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ABC Cultural

El Var del Tendido

El toreo en los ojos de un flamenco: Rafael de Utrera

El más taurino de todos los cantaores vence a la lluvia por Talavante

Amor y odio en tiempos de figuras: insufrible el ambiente en el cartel del mandón Roca Rey

Talavante y Rafael de Utrera ABC
Luis Ybarra Ramírez

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«Hago todo lo que hace un torero, menos torear», dice Rafael de Utrera al bajarse del AVE. Ha venido a Madrid exclusivamente para ver la corrida. 512 kilómetros desde Morón de la Frontera, relámpagos y lluvia para ver la lucha pantanosa del ... hombre contra la res. Tiene el corazón como el borde del pañuelo: todo lleno de caireles. «Soy un Tetris», ríe, sembrando de colores los tendidos con una chaqueta que coquetea con lo imposible: «Esta no se la pone cualquiera, eh». Canta como empuña la muleta Talavante y anda como el más valiente de los toreros. Erguido y serio. Con el alma en capilla, que así se llama uno de sus últimos espectáculos, desde el comienzo de la jornada. Le ofrezco una quedada con el diestro de Badajoz, que además es su amigo, poco después del mediodía. Él se escandaliza: «Esto es un ritual que hay que respetar. Está el arte en juego. ¡La vida! Y yo eso no lo voy a hacer. ¿Pedirle algo al artista en ese momento tan íntimo? Ni fotos ni nada. Respeto extremo hasta al monosabio».

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