Qué gozada de tarde de novillos, novilleros que quieren ser y tendidos (casi) llenos

La alegría de las gradas creció con la alegría que traía Agitador, un novillo de La Cercada noble, con ritmo y humillador, que se arrancaba con prontitud. Ya se vieron las cualidades del animal en la buena lidia de Fini y, aunque hizo amagos de rajarse, su fondo se 'Agitó'. Además de perseguir el temple entre intermitencias, Carlos Domínguez buscó la conexión del público desde el prólogo de rodillas hasta el el arrimón final, entre espaldinas, luquecinas y pases de pecho. Cuando la faena estaba hecha, alargó con otro remate antes de enterrar una estocada que le entregó las dos orejas.

A por todas Sergio Sánchez desde el recibo capotero de hinojos y el recorte mirando al tendido. Combinó saltilleras y gaoneras y se echó de rodillas con pases cambiados por la espalda y guiños al tendido del último Talavante, su ídolo. Tras el brindis a Diego García de la Peña, la conexión fue instantánea por su dispuesta entrega, con una enrazada serie al natural. El izquierdo era el pitón de Limonero y por ese lado se ciñó. Tiene este Sánchez algo, esa ambición de querer ser, hasta asentar los talones y cruzarse por momentos al pitón contrario. Naturalmente acabó con la derecha: tiró la espada que segundos antes había cogido hasta darle matarile algo caído.

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Revolución cuando apareció Sergio Domínguez en el redondel. En pie sus paisanos de Barcarrota cuando se lentificó en unas gaoneras con un colorado de La Cercada. Habían aplaudido al picador, que clavó en lo alto. El Mella, como llaman a este chaval pacense, anduvo dispuestísimo con el animal más complejo de la primera parte, pero que respondió con la virtud de la obediencia. A milímetros se lo pasó en las luquecinas, con un alarde en el desplante a cuerpo limpio. De rodillas buscó la complicidad final por manoletinas y unos zurdazos de puro valor.

Un torito era el cuarto, que echó las manos por delante en el quite por Tafalla tras desplomarse Travieso en varas. Bueno el último par de Fini con un brusco novillo que nada tenía que ver con el rítmico primero de Domínguez. El de Badajoz le buscó las vueltas con más voluntad que brillo en una labor que alargó sin sentido.

Menudo volatín se pegó el Alcohólico quinto: picado quedó antes del puyazo en la paletilla, que hubo de rectificar. El que no rectificó fue Sergio Domínguez, que quiso arrancar por estatuarios y el novillo se lo llevó por delante en un volteretón que retumbó en toda la plaza. Por ese palo siguió, con cambiados por la espada. No era el inicio más idóneo para un animal sin fijeza que requería mando. Eso sí, sus ganas de querer ser son indiscutibles. De nuevo dejó zurdazos con su aquel, pero tuvo que cambiar de terrenos y de muñeca. Meritoria la ronda sobre una moneda de un euro. Se arrimó Sánchez y se dejó lamer la taleguilla, con el rival ya dominado. Faena de mucho compromiso. Con la ambición de quien clama más oportunidades. Lástima que el acero se fuera a los bajos.

Con una larga saludó de rodillas El Mella al sexto, el de la jota. Un galleo por chicuelinas puso a Corremantas en el caballo. Trasero lo cogió, hasta ser derribado. Variado el quite, mientras el animal se arrancaba con ímpetu. Movilidad traía el colorado, que metió la cara en un capotazo de Moreno antes de un soberbio par de Valdeoro. En los medios se plantó de hinjos Domínguez en un vibrante inicio. Se notaron esas lógicas carencias técnicas para domeñar a Corremantas, entre la casta y un punto de genio. Apuntó sus deseosas ganas el novillero en una faena que transcurrió entre altibajos, pero vivida con entusiasmo en el público por esa personalidad que gusta. Valentísimo el broche por bernadinas al hilo de las tablas. Clarísimo lo vio con el acero hasta anotarse dos cariñosas orejas.

Pleno de cuatro de El Mellas, que se marchó por la puerta grande con sus compañeros en una tarde de felicidad total.