Toros
¡A los toros ensogados de Beas de Segura también hemos de ir!
Reportaje
El pueblo jienense aspira a que la tradición de San Marcos, que se remonta al menos al siglo XVI y que este año ha exhibido 145 animales bravos, más que los que saldrán en San Isidro, sea declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional
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Alfonso Gomera, de la familia de 'los Tobones', y Juan Antonio Vázquez, conocido en el pueblo por el apellido, meten cada día un euro por cabeza en una hucha que les regaló un carnicero de La Escala, en la Costa Brava, donde viven. Moneda a moneda van ahorrando con destino a Beas de Segura, 800 kilómetros al sur. La peña 'La Hucha', que solamente integran estos dos compadres, emigrantes andaluces en Cataluña, es la más pequeña de las que compran un toro para San Marcos. Por eso la mujer de Alfonso 'el Tobón' le dice siempre: «Con lo que te gastas en toros, nos podríamos ir de crucero». Sí, pero entonces ¿qué haría él, perdido en las aguas del Mediterráneo, lejos de la familia, de los amigos y de los recuerdos que se agolpan mientras en su pueblo, rodeado de infinitos campos de olivos como toda la provincia de Jaén, vuelve a ser 25 de abril?
Lo mismo le ocurre a José Carlos Cuadros, operario de calidad en la factoría de Ford en Almussafes, Valencia, cuya peña, 'El Quiebro', procura que su toro sea «de los más grandes». «Nos gusta que dé espectáculo y que la gente aplauda», comenta rodeado de la cuadrilla a media mañana, justo antes de la procesión, reponiendo fuerzas con un almuerzo de campeonato. Este 2023 han invertido 9.000 euros en Musulmán, de El Tajo, la ganadería del torero Joselito en Talavera de la Reina. En 'El Quiebro' visitaron una decena de fincas y recorrieron 2.000 kilómetros en ruta por Cádiz, Sevilla, Extremadura, Madrid, Ávila o Salamanca hasta que eligieron.
Entre el 23 y el 25 de abril, en las calles de Beas de Segura se han exhibido 145 animales bravos ensogados (63 machos y 82 hembras; 58 reses de 31 explotaciones ganaderas del municipio y 87 reses de lidia de 33 hierros, algunas con trapío de plaza de primera). Todo un récord en un municipio que se supera de primavera en primavera casi sin proponérselo. «Son más que los que saldrán al ruedo en la próxima Feria de San Isidro», presume Juan Tomás García, presidente de la Hermandad de San Marcos, encargada de organizar un evento declarado Fiesta de Interés Turístico de Andalucía y que ahora persigue el reconocimiento nacional. «Creo que no tengo tiempo ni de ponerme nervioso. La presión es muy importante, la responsabilidad es grandísima», añade.

La doma de animales bravos
Estamos en un rincón del parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, donde una de las peculiaridades de esta fiesta reside en que los vecinos crían parte de las reses que luego sueltan por el pueblo. A María Martín, por ejemplo, le regalaron una vaca el día que cumplió 18 años. «A mí me transmite mucha paz y, a la vez, mucho respeto», afirma en su cortijo, posando ante la cámara con Diabla, Fermina y un par de becerros. «Nunca están domadas al cien por cien, al fin y al cabo son animales bravos», advierte José Javier Ruiz 'Jota', joven legionario que ayuda en las faenas.
Antaño, los animales se utilizaban para el laboreo de los campos y resultaban fundamentales en el sustento familiar. Aquello se perdió con el avance de la maquinaria, hasta que «el cabeza loca» de Antonio Rubio 'el Murciano' se empeñó en recuperar la tradición. Empezó con hembras y llegó a domar utreros. En San Marcos disfrutaba como nadie al llegar andando a Beas con la yunta (un par de reses uncidas) y el ubio (yugo con el que se uncían las reses para trabajar la tierra).
Cuando el reglamento obligó a sacrificar esos animales a principios de los 90, al Murciano le clavaron una estocada directa al corazón. Y la pena es que murió sin alcanzar a ver su «gran ilusión»: que las reses criadas por los vecinos puedan regresar al campo y así se muestren un año tras otro, una excepción a la ley que los beatenses consiguieron en 2019 después de batallar durante décadas. Por eso Paco y Nicolás, los hijos del Murciano, brindan al cielo emocionados de poder guiar la yunta, liberar las vacas y que estas, que hace un rato parecían amaestradas, pongan en aprietos a los valientes aficionados.

