tacón o sandalias que sujetan poco el pie y que, en combinación con el gran desgaste del pavimento, provoca graves accidentes. Por eso pedimos a los hoteles, touroperadores y demás agentes del sector que informen a los turistas de que no deben venir con el estómago demasiado lleno, llevar calzado apropiado y hacerse con botellas de agua antes de iniciar la subida».

Entre la multitud de gente que espera en los alrededores escuchamos hablar en español: son decenas de hispanófonos que han llegado a Atenas en dos cruceros que están realizando una travesía por el Mediterráneo. Uno de los barcos ha llegado esa misma mañana desde Santorini, mientras que el otro atracaba en el puerto de El Pireo recién llegado de Nápoles y partirá esa misma tarde rumbo a Santorini. «Llevamos aquí dos horas esperando y nos faltan otras dos más», explica a ABC Samanta Daniela, una turista hondureña. «Pero la culpa la tengo yo y no el país por no sacar la entrada por internet», aclara. A Samanta le parece que no hay tanta gente en Atenas. Ayer su barco atracó en Santorini y su experiencia en la perla del Egeo le pareció una auténtica pesadilla. «Había tanta gente que tuvimos que hacer cola para todo».

Sentados sobre unos mármoles a la sombra, una familia de Logroño narra a este diario la Odisea vivida el día anterior en Santorini. «La cola del teleférico para bajar al puerto era de tres horas». Por eso ante la posibilidad de perder el barco, decidieron descender al puerto por los 588 escalones de Karavolade, una escalinata resbaladiza y erosianada que tradicionalmente solía realizarse en burro. «La gente se caía y las personas mayores tuvieron dificultades para bajar por los desgastados escalones. Creo que si en la isla van a seguir atracando tantos cruceros, deberían meterle más caña al teleférico», protesta la matriarca de la familia. Sin embargo, a pesar que Santorini les pareció que estaba excesivamente masificada fueron afortunados porque ese día en la isla solo atracaron 2 cruceros con 4 mil viajeros cada uno y no los 6 cruceros que pueden llegar a atracar durante los días con mayor tráfico.

Santorini, la nueva Venecia

El pasadο 23 de julio, la publicación en redes sociales de uno de los concejales de la isla en la que instaba a los isleños a permanecer confinados en sus casas ante la llegada de 17 mil turistas a bordo de un crucero hizo saltar las alarmas y poner en el foco el asunto de la hiperturistificación de Santorini. La isla de 15.500 habitantes recibe cada año, desde que se acabó la pandemia, más de 5 millones de turistas. Georgia Nomikú, presidenta del consejo municipal de Fira y encargada de turismo explica a este diario que la isla necesita al turismo pero que es necesario limitar el número de licencias para hoteles y el número de cruceros que amarran cada año en el puerto para evitar que la isla se convierta en un lugar inhóspito para los isleños.

Desde hace años, en las callejuelas de las poblaciones más turísticas de la isla los vecinos han colocado carteles en los que piden a los turistas respeto hacia la isla y sus habitantes. Además, en Fira están intentando que el próximo año el número de visitantes diario que llega a la isla a través de los cruceros no supere los 8 mil turistas y, según algunos medios locales, el gobierno estaría valorando la posibilidad de imponer un pago de 10 euros diarios a los visitantes que lleguen a la isla en crucero. Nomikú también piensa que necesario limitar el turismo para que la isla no pierda su esencia. Sin embargo, desde hace años la rica gastronomía del país, la caldera, el espectacular yacimiento de Akrotiri, la arquitectura y artesanía tradicionales de la isla han quedado relegados por los masificados tour fotográficos para Instagram contratados por aquellos turistas que consideran que la isla es un decorado de cartón piedra.

Aunque el sector turístico en Grecia representa de forma directa e indirecta entre el 28 y el 34 por ciento del PIB heleno, y en el año 2023 los 32 millones de turistas daban un nuevo record de llegadas de turistas al país heleno desde hace años las vacaciones en las islas son prohibitivas para los griegos y su poder adquisitivo mermado por una década de políticas de austeridad, bajos salarios y la carestía de los productos de primera necesidad. Según un estudio del Instituto de Venta Minorista de Bienes de Consumo solo uno de cada dos griegos podrá irse de vacaciones en 2024. Hace escasos días, la ministra de Migraciones y Asilo, Sofía Vultepsi ante los elevados precios de los ferries que conectan la Grecia continental con la insular, indignaba a sus compatriotas cuando les recomendó pasar las vacaciones en el pueblo o en el interior del país y dejar las islas para los turistas.

En la entrada de la Acrópolis, un policía llama a la atención a dos turistas argentinos que despliegan una bandera de Messi. «Esto que están haciendo es un sacrilegio. La Acrópolis fue un lugar sagrado para los antiguos griegos y en la actualidad es uno de los lugares más importantes para griegos», les dice en un perfecto español. Los dos porteños, Edith y Eduardo guardan la bandera rápidamente, están de viaje en ese crucero que al día siguiente visitará Santorini para celebrar sus bodas de perla. Acaban de bajar de la Acrópolis empapados en sudor pero felices por eso a la pregunta de si estarían dispuestos a pagar 5 mil euros para visitar sin gente la obra maestra de Fidias, Eduardo no lo duda ni un instante. «Si tuviese ese dinero, no me lo pensaría dos veces porque la Acrópolis es una de las maravillas del mundo».

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