Los toros duermen en casas
Otra de las características singulares de Beas es que los toros duermen la noche del 24 de abril en las casas de los vecinos, que han construido sus propios chiqueros y, orgullosos, los mantienen «para que no se pierda la tradición». Son famosas las del picador Guillermo y el pianista José Pedro Rosales, de la familia de 'los Silleros', en la céntrica calle Angosto. «Los animales necesitan agua y, sobre todo, tranquilidad», explica el primero al pie de una escalera que no es raro que suba alguna vaca para tomar café en el salón y saludar desde el balcón.
En esa calle, el ganadero Victorino Martín, que viene de triunfar en la Feria de Abril de Sevilla y debuta en San Marcos, se convierte en un soguero más (quienes tiran de la cuerda o maroma) con un toro y una vaca de Monteviejo. El de cascar (inmovilizar a la res en una puerta, reja, palo o anilla para su engalanado) quizá sea el momento cumbre de esta fiesta la mañana del día 25, con los peñistas poniendo el aparejo (una especie de manta de tela que se coloca en el lomo), el collar (va en el cuello, está forrado de cuero y repujado con cascabeles o campanillas) y el frontil (otro adorno en el testuz). «Se nota que es una tradición muy arraigada», confirma Victorino.

Desde Santa Teresa
El documento más antiguo de los toros ensogados de Beas de Segura data de 1575, el año en el que Santa Teresa de Jesús fundó el monasterio de San José del Salvador. Juan Francisco Heredia, profesor de Historia y archivero de la hermandad, que ha escrito un libro para dar «un cierto orden», explica que San Marcos ha sobrevivido a las condenas de papas y reyes. Incluso en la dictadura de Franco tampoco estaban permitidos los festejos taurinos populares. Sin embargo, las autoridades «hacían la vista gorda» por miedo al tumulto.
Habla Juan Francisco desde la peña 'La Guardería', creada en 1989 cuando Santi, Carmen e Irene, tres mujeres, se fueron al portal de la familia de una de ellas con los críos. Los maridos les llevaron una caja de botellines y dos pollos asados. Y así arrancó. Y aunque los niños hace bastante tiempo que se hicieron mayores, «esto sigue siendo una guardería: aquí vienen a tomarse el caldo, a buscar comidas consistentes y a dar novedades». Precisamente, uno es su hijo Marcos, ingeniero de Montes y concejal de Urbanismo, que agrega: «Ahora que soy padre, me gustaría transmitírselo al mío».

Contra los bulos
Finalmente, en una comida informal con periodistas, ya relajado, el presidente de la hermandad bromea con que manda más que el alcalde. No obstante, hay 5.112 vecinos censados en Beas y unos 3.400 son socios de la hermandad, lo que supone dos de cada tres. A su lado, José Alberto Rodríguez se ríe y asiente convencido, pese a que goza de una mayoría enorme (diez de los 13 concejales del pleno son del PSOE).
El Ayuntamiento calcula que entre 30.000 y 40.000 personas se acercan a disfrutar de San Marcos. Su misión es combatir «los bulos», que hacen «mucho daño»; esos vídeos e imágenes sacados de contexto en las redes sociales que el 'lobby' animalista tan bien manipula. «Tenemos tolerancia cero contra cualquier actitud de maltrato hacia las reses», asegura el alcalde.
Y Fran Lozano, diputado de Promoción y Turismo de la Diputación de Jaén, expone que se trata de una fiesta «de carácter ancestral», que «ha ido pasando de generación en generación, algo precioso, una experiencia única». «Nuestro interés es que se conozca», insiste. Lo malo será que a muchos les entrará el veneno y tendrán que volver a Beas de Segura cada mes de abril. Como 'el Tobón' y Vázquez desde La Escala; como José Carlos desde Almussafes y como tantos otros 'sanmarqueros' por el mundo.
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